Por Roberto Pérez León
A pocos días de Festival de Teatro en Camagüey voy a atreverme decir que dudo ver otra puesta en escena que supere a El Encuentro, una realización de Teatro de Títeres La Salamandra. Les contaré a qué se debe tan temeraria declaración.
El teatro siempre será un despliegue de ideas. Lo que sucede es que hay teatro que propone ideas, que llega hasta imponer ideas y hay teatro que incita ideas; este es el bueno, y al que pertenece El Encuentro, un montaje que nos cuenta sobre una de las tiendas emblemáticas de La Habana de los años cincuenta.
A través de El Encuentro el pasado se sustancia desde la nostalgia por la magia del accionar escénico. Y déjenme advertir que se trata de una nostalgia prestada, porque lo que se representa es un acontecimiento habanero que la mayoría de los espectadores es muy probable que no tengan memoria concreta de él; sin embargo, la eficacia estética del suceso permite que hagamos una singular travesía teatral.
La Salamandra como colectivo de teatro de títeres hace de El Encuentro una visitación al pasado para andarlo y no juzgarlo, simplemente para consustanciarnos con él y disfrutarlo desde nuestra butaca bien puesta en el hoy, en el aquí y el ahora. El Encuentro no se luce con lo retro ni con lo vintage. Es una puesta en escena que se desborda en bríos artísticos.
Ederlys Rodríguez y Mario David Cárdenas han logrado hacer con El Encuentro una joya teatral de papel. Porque la historia se hace con recortes de papel, con imágenes de papel. Sin alardes técnicos ni retruécanos dramatúrgicos.
La concepción visual del espectáculo es sucesiva, torrencial. La realización escénica global, la composición de los personajes y elementos actuantes, todo de papel, conforman un inusitado discurso de una efectividad expresiva que llegamos como espectadores a abrazar el pasado y gozamos de su contacto mediante un discurso cuya sintaxis visual es de una modestia y certeza plástica admirable.
El Encuentro, de Teatro de Títeres La Salamandra, actúa sobre nuestra percepción como lo hace el arte auténtico. Tiene un modo esplendente de comunicar situaciones culturales, sociales, políticas que nos atañen.
Teatro de Títeres La Salamandra con El Encuentro no es estacionario, hace del pasado una existencia performativa. Se trata de un espectáculo antropológico de singular capacidad para satisfacer lo identitario desde la metafísica de la belleza simple.
Foto FNT