Por Roberto Pérez León
La furia del viento reúne imágenes que integran la memoria fotográfica cubana. Fotos documentales y no precisamente artísticas del enfrentamiento, la contemplación y la fe alrededor de catástrofes naturales lejanas y cercanas en tiempos isleños. Tiempos de desastres de aire, mar, tierra y agua que no admiten cansancios ni distracciones y que profesionales de la mirada nos ayuda a acercarnos a ellos afectivamente.
Luis Duno-Gottberg en La furia del viento, como parte de un proyecto académico desde Rice University, se detiene a valorar conceptualmente la perspectiva ética y estética del desastre natural para llegar su ontología. Así, trasciende lo meramente fotográfico para alertar que no solo es lo visto sino lo que nos hace ver la imagen.
Las fotos expuestas atestiguan, informan y testifican. La fortaleza dramática de ellas está en la concepción de un espacio bidimensional que opera en una tridimensionalidad mediatizada por una instancia narrativa que genera concreción, expresa objetividad y subjetividad a través de la pluralidad de puntos de vista y de las perspectivas del peso de la mirada de cada quien.
La dinámica dramatúrgica de la imagen fotográfica está en lo que se ve y aquello queda fuera del encuadre, lo que está fuera del campo de visión nuestro. Así tenemos el espacio de la enunciación y el espacio del enunciado lo que en cine se denomina campo y fuera de campo que dramatúrgicamente debe ser contenedor de una latencia narrativa.
La dramaturgia de la imagen es efectiva si genera otra imagen que provoca pasiones. Las fotos expuestas –y ahí el valor de la curaduría realizada por el propio Duno y por Claudia Arcos- sobrepasan la función de representación y se convierten en actos de sentido.
Las fotos nos producen una afección que genera una pasión. Ese efecto es el afecto, es decir la pasión. Ahí la producción de sentido: donde radica la semiosis como proceso de significación, como estructura interpretativa que influye en nuestra experiencia y comprensión del mundo.
Las imágenes fotográficas de La furia del viento crean la expectativa desde una acción dramática que revela, dada la composición de los signos configurantes, un relato/historia y un discurso como estrategia de composición donde la instancia enunciativa revela un acontecimiento y su expresión.
A través de la composición de una imagen podemos entrar en un espacio dramático dado por las relaciones y tensiones que genera el relato visual desde el punto de vista semiótico para llegar a la debida expresividad de tipo simbólico o connotativo.
La imagen tiene una sintaxis en su composición, indica el tránsito de lo objetivo a lo subjetivo, de lo real a lo simbólico.
La furia del viento congrega imágenes de tensión dramática, instituyen una corriente hermenéutica, conforma un caudal de sentidos. Como fotos no tienen una función descriptiva.
En La furia del viento la dramaturgia funciona como matriz de análisis que permite distinguir las fuerzas compositivas que dramatizan la imagen depositaria de acción, movimiento y encarnación.
La dramaturgia es una fuerza, una potencialidad no únicamente propia del teatro, expandirla es reconocer su vitalidad teatral en cuanto a la propiedad de producir imágenes como agenciamiento de enunciación para producir efectos.
La dramaturgia es una práctica de condiciones rigurosas donde se producen intercambios de significantes para llegar a la composición de singularidades que determinan la forma y el contenido de un evento productor de sentido.
Las fotos de La furia del viento en la Fototeca de Cuba son una realidad verosímil que actúa no como representación. La composición dramática tiene trazos dinámicos que vibran y nos unen como espectadores a la potencia terrible de la Naturaleza y a la historia que testifican. La interrelación y combinación de los diferentes códigos genera escenas de particular estatuto semiótico: mitos, cansancios, voluntad, esperanzas, petrificación, sacramentos, umbrales se exponen en yuxtaposición/oposición de signos dadores de la persistencia de la Naturaleza en el desastre dentro del paisaje geográfico y anímico de la Isla.
Foto de portada: Periódico Diario de Cuba (década de los 50). La imagen es parte de la exposición La furia del viento