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Gascó, ese eterno paladín de la magia

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Por Yelaine Martínez Herrera

Toma un barco de papel entre manos y el transporte se vuelve otra figura, y otra, y otra… El mago Manuel Romero Gascó hechiza con sus actuaciones y uno termina riendo a carcajadas o absorto en el asombro junto al niño que llevamos dentro y los actuales príncipes enanos. Recuerdo especialmente su presentación en la biblioteca provincial José Martí, de Las Tunas, en los últimos meses del pasado calendario.

Y es que las buenas presentaciones no se olvidan. Y es que, aunque uno no sepa a ciencia cierta dónde estuvo el truco y, aunque quizás los pequeños no recuerden su nombre, seguramente –como yo- se acuerdan de cómo les hizo sentir. Por eso, montada sobre un imaginario barco de papel, vuelvo a buscarlo. Comparto con ustedes este diálogo, ocurrido en noviembre de 2023. La magia todo lo puede.

Vamos a ver, por dónde empiezo, este es capaz de sacarme de la chistera preguntas a mí y convertirme de entrevistadora a entrevistada. Pero no. Gascó es un hombre chévere, que me dice con total franqueza que se sorprendió cuando en el 2022 le otorgaron el Premio Nacional de Circo y me trata como si me conociera de toda la vida. Así, el diálogo no se hace esperar…

Hábleme de su familia, su infancia y raíz en el arte.

Provengo de una familia de obreros de diferentes sectores, donde no existía atracción por el arte. Sin embargo, un día cerré los ojos y vi a mi abuelo por parte de padre animando un circo con un acordeón. Esto lo soñé más bien por cosas que me contaba mi tío, Perfecto Romero, quien tuvo el orgullo de ser el fotógrafo de la Columna del Che, seleccionado por el propio Guerrillero Heroico. Esa es mi referencia más cercana en el arte.

Siendo niño, lo que me motivaba era la plástica, pintar, dibujar… Incluso, me encaminaron en escuelas de este tipo, pero eso no fue lo que marcó mi vida obviamente. Sí dibujé un tiempo y hasta, cuando estudiaba Literatura en la Escuela Nacional de Instructores de Arte, armé mis propias exposiciones y en el municipio Julio Antonio Mella impulsé una galería. La literatura vino después, con los primeros poemas de enamorado.

Entonces, cómo llegó la magia a su vida. Cuénteme de esa génesis y vivencias esenciales para su desarrollo como artista.

Mi cátedra –desde el punto de vista escénico- fue, en primer lugar, la Escuela de Magia de Santiago de Cuba, dirigida por Alberto Pujals («Príncipe Alberto») y José Álvarez Ayra, en la cual estuve desde que tenía 12 años. Allí aprendí sobre técnica, cómo presentar la magia y muchas otras cosas. Luego vino la compañía Variedades Santiago, en la que he estado casi toda la vida, unas veces como director general, otras como director artístico o como mago. Y todo el tiempo he aprendido y aportado lo que realmente he creído de valor.

Me tocó, por ejemplo, llevar por primera vez a esa compañía a un escenario. Lo hicimos con el espectáculo Mágica Sonrisa. Y desde entonces no hemos dejado de estrenar espectáculos. Previamente solo se presentaba la Brigada de Magos y Payasos (como se llamaba antes) a nivel de plazas, comunidades, centros de trabajo… Por eso, estoy y siempre estaré muy agradecido con los colegas de Variedades Santiago.

Cuénteme algunas anécdotas que le hayan marcado…

Una vez llevamos un espectáculo a Camagüey y yo tenía una escena solo. Cuando salí al escenario, había olvidado preparar mi juego. Como llevaba el material, lo tuve que hacer delante del público sin que se diera cuenta. Y logré salir airoso. Al final del espectáculo, nos reunimos todos y Alberto Pujals me dijo: «Manolito, te quiero felicitar, pero te pido que esto no pase nunca más».

Otra anécdota que recuerdo con mucho cariño ocurrió en una actuación en la ciudad de Toledo, España. Estábamos en una plaza, bastante concurrida. Cuando se terminó el espectáculo, entré al sitio donde nos preparamos antes de presentarnos y me entregué a las tareas de doblar pañuelos, guardar varitas y cosas así, en eso veo a un niño de tres o cuatro años que me dice: «Mago, qué bien te has portado». Con la misma dio media vuelta y se largó. Eso fue para mí como el gran premio. Inolvidable.

