Por Beatriz Mendoza Triana
Gretchen Cristina Hernández Santana es una muchacha de 18 años de edad, de complexión delgada y mirada cubierta por espejuelos. Para esta joven la música y el baile son su mayor motivación, ya sea tocando algún batá, bailando flamenco o alguna coreografía de k-pop.
Su vida artística comenzó a muy temprana edad, a los cuatro años ya se introducía en el baile, y se apuntaba en varios proyectos de danza.
“Estuve en la compañía de Lilian Padrón, Danza Espiral, y en Alma Flamenca, donde también nos daban ballet y técnica de la danza, como una preparación para el flamenco. En este último estuve hasta hace poco, pues tuve que recesar un tiempo debido a la escuela y la música; además toco en la sinfónica”.
Aunque su favorito es el flamenco, Gretchen también ha incursionado en bailes folclóricos y populares cubanos; y dedica algún tiempo a danzar coreografías de k-pop, aunque este lo considera como un hobby.
Al toque del tambor
La percusión llegó a la vida de esta joven de improvisto, a pesar de saber que siempre estuvo ahí en su niña interior.
“Cuando yo estaba en cuarto grado una amiga me dijo que iría a un repaso de música, porque quería entrar a la escuela de arte. Entonces, fui con ella para hacerle compañía. En aquel momento faltaban nada más que cuatro meses para hacer las pruebas y le dije a mi mamá que quería entrar allí por música. Fue así como me empecé a preparar para las pruebas y, afortunadamente, las aprobé; en cambio mi amiga no. A pesar de todo nunca dejé el baile, renuncié a un par de cosas pero al baile nunca.
“Actualmente llevo entre nueve u ocho años en la percusión y estudio en la Escuela Provincial de Artes de Matanzas (EPA). Este tipo de música siempre me ha gustado, cuando pequeña siempre cogía un par de latas de azúcar que había en mi casa y me creía baterista. Además, vivo en La Marina, o sea que ese ambiente de rumba, de folclor, todo eso influyó en mí de cierta manera”.
A pesar de ello, confiesa que los estereotipos en este tipo de música la afectaron en varios momentos de su vida.
“Mi percusión favorita es a la que se le da con las manos, los batá, el bongó, la tumbadora; pero todo el mundo me dice que, flaquita y blanquita, eso es batería; pero no es así. Al principio era por ser mujer, después lo fue por ser blanca, flaquita, o por parecer delicada. De hecho, llego a un lugar y al lado mío puede estar sentada una bailarina, que para ellos yo soy la bailarina.’
“Mis instrumentos favoritos son las tumbadoras, eso fue amor a primera vista. Las vi, me enseñaron un poco de ellas, y con eso bastó. También se encuentran los batá, que cuando llegué a nivel medio en la EPA un profesor se encargó de enseñarnos muchísimo de ellos, y de verdad que les tengo tremendo amor. Por otra parte, también me gusta la percusión sinfónica, como el xilófono y los tímpanos, pero definitivamente me iría por la percusión cubana o folklórica”.
La llegada del K-POP
“Fue en septiembre del 2018, recuerdo que era el primer día de clases. Llegué a la escuela y una de mis mejores amigas me enseñó una coreografía de Black Pink, y entonces, como siempre me ha gustado bailar, eso me atrapó. Después investigué un poco del tema, y así me empezó a gustar este mundo”.
Uno de sus deseos siempre fue unir las cosas que más le apasionaban, el baile, la música y el k-pop.
“Hace poco competí en un concurso internacional llamado K-Community Challenge, en el cual no gané, pero era de percusión coreana con una canción de un grupo de k-pop llamado KARD. Participar en este evento me encantó, pues tocar percusión con instrumentos cubanos relacionaba la cultura coreana con la cubana”.
Para Gretchen lo más llamativo o ese elemento que siempre la atrapa en el k-pop lo constituyen las coreografías, además de la estética, la moda y el maquillaje. Incluso, afirma sentir una fascinación por el idioma coreano. Durante la pandemia lo estudió de forma autodidacta, aunque dice que ya de eso se acuerda muy poco.
La motivación para bailar este tipo de coreografías la encontró cuando se presentó por primera vez en la Casa de la Cultura Bonifacio Byrne, que la ayudó a conocer mucho más sobre esta cultura.
“Lo más emocionante de bailar k-pop es que son varios tipos de baile en uno, y eso para mí significa un reto. Me motiva al punto de que si quedó mal, no importa, lo hacemos otra vez”.
En el 2023 se le han cumplido varios sueños a esta joven, uno de ellos fue presentarse en el mes de mayo en el Teatro Sauto, con la Compañía Novadanza; para tiempo después volver como percusionista en un concierto de la EPA de Matanzas. También logró bailar en el programa televisivo Baila Conmigo del Canal Educativo. “No lo logré ver, pero una amiga tuvo el gesto de hacer una video llamada en la cual pude verme en la pantalla de su televisor. Me emocioné muchísimo, estaba hasta llorando”.
Otro de sus sueños sería competir en algunas de las ediciones del Kpop World Festival, con la oportunidad de ir a Corea del Sur, y así poder visitar y conocer ese país con el que comparte tanta afición.
Aunque el tiempo no le alcance o a veces tenga demasiadas cosas en mente, el baile, la percusión y el k-pop serán siempre parte de su vida.
Tomado del periódico Girón, Matanzas.