LA CITA: HUMOR CRIOLLO Y TEATRO DEL BUENO

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Por Norah Hamze Guilart / Fotos Ernst Rudin

Quienes gustan de saborear el intercambio que propicia el teatro entre público e intérpretes, pueden divertirse y desestresarse con La cita, durante el mes de mayo en el Café Teatro del Complejo Bertolt Brecht, donde tendrán la oportunidad de disfrutar de un humor contemporáneo, inteligente, cubanísimo y bien hecho.

Me atrevo a aseverar en estas líneas que Andrea Doimeadios, protagonista por excelencia del “divertimento”, ha conquistado la categoría de Actriz Revelación del humorismo en Cuba, con su desempeño en ese juego teatral convocado por  el actor Osvaldo Doimeadios, esta vez en calidad de director artístico, donde ella y Venecia Feria hacen derroche de talento, audacia, simpatía y rigor interpretativo.

No puedo referirme en este comentario a la apropiación que hace Andrea del texto, porque ha sido creado por ella y carga con todo el ingenio necesario en su estructura, para poner a dialogar coherentemente, desde el humor, situaciones cotidianas, contextos nacionales, conflictos existenciales, personajes, y una gama de cualidades y pasiones que marcan el imaginario popular, lo que le permite recorrerlo con gran soltura en toda su progresión, aún con la  mescolanza de matices que de principio a fin compone la escritura.

A partir de situaciones aparentemente disparatadas, la autora echa mano al intertexto como recurso forzoso, para situarnos siempre en el aquí y ahora, que inevitablemente incluye el antes y el posible después. La complicidad queda establecida desde la primera aparición de la Doimeadios, en una escena de silencio orgánico, para introducir el tono de humor exquisito, por el que irá transitando el espectáculo, hasta derivar en la farsa grotesca con la que alcanza el climax.

El virtuosismo de las interpretaciones de Andrea Doimeadios y Venecia Feria, la empatía que establecen y la pulcritud en el manejo de las acciones, los registros vocales, la intencionalidad del texto y el intercambio con los asistentes, desde las posibilidades y potencialidad de cada una de ellas, por si solo, garantizan el éxito del montaje. No obstante, lo complementa  una apropiada  estructuración de la puesta, el buen uso de los dispositivos escénicos, la excelente factura del vestuario, la utilería,  la funcionabilidad de los elementos escenográficos, la efectiva iluminación y recursos sonoros,  además de las soluciones para realizar los cambios, que implica el abandono de los personajes por las actrices al asumir otros roles.

Un montaje sin mas pretensiones de las necesarias para lograr coherencia entre todos los lenguajes de la escena y una visualidad armónica y grata,  permite tolerar las convenciones establecidas en su estructura, sin que se rompa el encanto, la atracción y la efectividad, desde el buen gusto y la  profesionalidad que demanda la gestión  teatral en estos tiempos.

Un título tan insinuante como La cita amplía su valor semántico. Convierte al público que ha acudido a ella en cómplice de las peripecias y en una fracción determinante en el ejercicio del humor y el discernimiento. La destreza y capacidad del experimentado actor Osvaldo Doimeadios, quien ha consolidado una brillante carrera también dentro del humorismo, ha sido un factor irrefutable  en la utilización certera de esos resortes escénicos que marcan los límites, e impiden caer en la banalidad y el abaratamiento de un  espectáculo desenfadado como el que propone.

La versatilidad de las actrices, su pasión y energía, la carga de verdad conque asumen los diversos roles, el valor que le conceden a la gestualidad y la eficacia interactiva, constituye el soporte ineludible de una puesta en escena, que tanto se agradece, como espacio de encuentro-cita con el humor criollo de este siglo y el buen teatro.

Al acudir a La cita en el Café Teatro del Brecht, nos estamos regalando diversión desde nuestro choteo cubano, en un recinto apropiado para compensar con el aplauso a Osvaldo Doimeadios por su legado como teatrista y como padre. Nos concedemos, además, la oportunidad de asistir  al crecimiento de una joven actriz, que ya despunta entre las que harán historia, porque sin exageración ni equívoco,  Andrea Doimeadios, con sus escasos años y a ritmo vertiginoso, se revela como una de las que figurará entre las mas célebres del humor femenino en Cuba, para continuar haciendo de la risa el bálsamo mejor contra cualquier dolencia del alma.