Por Kenny Ortigas Guerrero
Se hace común por estos días el uso del término resiliencia, como esa capacidad de enfrentar y sobreponerse a experiencias complejas, que incluso, pueden resultar traumáticas.
La creación artística y el servicio social que entraña llevar una obra frente a un público en la Cuba de hoy, también está permeado de múltiples contratiempos y desasosiegos que perturban no solo la estabilidad de la programación cultural, sino que pueden desestabilizar el funcionamiento orgánico de agrupaciones y procesos de trabajo, elementos estos muy peligrosos para el desarrollo presente y futuro de las expresiones artísticas.
Pero, ¿qué hacer en medio de un contexto plagado de incertidumbres donde cada día muestra contrastes extremos respecto al anterior? ¿Cómo adoptar una posición, quizás hasta camaleónica, que permita sobrevivir con dignidad y prestancia a la voracidad implacable de un ritmo de vida disonante?
Un ejemplo de cómo replantearse estas dinámicas lo constituyó la Jornada Feria Fiñe que, en saludo a los 63 años del Guiñol de Camagüey, lideró esta agrupación junto a su Consejo de las Artes Escénicas, desde el 10 al 16 de febrero.
Teatro a toda costa…
Faltando solo un día para comenzar estas actividades, cuando se tenía ya un diseño de programación que abarcaba algunas de las instalaciones teatrales de la ciudad y otros espacios como escuelas y plazas públicas, reapareció una vez más el fantasma persistente de la crisis energética y, aunque evidentemente no hemos salido de ella, se tenía como sitio seguro al llamado Corredor Cultural, espacio protegido de apagones, pero que esta vez ni siquiera pudo sostenerse al embate del nuevo descalabro.
Entradas vendidas para el Circo Areito en el Teatro Principal, también presentaciones en el Teatro Avellaneda, en fin, todo debía modificarse. Pero, como buenos cubanos, acostumbrados a batallar y no dar a torcer el brazo, se dijo que “al mal tiempo, buena cara”.
Entonces, Jesús Vidal Rueda Infante, Director General del Guiñol, con el apoyo de su colectivo y la dirección de Artes Escénicas cambiaron los escenarios por los lobby de los teatros, los requerimientos técnicos que necesitaban de energía eléctrica, se tradujeron en un extra en la interpretación de los actores y dicho de esta manera, en medio del apagón apareció la luz, una potente y brillante estrella que bajo ninguna circunstancia se puede extinguir, esa es la de “una profunda vocación de servicio” como diría la querida Corina Mestre.
El público nunca se marchó…
El acompañamiento de público, sobre todo el infantil a quien estaba obviamente dedicada la jornada, fue exquisito, radicando ahí el principal lauro de esta idea. Cada espectáculo devolvió con creces a sus espectadores, el regalo del simple hecho de asistir y participar activamente. Lo hizo con sonrisas, reflexiones y una sincera invitación al convivio, a no dejar que muera la capacidad de soñar.
La experiencia que tuve con el espectáculo callejero Ciclo sin fin, del Guiñol de Camagüey en la Plaza de los trabajadores fue muy gratificante, tanto así que la representación producía a su vez otro espectáculo en el público y los niños expresaban con sus cuerpos infinidad de reacciones cuando el monstruo malvado arrancaba los tarros al venado o quitaba los colmillos al elefante.
Se percibía una conciencia natural e ingenua de lo imprescindible de ser buenos seres humanos, de cultivar esos valores que viven innatos en cada de nosotros y que solo a través de su ejercicio el mundo cambiaría sus tonos grises por grandes arcoíris.
Acudieron al llamado del Guiñol para celebrar su aniversario el Guiñol de Remedios, de la hermana provincia de Villa Clara, Teatro Andante de Granma, Teatro Primero de Ciego de Ávila y los artistas tuneros Tony Fernández y Verónica Hinojosa, en el caso de esta última -importante actriz y narradora oral- fue merecedora, junto al actor y diseñador Mauricio Álvarez Romo y la costurera Migdalia Bencomo Álvarez, ambos miembros del Guiñol de Camagüey, del Reconocimiento Mario Guerrero, instituido dentro del evento para personas e instituciones con trabajo destacado en el teatro para niños, que también rinde homenaje a ese grande del teatro de animación de figuras, cuyo legado lo sostienen las nuevas generaciones ingeniándoselas con creatividad, constancia y voluntad férreas.
Feria Fiñe & imposibles
Cada uno de estos invitados distinguieron el programa aniversario, aportando brillo con su talento y gran sensibilidad artística. No se organizaba desde hacía varios años una jornada como esta pues, aunque dentro del Festival de Teatro de Camagüey existen segmentos dedicados al Teatro para niños, no era exclusivo para este tipo de espectador.
La Feria Fiñe significa un paso certero en la atención a este grupo etario como prioridad dentro de la política cultural del país, las opiniones emanadas de los asistentes a las actividades convidan a que se realice cada año y que logre extender mucho más su alcance, el solo hecho de haber conquistado el corazón de los pequeñines y de sus familias, ya lo asegura, pues para el Guiñol de Camagüey tampoco existen imposibles.