Por Noel Bonilla-Chongo
“Yo os digo que es necesario llevar dentro de sí mismo el caos,
para poder engendrar una estrella danzarina”
Friedrich Nietzsche
Aún hoy después de tantos años y experiencias, conquistas y deudas, afirmaciones y negaciones, pruebas y errores, cuando un(a) investigador(a) de danza dice que su investigación está respaldada por una práctica, nuestra imaginación visibiliza una secuencia donde el o la investigadora en cuestión, trota, baila, se estira y encoge, salta y gira, actúa en el salón. En la inmediatez, el significado del término “práctica” sigue quedando en el terreno del training, del workshop transpirante, la respiración agitada, en la representación de una danza, de un baile. De ahí lo importante de contextualizar la noción de “práctica” en su perspectiva holística. También, la de identificar ese amplio panorama de modalidades de investigación donde se “invitan” las prácticas dentro de sus diversas modulaciones operativas. Así como la de ubicar las contribuciones que articulan, el lugar en la Danza, los temas y definen las relacionalidades “investigación & práctica”: el terreno actuante del investigador, el cuerpo observador/actor del investigador y el despliegue de su campo-cuerpo en el entorno holístico de su ser/hacer.
Si bien las prácticas y los discursos sobre/en la danza vienen, de un tiempo a esta parte, mostrando cierto grado de atención académica, crítica y, quizás en menor medida, dentro del universo ocupacional de coreógrafos y danzantes; este campo artístico y sociocultural apenas ha comenzado durante las últimas dos décadas a exhibirse abiertamente para ganar legitimidad en la universidad (ojo, con ello no quiero decir que la escritura de tesis y trabajo de diplomas en los treinta años de estudios superiores de danza y ballet en Cuba, no sea sedimento, plataforma hacia un pensamiento notable. Pero, la aparición tardía tiene sus raíces en la historia del estatus de la danza y el cuerpo en la filosofía occidental. Largamente marcado por el dualismo platónico, la danza ocupa, según los tiempos, un lugar más o menos central o secundario en la reflexión sobre las artes. Aunque los maestros de danza lo dotan de anotaciones y libros de texto teóricos (ejemplar en ese sentido la producción de los grandes maîtres del renacimiento italiano o la propia obra de Jean-Georges Noverre, por solo citar los más divulgados), no es muy valorado por las tradiciones intelectuales, que otorgan poca importancia a este patrimonio inmaterial relacionado con las costumbres orales. Tiene que esperar a que los primeros modernos aprecien su singularidad ontológica como lo hiciera Nietzsche, quien desde sus iniciales escritos se servirá de la danza como un recurso estético para describir, en un primer momento, el espíritu dionisíaco, y posteriormente las connotaciones del espíritu de la ligereza que se perfilaban de una manera paradigmática en la música del sur. El reconocimiento de la danza como objeto y sujeto de estudio a fines del siglo XX es el resultado de una lenta evolución de iniciativas aisladas, fenómenos de generación y procesos cruzados que vinculan innovaciones artísticas, necesidades analíticas y miradas investigativas de las ciencias.
Llegado este punto y entendiendo a la investigación como una actividad humana, que se caracteriza por ser reflexiva, sistemática y metódica, que tiene por finalidad obtener conocimientos, solucionar problemas, científicos, filosóficos, artísticos-creativos o empírico-técnicos, desarrollada mediante un proceso; es oportuno que investigación & práctica y su lugar en la Danza para mirar con(s)ciencia desde nuestra gestión universitaria, no pretenda cerrar ningún tipo de escritura. Bienvenidos han sido los testimonios de artistas u otros profesionales de la danza, las entrevistas o diálogos entre investigadores y / o artistas, así como reseñas de espectáculos o reseñas de libros, actas de coloquios y conferencias, al igual que traducciones al castellano de artículos publicados en otros idiomas.
Ahora, al estimar las actuales coordenadas de reordenamiento de la gestión universitaria, no sólo en lo referente a la dinamización de las estrategias curriculares en el proceso docente inherente al Plan de Estudios E, al necesario proceso de Acreditación o a las propias contracciones de los recursos materiales necesarios en la formación especializada de la danza, la investigación adquiere hoy más que nunca, un carácter esencial, cardinal, en tanto guía y plataforma genésica para la actualización del conocimiento. De su sinergia participativa en el diseño de planes de estudios, en los contenidos de programas de disciplinas y asignaturas, y sus correspondientes asociación y aplicabilidad en nuestras clases cotidianas, en los proyectos y trabajos de curso, de grado, de diplomas, tesis e investigaciones conducentes a la obtención de categorías y grados científicos y/o académicos superiores, se impone actuar con(s)ciencia.