Mi viejo, el maestro Alberto Pujals, me recibió cuando yo tenía 12 años y, realmente, para incluirme en la Escuela debía tener no menos de 15 y estar en el preuniversitario. Pero yo le dije que estaba en el pre e hice un par de juegos mal hechos. Parece que él se dejó convencer, aunque estaba seguro que le estaba mintiendo. Con los años, cada vez que venían magos nuevos, él me presentaba y contaba la anécdota diciendo que, en aquel entonces,  había hecho mi magia con tanta dignidad que a él no le quedó más remedio que hacerse el engañado y aceptarme. No me cansaba de oír esa anécdota.

Con su experiencia en viajes a otros países por motivos culturales y su interacción con magos diversos, qué cree que marca la diferencia entre la magia que se realiza en Cuba y la foránea.

La magia cubana indudablemente tiene un estilo muy especial. Es una sola vertiente artística, lo que la diferencia es su presentación. Cada país desarrolla su estilo, perfecciona más una técnica que otra, a veces se dedican más a la Cartomagia, o a las Grandes Ilusiones…, pero –en sentido general- lo que distingue es la manera de llevar la magia al público.

Cuba, desde hace unos años, ha tenido un grupo de jóvenes con un estilo muy personal y cubano. Ese ritmo en la escena, ese carisma, esa manera de interrelacionarse con el público, es realmente diferente, no mejor ni peor, sino diferente. Y la gente lo nota. Y los magos los aplauden a nivel internacional.

La docencia ha sido otra de sus grandes pasiones. ¿Por qué?

Enseñar magia es, para mí, como un pago que tengo que realizar. Porque, cuando era un niño, me acogió mi maestro Alberto Pujals en su hogar, donde radicaba la Escuela de Magia de Santiago de Cuba. Allí, sin que me pidiera un centavo a cambio, estuve casi toda mi vida aprendiendo. Eso tiene gran valor, y tiene que pagarse enseñando a otros igual que me enseñaron a mí.

Además, durante dos años, en el municipio «Julio Antonio Mella», me desempeñé como asesor literario. En ese tiempo pude impulsar talleres, un boletín llamado El Jagua y, poco a poco, reunir a algunos interesados por las letras. Y aprendí mucho de ellos. El resto de tiempo he sido un profesor que ha estado en su casa y todos los días alguien llama pidiendo un consejo.

El humor ha sido uno de los elementos característicos de sus rutinas. ¿Cuán importante y difícil es esta herramienta para la actuación?

El humor en la magia es muy, muy difícil. Porque como mismo puede aportar mucho, también puede herir a la magia. Si un artista escénico nuestro se deja llevar por el humor en demasía, la magia puede quedar en un segundo plano y perder toda su fuerza. Puede estar presente hasta el último minuto, pero el artista debe saber cuándo parar y decir: aquí está el mago. Eso es fundamental. De ahí el necesario estudio de nuestra presentación. No dejarnos llevar por ir hilvanando un chiste detrás de otro. Cada cosa debe ponerse en su sitio.

Mi humor en particular es un poco extraño, un poco anglosajón. Vino solo, no lo busqué. Paradójicamente, soy una persona aparentemente muy seria, así me comporto en mi vida diaria, inclusive, después que salgo a escena sigo siendo una persona seria a la que le ocurren cosas risibles. Quizás en ese contraste esté lo interesante en mi caso. En ese sentido, les debo mucho a los payasos de Variedades Santiago y mis maestros en escena. Sencillamente me dejo llevar y disfruto con las situaciones que me crean los niños en el escenario.

¿Qué sintió cuándo le otorgaron el Premio Nacional de Circo 2022?

Fue realmente una sorpresa. Hay muchos artistas con gran nivel. Además, el circo abarca muchas manifestaciones, la magia es solo una gota dentro de ese monstruo hermoso. Cuando me dieron el premio no pensaba que me premiaban a mí, sino a la magia y, con ella, a tantos otros que merecen ese lauro. Además, fue la primera vez que se premió a la magia en esa lid, instituida en el 2020. Fue algo grande.

¿Cuánto de magia hay en esa simbiosis suya entre la Prestidigitación y la Literatura? ¿Cómo llegaron las letras a expresar sus latidos mágicos?

Es sencillamente mi deseo de abarcar mucho. Las letras (la poesía en un principio y luego la narrativa) me han acompañado al punto de que estudié profesionalmente Literatura. Me gradué de esa especialidad y tengo que llevar a la par ambas cosas. Incluso, escribo los guiones de los espectáculos que presento, no solo los personales, también con la compañía Variedades Santiago, que durante muchos años dirigí, desde el punto de vista general y en la vertiente artística.

Hoy tengo el orgullo de tener publicado, además de Por el mar de las Antillas, Tornados de Piedralisa. Ambos libros salieron por la editorial Ledoria, de España, y se presentaron en mayo de 2023, en la Feria del Libro de Toledo.

