Por Roberto Pérez León
Traslado es una de las puestas en escena que el año pasado tuvimos en la octava edición de la Semana de Teatro Alemán en La Habana del 21 al 30 de septiembre, semana débil en cuanto a mostrarnos el teatro alemán en su verdadera dimensión, ya dije en su oportunidad que fue una jornada de teatro cubano inspirada en el teatro alemán.
Sin embargo, Impulso Teatro reivindicó el espíritu alemán con Traslado, una obra de Thomas Melle quien además es un excelente novelista, su 3000 euros es considerada una de las joyas literarias europeas de estos tiempos.
Melle, en Traslado, desde una simple escuela primaria, diseña una pirámide social con los trastornos propios de las insuficiencias humanas en una sociedad fracturada por existencias apuntaladas.
Traslado estuvo durante el mes marzo en la Casona de Línea. Fue una valiosa oportunidad para volver a ver este montaje en un espacio que le imprimió calidades que hicieron que tuviera perspectivas discursivas sorprendentes de la mano de Alexis Díaz de Villegas, como actor y director de Impulso Teatro.
El lugar de representación concebido es como la misma obra, opresor; nos involucramos en este montaje incluso desde el punto de vista espacial pese a que no dejamos de ser espectadores, lo que sucede es que en el encajonamiento que se logra por la realización escénica se consigue una precisa expresión de encierro, de estar atrapados.
Así sucedió en la puesta que tuvo lugar en la semana de teatro alemán cuando se estrenó Traslado en la sala Tito Junco del Bertolt Brecht; ahora que la vimos en el recinto de la Casona de Línea hubo mayor fortaleza dramática en cuanto a la espacialización del montaje, porque el espacio de la representación se hace mundo semiotizado desde una resituación que denota el mismo proceso de derrumbe al que llega el protagonista, el profesor Ronald.
Ronald es un pedagogo admirado, experimentado, admirado por su dedicación al trabajo, intachable en todo, mas de pronto es asaetado por las miserias humanas que se desatan cuando lo designan para dirigir la escuela cuando el director se jubila. Todos consideran que Ronald es la persona apta para ocupar la dirección del centro pues es un talentoso profesional.
No obstante, los maldicientes, difamadores, cuestionadores buscan y rebuscan para desarmar armonías. Y es que en el pasado del respetable profesor existe una mancha nada más y nada menos que de un padecimiento psiquiátrico; se descubre que durante años ha sido un maniaco depresivo, aunque tiene tratamiento médico con resultados excelentes al punto de que su padecimiento no le ha impedido ser el profesional que es. Pero los prejuicios y las murmuraciones de los padres de los alumnos, de los propios colegas empiezan a levantar un estado de opinión desfavorable alrededor de Ronald que cae desvalido en una aguda crisis donde es aprisionado por el estigma de una enfermedad amplificada por la envidia, la impotencia y la frustración de los otros.
Alexis Díaz de Villegas nos da un profesor Ronald de manifestación actoral precisa, con economía de emociones auténticas: poses, posiciones, expresividad vocal, reacciones gestuales, acontecimientos corporales.
Lo acompañan cuatro actores y tres actrices: siete jinetes del teatro como metáfora donde la poesía y el poema rigen con riesgo. Alejandro Jodoroski considera que para el inconsciente la metáfora funciona como una realidad.
Traslado es una propuesta que cobija un fecundo lenguaje de creación artística con un puñado de intenciones que nos aparan y nos hieren.
Traslado es una puesta en escena absoluta, no tiene costuras, está tejida desde todos los sistemas significantes que la conforman como una sólida pieza de hechura teatral que nos invita y a la vez nos desafía.
Alexis Díaz de Villegas como director nos permite transformar lo que ya él ha transformado desde el mismo proceso de producción artística. Es una puesta en escena hecha para nosotros y somos nosotros, como espectadores, los que tenemos que terminarla de hacerla.
Alexis Díaz de Villegas también como protagonista en esta puesta en escena nos confirma que en Traslado, como hecho teatral consolidado, no hubo espacio para lo empírico ni lo aleatorio, y mucho menos para lo azaroso.
En Traslado nada se desvanece, todos los componentes de la representación nos conducen a la reflexión y al desarrollo de una aguda sensibilidad. Ya en su momento quise llamar la atención sobre esta puesta, cuando se estrenó en la semana de teatro alemán y consideré que el colectivo Impulso Teatro había sido quien más me había permitido asistir a una propuesta estética y conceptual de poderío.
Dice Peter Brook “Uno va al teatro para encontrar vida en él, pero si no hay diferencia entre la vida y fuera y dentro del teatro, éste no tiene ningún sentido”.
Gracias, Impulso Teatro.
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