El arte siempre contribuye, desde su particular intelección e intuición, a la comprensión de cualquier realidad, y esta no será ni es la excepción.
Por Omar Valiño
La vida se encierra hoy en todo el mundo, ante la enfermedad y la muerte, pero se multiplica en las redes. También participan del curso de reflexiones que se imponen, grupos de artistas y especialistas de la escena organizados por la red, como la del pasado 17 de abril, a partir de una convocatoria del Consejo Provincial de las Artes Escénicas de Camagüey.
El arte siempre contribuye, desde su particular intelección e intuición, a la comprensión de cualquier realidad, y esta no será ni es la excepción. De hecho, varias obras, en distintas manifestaciones, habían avisado, a través de distopías, de situaciones parecidas a esta que ahora es, por desgracia, real, y parecía imposible.
No encuentro un ejemplo mejor que la novela Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, versionada luego en el cine. En ella se revela, de manera brillante, que la ceguera no es tanto la proveniente de la pérdida óptica de la visión (cuya extensión ocupa paulatinamente a todos), sino la ceguera mental. Si el coronavirus ha desatado tal crisis hoy, tiene en esa magna obra una estupenda respuesta. Aquello que aparece hoy desnudo, ya había sido entrevisto por el Nobel portugués.
De tal manera, esta situación global de hoy va a generar muchas imágenes «explicativas»; algunas irán a los efectos, pero otras abordarán las causas profundas que esta pandemia ha desvelado.
Al teatro, sin duda, le tocará más tarde, en el sentido de presentar esas visiones ante el espectador, pero ahora, con seguridad, está acumulando ideas, lecturas, historias, dolores, esperanzas, similitudes, paralelismos… Y, en consecuencia, proyectos, entrenamientos físicos y mentales, textos, mapas, dibujos de puestas en escena, en fin, los distintos tipos de acciones escénicas que sus creadores estimen necesarios para hacer participar sus ideas del ágora teatral.
En sentido estricto, el teatro no lo puede lograr ahora, pues carece del espacio donde se encuentran cara a cara, cuerpo a cuerpo, actores y espectadores. Pero han surgido no pocas iniciativas por las redes, merecedoras de un próximo comentario, en esta era virtual que, desde el teatro, el circo, el clown, los títeres, la danza, el musical… mantienen presente esta nueva vida temporal de las artes escénicas.
Y, sin duda, de esta extraña y difícil encrucijada, en el cruce con cada una de esas expresiones, o varias de ellas, nacerán refracciones, más que reflejos, que iluminarán este mundo oscurecido y, a su vez, iluminado por la covid-19 y los tratamientos sanitarios, políticos, gubernamentales y humanos resultantes.
Lo teatral, con esa capacidad de sintetizar otras experiencias artísticas, así como épocas y espacios transitorios, nos impactará posteriormente con su fuerza. Y lo escénico, en general, habrá bebido ya de los múltiples estímulos que estos largos días dejan en la retina del planeta.
Foto de portada / Yvonne, princesa de Borgoña. Foto: Yuris Nórido / Teatro El Público
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