Graziella Pogolotti: “Lo Que Nos Unía Era Una Aspiración A La Emancipación Del País” (II)
Conferencia ofrecida por la doctora Graziela Pogolotti, Premio Nacional de Literatura y de la Enseñanza Artística, en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, como parte del pasado Festival de las Artes del ISA.
La influencia de Sartre se ha asociado siempre al existencialismo. En alguna mediada todos tuvimos un pequeño sarampión existencialista. El papel de Sartre fue determinante en el planteamiento del problema colonial.
En aquel momento Francia estaba involucrada en dos guerras coloniales importantes. Una de ellas en lo que entonces se llamaba Indochina: Vietnam, Laos y Cambodia, colonias francesas que luchaban por su independencia.
Había otra guerra colonial que también costaba la sangre de los franceses. Era la guerra de Argelia. Había un importante número de colonos franceses instalados en Argelia. No les voy a contar la guerra de Argelia, pero sí les voy a decir que hubo una generación que se desarrolló en torno a las consecuencias sociales y culturales del colonialismo. En Argelia y más allá de Argelia.
Sartre es el que lanza al conocimiento público a Frantz Fanon, que era de origen martiniqués, psiquiatra de profesión y que se instaló en Argelia para participar en aquella guerra de liberación. Fanon tiene una obra, sobre todo de los años ’60, ampliamente divulgada.
De esa manera se iba articulando un pensamiento anticolonial y se iban perfilando los intereses comunes de los países que también en aquella época comenzaron a llamarse países del tercer mundo, y que muy pronto integrarían el Movimiento de Países No Alineados.
Mi generación bebió de todas esas fuentes. Hubo algunos grupos de teatro que se mantenían con los esfuerzos propios de los actores. El cine no tenía manera de realizarse. La literatura subsistía en el mismo desamparo. Los artistas visuales, que podían contar con algunos salones para exponer, no tenían mercado.
Recuerdo que en aquellos años comenzaron a descubrirse los pozos petroleros en Venezuela. Muchas veces aparecían en las fincas de algunos venezolanos que de la noche a la mañana se convirtieron en millonarios. Entonces algunos artistas cubanos procuraban ir a hacer alguna exposición en Caracas porque ahí tenían un pequeño mercado. Así ocurrió con nombres ya bastante instalados como Wilfredo Lam.
Nosotros abogamos porque hubiera una plataforma institucional que permitiera, no solamente el desarrollo de proyectos individuales, sino la acción de un interlocutor, de un público, de un destinatario. A eso aspirábamos.
En medio de esa circunstancia se produce el golpe de estado del diez de marzo. El golpe de Batista. Esto hizo imposible, insostenible, inaceptable, cualquier relación de diálogo con el gobierno.
En aquel momento se convocó a una bienal de artes plásticas auspiciada por Batista. Los artistas cubanos de todas las generaciones, desde los supervivientes de la primera vanguardia, hasta los que estaban emergiendo en el Grupo de los Once se negaron a participar y organizaron una exposición que fue conocida popularmente como Contra Bienal que tuvo como lugar de auspicio la Sociedad Liceo, que es la actual Casa de Cultura de Calzada y 8 en el Vedado. Toda esa construcción fue ocupada por esa exposición que se conoció con el nombre de Homenaje a Martí y fue quizás una de las mejores exposiciones de aquellos tiempos.
Como es lógico los jóvenes tratamos de reagruparnos, a veces bajo el paraguas de alguna publicación establecida. En aquel momento Orígenes estaba a punto de desaparecer por razones económicas y además mantenía líneas que no todos compartíamos. Allí quedaron agrupados algunos jóvenes que se incorporaron al Grupo Orígenes como los poetas Pablo Armando Fernández y Roberto Fernández Retamar, por ejemplo.
Por otro lado, había surgido la Revista Ciclón que contaba con la orientación intelectual de Virgilio Piñera, que era eminentemente anticonvencional, y en torno a la cual se agruparon un grupo de jóvenes que después se volverían a reunir en Lunes de Revolución. La gran mayoría de los animadores de Lunes de Revolución habían empezado a publicar en Ciclón.
Otro sector importante de los jóvenes de entonces se agrupó alrededor de Nuestro Tiempo. Nuestro Tiempo era una institución que tenía el auspicio del Partido Socialista Popular (PSP) y tenía, según supe muchos años más tarde, en su seno, a un grupo de militantes del PSP que respondían a los lineamientos trazados por Carlos Rafael Rodríguez, Mirta Aguirre y otros compañeros. Sin embargo, no impusieron líneas estéticas de ninguna índole.
Lo que nos unía, a todos, era una aspiración a la transformación del país, a la emancipación del país, una plataforma antiimperialista y también la voluntad de desarrollar nuestro programa artístico y cultural.
Graziela Pogolotti: «Cuba No Solo Estaba En La Periferia Del Mercado, Estaba Fuera Del Mercado» (I)