Irreverencia como gesto que incluye

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Por Yoamaris Neptuno Domínguez

La irreverencia no siempre se impone; a veces se ofrece como abrazo, como espacio donde cada cuerpo encuentra lugar para expresarse sin miedo. Bajo ese espíritu, del 8 al 12 de septiembre próximos se prevé realizar en el Centro Cultural Bertolt Brecht la Tercera Edición del Taller Movimiento Creativo para la INCLUSIÓN, organizado por IRREVERENCIA Producciones, con el acompañamiento del programa ACERCA de la Consejería Cultural de la Embajada de España en Cuba y el auspicio del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el Ministerio de Cultura de Cuba.

El encuentro, guiado por los especialistas españoles Teresa G. Valenzuela, Eiden Sánchez y Eva González, propone un diálogo pedagógico y creativo que pone al cuerpo en el centro: su movimiento, su memoria, su capacidad de transformar. A lo largo de sus ediciones, el taller ha reunido docentes, especialistas y personas sensibles o vulnerables a la exclusión, celebrando la diversidad de edades, capacidades funcionales, géneros, razas, culturas y contextos socioeconómicos. Este año, además de fortalecer lo ya logrado, se pone énfasis en la pluralidad de identidades y preferencias sexuales, reconociendo que la inclusión no es un destino, sino un proceso vivo que se construye desde la escucha, el respeto y la creación compartida.

Hay palabras que no se acomodan fácilmente en los márgenes, irreverencia es una de ellas. No siempre grita, pero nunca calla. Se manifiesta en una mirada que rehúsa bajar la cabeza, en una pregunta que incomoda con ternura, en un cuerpo que decide no encajar. En el ámbito escénico, la irreverencia se vuelve acto poético: una creadora que rompe el molde de lo que se espera, una obra que se atreve a nombrar lo innombrable, un gesto que desobedece sin perder la escucha.

Esta entrevista se adentra en ese territorio: el de quienes eligen la irreverencia como forma de cuidado, como resistencia sensible, como apuesta por imaginar futuros más justos. Conversamos con Eva González, artista que ha hecho de la desobediencia una herramienta para abrazar mejor, para abrir grietas en lo establecido y dejar que entre la luz.

Desde su mirada, exploramos cómo se escribe, se encarna y se celebra la irreverencia en el arte y en la vida. Porque ser irreverente también es cuidar la memoria, desafiar la repetición sin alma y defender el derecho a decir “no” cuando el mundo exige “sí”.

¿Qué aprendizajes han marcado el recorrido del taller desde su primera edición hasta hoy? 

Aprendimos a valorar la experiencia viva, la comunicación empática y compartir humanamente por encima de «conocimientos». No tenemos espacios para cuestionar nuestras exclusiones, para debatir y proponer caminos. Tampoco tenemos caminos para viabilizar nuestras inquietudes ni propuestas, caminos de avance. Aprendimos a sentir la equidad como necesidad y feliz encuentro. Aprendimos que es un trayecto largo y que, si nos cansamos, debemos auxiliarnos, sentir el colectivo para remontar. Y aprendimos que debemos construir las plataformas estables para conseguirlo. Tarea muy pendiente en todas las esferas sociales, y la creación debe tener compromiso primario con ello.

 ¿Cómo se construye un espacio seguro y creativo para cuerpos e identidades diversas?  

Construimos el espacio seguro simplemente con sonrisas y sentido del humor, descubriéndonos y aceptándonos como seres risibles, pero amables, diversos y valiosos. Practicamos el cuestionamiento, nos «cazamos» en nuestras propias actitudes excluyentes, en nuestras propias inhibiciones y prejuicios. Buscamos transformaciones de dentro afuera, para poder proponer de fuera a dentro. Cuestionamos pero no ENJUICIAMOS. Nos felicitamos de ser capaces de exponernos y compartir.

¿Qué gestos o dinámicas han revelado formas de exclusión que suelen pasar desapercibidas? 