En las relaciones arte-ciencia, cada día -con más certidumbre- se inter-vinculan dependientemente las márgenes de sus objetos de estudio en procura de un accionar sincrónico que denote sin tapujos, la importancia de asumir la investigación en arte como reificación de su valor en la transformación aportativa del ser humano; condición para devolvernos con mayor eficiencia especializada en la docencia, la producción científica, la extensión universitaria, el acompañamiento a los estudiantes en su formación integral, etc.
Investigación & Práctica, es asunto relacionante de urgente atención bajo las formulaciones de “práctica artística como investigación” o “investigación en y a través de las artes”, tema de discusión académica en los últimos años, que contiene elementos tanto de la filosofía (sobre todo, de la epistemología y la metodología) como de políticas y estrategias formativas de desarrollo y asociación hacia otros saberes.
Hoy por hoy, la investigación nos ayuda a mejorar el estudio de la danza porque nos permite establecer contacto con la realidad a fin de que la conozcamos mejor; volviéndose estímulo para la actividad intelectual creadora, favoreciendo la emergencia de la curiosidad creciente para solucionar problemas en la “práctica” de la danza. Además, la investigación contribuye al progreso de la lectura crítica. Justo desde esta mirada, varios de los proyectos de investigación (de estudiantes de pre y postgrado, así como de los docentes principales y adjuntos) gestados, erigidos o validados desde la Facultad Arte Danzario en los veinte años más reciente se ha vuelto tributo primario en nuestro contexto universitario.
Investigación & Práctica, de su lugar en la Danza para mirar con(s)ciencia al seno de los estudios superiores de danza en Cuba, más allá de alguna posible mirada esquiva, ingrata o ignorante (basta consultar estadísticas y records de la producción científica de estudiantes y docentes, su impacto e introducción de resultados, etc., que develará datos incuestionables), el comportamiento de los modos de “ser-en-danza” bajo el lema “la danza se piensa”, ha sabido actualizar las relación con el pasado, la memoria, la contemporaneidad. Hoy por hoy, el asunto de que la danza se explique desde la danza misma, desde el valor de su reidentificación corporal, de sus procesos de reconstrucción, del redimensionamiento del archiconocido carácter efímero de la escena, de la legalización del archivo o la documentación como recuperaciones del olvido, muestran zonas ganadas. Hoy por hoy, numerosas investigaciones/prácticas escénicas demuestran que el diálogo con el pasado (fuera de la nostalgia o la mitificación), replantea su propio presente para proyectar un mejor futuro posible. Entender cómo la responsabilidad de re-situar al cuerpo como un signo social, cultural y artístico relevante para leer e interpretar el rumbo de la propia historia de la danza en esta era posthistórica, es esencial. Hacer o practicar la historia no tiene tanto que ver con el deseo de formar parte de un discurso hegemónico, sino con mostrar las maneras en que la historia se escribe e indicar lo que la historia hace.
En este proceso, la disciplina histórica todavía está luchando por encontrar su lugar. Durante mucho tiempo, las narrativas canónicas producidas por los actores del medio han tomado el lugar de una «historia de la danza». Cuando, en el siglo XIX, las historias “generales o nacionales” de danza teatral y danzas sociales se multiplicaron en Europa, cayeron bajo la bandera de la fe en el progreso, presentando una reconstrucción etnocéntrica y lineal del pasado. Estos enfoques duraron hasta la segunda mitad del siglo XX, dejando un vasto dominio lejos de la realidad de la epistemología histórica. Sin embargo, a principios del siglo XXI, gracias a los nuevos campos abiertos por la historia cultural y los impulsos generados desde algunos proyectos de nuestra Facultad Arte Danzario, se comienza a encontrar un lugar en la investigación/práctica y su lugar en la Danza para mirar con ciencia.
continuará …
En portada: Cartel del Concurso de Coreografía e Interpretación Solamente Solos 2017, inspirado en dibujo espectaculo de Xavier Le Roi.