Por Erduyn Maza Morgado
Es una dicha participar en un encuentro entre artistas. Hemos venido a Colombia tres integrantes de Teatro La Proa a encontrarnos con una nación mágica. Colombia desde ahora tendrá para mí una imagen diferente a la que divulgan los medios de comunicación. Su arquitectura, su capital y su gente en estos primeros días nos han acogido como familia.
El IX Encuentro Internacional de Artes Populares (EIAP) es un festival que se hace anualmente, en Soacha, Cundinamarca. Permite a artistas de diferentes especialidades a intercambiar en un mismo escenario. Danza, teatro, narración oral, circo, son manifestaciones que han estado presente en esta oportunidad para deleitar al público que llega hasta los escenarios improvisados cada día en alejadas comunas.
Este Encuentro entre artistas es la oportunidad para llegar a los públicos más necesitados de comunidades intrincadas del departamento de Cundinamarca. Descentralizar el arte es uno de los propósitos principales de este festival, formar públicos. Hacer valer el derecho de todo ser humano al arte, a la diversión y al esparcimiento. Son metas por las que luchan los organizadores de este espacio de libertad de creación.
La confraternidad entre artistas y públicos se hace visible durante las funciones y después de terminadas. Adultos y chicos son muy receptivos ante las propuestas artísticas. Se entregan a la diversión y luego de terminada la función piden fotos para quedarse con un recuerdo de los bailarines, actores, narradores y músicos visitantes.
El IX Encuentro Internacional de Artes Populares nos ha servido para intercambiar con artistas de Fiesta de los Matachines, de Mongua–Boyacá; Kosmosis Circo, de Envigado; Aramís Teatro, de Palmira; La Matraka, de Ecuador y Pequeña Compañía Teatral, de Perú. Los artistas de Soacha también estuvieron representados. En esta ocasión participaron el narrador Sebastián Parra, la agrupación danzaria Flow Latino, el artista circense Cristian Daniel Ceballos, la Agrupación Costumbres y tradiciones de Soacha, la compañía Once y Once, la Agrupación Danzas Uniminuto y la banda de Música Tradicional Andina CaminanAndes.
Cada día se elaboró un programa variado que comenzaba a las tres de la tarde y se extendía hasta cerca de las siete de la noche. Casi cuatro horas de espectáculo variado donde los asistentes podían disfrutar tanto de una obra de teatro como de un número bailable. Mucho público rotaba, pero la gran sorpresa para mi fue que muchos se quedaban a ver el programa completo, de casi cuatro horas.
Una buena parte de ese público fiel eran niños que, al comenzar la obra de los títeres cubanos, reían y se peleaban con nuestros personajes tratando de hacer justicia ante las peripecias de nuestro pato tramposo. Los niños durante estas horas de espectáculo pudieron disfrutar de todo cuanto se presentó. Es por eso que este IX Encuentro Internacional de Artes Populares es un dador de esperanzas al futuro. Los organizadores no piensan el arte como mercancía, sino como una necesidad inherente al ser humano.
Los talleres también tuvieron un espacio en el Encuentro. Un taller de máscaras impartido por los integrantes de la Fiesta de los Matachines y otro de circo llevado a cabo por los artistas de Kósmosis, fueron propuestas destinadas a la formación y a la superación de artistas. El público asistió a estas horas destinadas a la educación, donde tuvieron la oportunidad de probar sus talentos.
El evento trata de agrupar a personas entorno a las posibilidades del arte sin importar su procedencia o sus propuestas. Para la comunidad LGBTIQ+ se preparó la II Edición del Concurso Varietté de Arte Drag. Los participantes en este espacio mostraron diseños de maquillajes y de vestuarios entorno al arte drag. Regalaron números que integraban el teatro, la danza y las artes pláticas que dignificaron, en la mayoría de los casos, a este género muchas veces estigmatizado.
El IX Encuentro Internacional de Artes Populares hace honor a su nombre. Es una oportunidad real de intercambio. Para nosotros es un encuentro con un país lleno de magia, con montañas de niebla y ciudades con el clima juguetón ideal para pasear por el frío, el calor, la lluvia y el sol en solo veinticuatro horas.
Agradezco estos encuentros positivos, donde siempre hay ganancias espirituales, morales y estéticas. Donde triunfa la amistad y la cordialidad. Agradezco la invitación realizada a Teatro La Proa a este país de comida deliciosa, hospitalario, de gente linda. Aun falta mucho en esta gira. Estamos prestos a las sorpresas. Queda magia por descubrir y nosotros corremos hacia ella. Ibagué, Funza y Cali nos esperan. Nuestra Proa se abre camino. Gracias a la tierra colombiana por brindarnos este mar de cultura.
Foto cortesía de Teatro La Proa