La biblioteca provincial José Martí, de Las Tunas, cuenta con un ejemplar de Por el mar de las Antillas, donado por usted. Es interesante cómo trabajar para el público infantil ha marcado buena parte de su vida y obra…

Me inspira el amor a los niños, para ellos trabajo, por ellos creo, por ellos sueño. Este texto en particular no es de magia en todo el sentido de la palabra, pues abarca un poco más. Quiero que vayan a la poesía, por eso le dedico el libro a Nicolás Guillén, como vislumbra el título. Deseo que los niños conozcan la papiroflexia, ese cultivar figuras con un simple doblez del papel. Es una mezcla interesante que se resume en la papiromagia.

¿Qué otras publicaciones posee?

Tengo otros libros preparados. La Uneac y Ediciones Caserón, en Santiago de Cuba, hace años intenta publicar La magia de los magos. También estoy tratando de que salga por otra vía el Abrakalibro. El primero narra sobre la Prestidigitación, enseña juegos de magia, incluye anécdotas… El segundo es un libro de crónicas o anécdotas, que lo que hace es contar lo que me ocurre a diario con los niños en una fiesta de cumpleaños, en un teatro, en una plaza…

Cuando se desempeña como jurado o como parte de la Comisión Nacional de Evaluación Artística, qué cualidades busca en los competidores o evaluados, qué no debe faltarles.

Un artista, ya sea en una competencia o cuando se evalúa, debe respetar una serie de parámetros como es el desenvolvimiento escénico, la música, el vestuario, la presentación de sus equipos, la dicción, la técnica, la forma de relacionarse con el público… Pero, algo que siempre busco es la originalidad, ya sea en el juego o en el modo de presentar la magia, eso que hace diferente a uno de otro. La diferencia hay que buscarla. Tenemos que llevar el arte de la magia a un nivel superior.

¿Cuáles son sus proyectos futuros?

No soy de las personas que se sienta a hacer proyectos, me gusta más vivir el día a día y pensar en lo más próximo. Ya cuando, por las razones que sean, tenga que dejar el escenario, pienso dedicarme más a la docencia. Aspiro a tener un local donde los jóvenes se reúnan y hablen no solo de magia, sino de arte, en general. Un lugar donde se realicen actividades y pueda hasta invitar a creadores de otras provincias. Porque todas las expresiones artísticas enriquecen nuestro quehacer. Y lograr, poco a poco, algo parecido a lo que era la Escuela de Magia de Santiago de Cuba. Ese es uno de mis sueños, como lo ha sido antes de Alberto Pujals y José Álvarez Ayra. Voy a luchar por eso porque la magia cubana lo necesita.

Ahora, mi gran sueño es lograr la solidaridad entre los magos, no solo de Santiago de Cuba, sino de todo el país y más allá. La magia durante mucho tiempo estuvo muy protegida en cajas fuertes y a sus artífices no se les ocurría, ni remotamente, contarles sus secretos a otros. El temor a la competencia creó algo que fue desagradable, realmente no se quería cooperar.

Si hipotéticamente viajara en el tiempo y pudiera decirle algo al Gascó de 12 años que se encaminaba en el mundo del ilusionismo, qué le diría.

Que se interese por el arte, en general, que estudie, lea mucho, aprenda todo lo posible de las diferentes manifestaciones…, para ser un artista integral. Entre más nivel tenemos, mejor será nuestra magia. Eso deberían hacer todos los magos.

¿Qué significa para usted Las Tunas en el contexto mágico y, en particular, el festival nacional de magia Ánfora?

Llevo muchos años visitando esa ciudad y participando en el Ánfora, un evento donde se adquiere experiencia, se aprende de otros colegas y por eso, siento que le debo parte de lo que soy. De hecho, mi rutina de corbatas –que me caracteriza internacionalmente- nació en esa ciudad, observando a un mago aficionado ejecutar el acto de la corbata que se alarga infinitamente. Cuando lo vi supe que era lo que quería hacer y, luego, pasé una década perfeccionándolo, pero hoy es uno de mis grandes orgullos. En el Balcón de Oriente se me ha aplaudido considerablemente. El Ánfora nunca debe morir.

Más de cuatro décadas lleva Gascó al servicio de la magia, tiempo en que no solo ha regalado exquisitos números como la Rutina de Corbatas y el Papel Plisado, sino que también se ha preocupado por la formación de otros talentos y la socialización de saberes en giras nacionales e internacionales, en función de jurado de eventos mágicos o como miembro de la Comisión Nacional de Evaluación Artística. Múltiples premios y reconocimientos adornan su palmarés. Por eso, no extrañan las palabras de la Premio Nacional de Teatro 2022 Corina Mestre cuando expresó (parafraseado) que en este artista integral se cumple la máxima martiana de «la utilidad de la virtud». En Gascó la magia tiene un eterno paladín.

Foto ReyLópez