Por Yoamaris Neptuno Domínguez
Es 8 de abril y desde bien temprano veo un montón de mensajes en las redes sociales referenciando el cumpleaños 80 de René Alberto Fernández Santana y cada uno de ellos tiene un toque que distingue su figura y la impronta que ha marcado en la cultura cubana.
El dramaturgo recibe el agasajo a tono con los tiempos que corren, pero hay otro ser inquieto, perseverante, también del mundo titiritero que, como El Apóstol, cree que ‟Honrar, honra″ y no pierde la oportunidad de tenerlo físicamente. Desde la distancia geográfica que separa a Matanzas de La Habana me hace partícipe de cada uno de los pasos que van sucediendo en el Teatro Sauto, ese que ha sido testigo de tantas y tantas celebraciones y que, en su onomástico 161, reúne a muchos amigos para cantar ″Feliz Cumpleaños‟ a René, quien ostenta la condición de Premio Nacional de Teatro 2007.
La fiesta la organiza Rubén Darío Salazar Taquechel y los invitados llegan de «traje″ a esta provocación para realizar a lo que se ha propuesto sea una tertulia especial que dé voz al cumpleañero para que hable de su vida personal y artística a quien considera un hacedor de sueños, un padre incansable, el titiritero mayor.
Se ha dividido en dos el escenario y en una parte han situado dos sillas y una pequeña mesa con un jarrón con girasoles. Del otro lado se sientan los espectadores que, ávidos de conocer lo que viene después, aguardan atentos. Así el anfitrión comienza esta, que promete ser una función especial…
Cuando llegué a Matanzas en 1987, yo tenía 24 años y René Fernández cuarenta y algo muy cortos, era mucho más joven de lo que soy ahora. Tengo recuerdos gratos de aquellas horas de aprendizaje y vida. En Matanzas, a lo largo de toda Cuba y en sitios tan distantes como Colombia, México, España, Francia, Suecia y Rusia. René, aunque a algunos les parezca adusto, es realmente muy simpático e imaginativo, con esa fuerza imponente de los Aries mezclada con la de un Eleggua jodedor, en eso empatamos, mi signo Tauro le sigue en fechas en el zodíaco. Desde que lo conocí aprendí a deslindar lo que necesitaba de él y lo que no, sencillamente porque mi tiempo era otro y no cargaba con ese dolor inmenso del quinquenio gris. Su impronta creadora siempre fue mayúscula, subyugante y sorpresiva. Imagino, lo sé, me lo ha dicho, que me amó, me ama, con la certeza de saber que siempre he respetado su espacio y esos senderos recorridos que nadie le puede negar y mucho menos arrancar. Soy, y en esa existencia su presencia es tan cercana como lo puede ser un padre con un hijo.
Rubén, teléfono en mano, me va contando y siento que estoy allí. Siento que Matanzas queda lejos, muy lejos como para desear apretar su mano y decirle personalmente: Felicitaciones Maestro!!! Y gracias a la ayuda de ese pilluelo cómplice de loqueras teatrales y la bendición de WhatsApp (por supuesto) hago firme mi presencia en esta tertulia.
Me otorgo el privilegio de agradecer al director, diseñador, profesor; por compartir su sapiencia, sus ganas de siempre hacer, por incentivar y empujar(nos) a seguir, a pesar de los pesares y sin siquiera saberlo. Porque lo ha hecho y lo declaro absolutamente responsable. Lo incito a declararse culpable de que existan soñadores que no creen en fronteras, en límites porque su andar (el suyo) los (nos) inspira. No todos los días se cumplen 80 años, no todos los días se tiene la suerte de contar con un René. Le pido me conceda el placer de servirle, como tantos otros lo hacen, desde la humildad y sin llamar al universo para que lo vea.
Supe de los diversos regalos y reconocimientos que se suman a la multiplicidad que ya tiene, esta vez en forma de décimas, obras de artes visuales, música, representaciones teatrales y danzarias que llegaron a las manos del homenajeado en nombre de antiguos alumnos, sucesores, proyectos, organizaciones, instituciones; que reconocen la valía de René, y el significado que tiene su obra para la cultura matancera y cubana.
De plácemes Rubén dedica sus palabras y reconoce al «gigante de su corazón»
… Es ese (René) sobreviviente que nos queda de una época de oro como otras épocas no lo han sido. Ese brillo perdura, esa sabiduría que se aquilata con sabiduría y jamás con ingratitud. No te puedes descolocar con su luz de sol, potente y a veces cegadora si no te proteges con la intuición de la ley universal de selección natural. René es René y es único e irrepetible. No sé si quienes deben saberlo, cuidarlo, quererlo y respetarlo son conscientes de su valía, que tiene visos de incalculable. Puede que sí y me alegraría un montón, sencillamente porque es muy bonito y justo querer a quien lo ha dado TODO por la cultura y el teatro para niños y de títeres de este país, saltando aros de fuego y devolviendo ARTE. De su cubanía no voy a hablar, su teatro está escrito con las tintas de la patria y con eso se dice todo…
Podría no hacer esta pregunta, pero igual me atrevo, por reafirmar lo que puede ser obvio, pero merece quedar plasmado.
¿Por qué celebrar los 80 años de René Fernández Santana?
Es necesario tener en cuenta los aniversarios de nuestros hombres y mujeres imprescindibles, es un acto de justicia y respeto. Estoy seguro que hoy René fue inmensamente feliz.
Fotos: Enresto Cruz. Teatro Sauto