La escucha de cada participante nos sorprende y nos da conciencia. Incluso el que se considera excluido se auto descubre prejuicios y actitudes excluyentes y/o autoexcluyentes. Desde la sutileza de la mirada, a la comunicación expresa. Podria hacer un listado de «escenas» vividas por los participantes que nos han abierto a mayor empatía y conciencia. Son demasiadas y se normalizan. Ese es uno de los principales objetivos a concienciarnos: no son normales. Frecuente no es sinónimo de «normal». Apuesto que descubriremos muchas más en este encuentro.

¿Qué huellas deja esta experiencia en quienes participan, más allá de lo técnico?

Ni siquiera creo que estos encuentros dejen huellas «técnicas». Uno puede consultar mil materiales (y ahora mismo con las redes e internet son interminables), con millones de técnicas y variantes. En mi experiencia eso no es el pollo del arroz con pollo. Hay facilitadores que usan tal o cual técnica así y les funciona, a otros no, otros la adaptan … Y nos la pasamos creyendo que ésta o aquella es mejor. O que, como conocemos muchas, poco tenemos ya que aprender (hay especialistas que, lamentablemente, se acercan con esa actitud a nuestra experiencia), cuando lo que moviliza nuestra práctica pedagógica – tanto del guía como del guiado – es la vivencia, el riesgo de experimentar, donde cada día, cada colectivo, me descubren un yo diferente y me abren a sentir al otro de manera renovada. Alumno y «maestro» aprenden y desaprenden recíprocamente. El aprendizaje teórico parte de cada experiencia vívida individual y colectiva, y lo «sabido» se reescribe, cambia, se enriquece.

¿Qué desafíos enfrentan al promover la inclusión desde el arte escénico en el contexto cubano?

El primer desafío es romper la idea limitante de que lo escénico requiere un público apreciador que aplaude o no. En nuestras propuestas percibimos lo escénico como puro juego donde me expongo en un espacio «burbuja» con diferentes reglas y libertades en cada práctica, parto de un «todo vale», hasta crear mis/nuestras propias reglas individuales y colectivas que además pueden fluctuar y cambiar.

Se educa la conciliación. Son ejercicios de libertad, donde la interacción escénica no busca aplauso. Con cada especialista las propuestas varían, pero siempre se refinan las dinámicas sobre la eficiencia de nuestra introspección e investigacion, de lo que queremos expresar, y del alcance que conseguimos tanto en la interacción intra escénica como en la comunicación total. Ahí establecemos el «mejorar» cada dinámica.

Es en ese punto donde puede surgir la «escena inclusiva» y ofrecer un espectáculo público, que obviamente es también una necesidad de nuestras artes escénicas en todos los niveles.

Pero no somos más inclusivos en el arte escénico porque asumamos personas con definida diversidad cognitiva, funcional, sexual, socioeconómica, racial, cultural, estética, geográfica, religiosa, etc. Si nos damos cuenta, ahí estamos todxs. No hay uniformidad, afortunadamente. Seremos más inclusivos en las artes escénicas si partimos de reconocernos, potenciarnos y valorarnos en las diversidades que ya poseemos, poniéndolas en prioridad de nuestro trabajo. Entonces podremos acercarnos a aquellas que creemos lejanas y que seguramente som más próximas de lo que creemos

 Hay muchos mitos y prejuicios a desmontar. Es una tarea necesaria en cualquier entorno, y en Cuba también.

La irreverencia como promesa compartida

Al despedirnos, queda flotando una certeza: la irreverencia no es solo ruptura, también es cuidado. Es el gesto que se atreve a preguntar distinto, a mirar con otros ojos, a sostener el silencio cuando hace falta. En la voz de Eva González, esa desobediencia se vuelve puente: entre generaciones, entre memorias, entre formas de estar en el mundo que no buscan encajar, sino expandirse.

Esta conversación no se cierra, cada palabra dicha, cada gesto compartido, nos invita a seguir imaginando espacios donde la diferencia no sea amenaza, sino potencia. Donde el arte no se limite a representar, sino que se atreva a transformar. Donde decir “no” sea también una forma de decir “sí” a lo que aún no existe, pero merece ser creado.

Gracias Eva por este recorrido. Que la irreverencia siga siendo faro, grieta y abrazo.

 

En portada: Fragmento del póster del Taller Movimiento Creativo para la Inclusión