Por Yelaine Martínez Herrera
Ellos conquistan corazones sin usar las palabras. Con el lenguaje de señas y la convicción de que ni el arte ni la inclusión tienen límites, llegan a diferentes escenarios. Empezaron por el teatro y luego sumaron a la danza, hasta alcanzar la categoría nacional en ambas manifestaciones, dentro del Movimiento de Artistas Aficionados. Se trata de La voz del silencio, grupo de la Asociación Nacional de Sordos de Cuba (Ansoc) en Las Tunas que, con más de dos décadas de creado, destaca por su entrega y calidad.
Manos que hablan
Valia Ross Jareño, otrora vicepresidenta de la Ansoc en la provincia, es una de sus integrantes. Me cuenta que deviene “una experiencia inolvidable, pues han podido adquirir conocimientos y valores humanos, además de contribuir a la plena inclusión de los sordos en sociedad”.
La joven afirma que son una especie de familia, donde se preocupan por los otros y se estimula la superación profesional del colectivo. “Antes, muchos de los miembros apenas tenían el sexto grado. Hoy ya tenemos universitarios y yo hasta estoy cursando un doctorado”, apunta ella.
Esta cofradía transpira talento y perseverancia, derroteros que la ha llevado a alcanzar lauros como el Gran Premio en el festival provincial de teatro Rafael Nadal 2023. “Hemos participado tanto en eventos provinciales como nacionales, junto a elencos de oyentes, con resultados”, dice Valia, merecedora de un Premio Especial en Narración Oral Escénica en el certamen mencionado.
Me explica –además- que, al bailar, ellos sienten la vibración sonora en el cuerpo y viven el ritmo a su manera, mientras que con el teatro se expresan y sueñan desde la extraverbalidad. En tanto yo intento descifrar sus emociones, esos ojos que parecen espejos mientras habla.
Descubrirlos
El metodólogo provincial de danza Ángel Orlando Matos Arbelos, director del grupo desde el 2019, confiesa que al principio tuvo cierto temor de enfrentarse al proyecto porque “la comunicación es muy difícil”, pero tanto se ha entregado al mismo que brotó el cariño y creció su sensibilidad.
“No veo la discapacidad como una limitante; ellos han mostrado a la sociedad que son capaces, a través de su talento, de llegar a lugares altos, al igual que los oyentes. Hoy dominan diferentes géneros de la música latinoamericana: el son, el danzón, la cumbia… Tienen en su repertorio Carnavalito, que es un baile folclórico de Argentina, y también protagonizan ruedas de casino.
“Sin embargo, vamos más allá de la parte artística, involucrando a la familia. Es un colectivo versátil, con 15 miembros. Hay dirigentes, cuentapropistas, padres… Y si alguien no tiene trabajo, le ayudamos a encontrar uno”, expresa el director.
Él narra de sus ensayos sistemáticos, de cómo bailan por conteo y ponen la música alta para que ellos puedan disfrutar. “En todo lo que hacen prima el amor. Les muestro cómo se debe asumir la pieza, pero también hablamos de historia, género, características, todo aquel elemento que ayude a su comprensión e interpretación. Como en el teatro, deben meterse en el personaje”, afirma Matos.
Junto a la actriz Elizabeth Borrero, anterior líder del proyecto, trabajan con hijos de los integrantes que, aunque son oyentes, ya muestran amor por la cultura. Allí se cultiva el difícil arte de la comunicación a través de la extraverbalidad, igual que lo hiciera la primera directora de la agrupación, la instructora Odalys Castro, que enfatizó en la pantomima como línea estética.
“Los amo. A su lado he crecido como profesional y ser humano. Y no solamente aprendí lengua de señas, me vi en la necesidad de crear nuevos métodos para hacerles entender las técnicas teatrales. Nuestro diálogo fluye de ambas partes, es un proceso de retroalimentación, de compartir. Ellos son capaces de asumir grandes retos desde la escena”, comenta la primera actriz Elizabeth Borrero.
Esta cofradía se crece en el escenario, lo mismo en la Jornada Cucalambeana, en eventos regionales y nacionales de la Ansoc, que en actividades culturales de diverso tipo. No pocos se emocionan al verlos, pues atrapan al espectador. La voz del silencio tiene pies y danza. Tiene alma y la percibimos.