Ramiro Guerra, el fundador de la danza moderna cubana y su figura de máxima inspiración, acaba de fallecer en horas de la mañana, de este 1ro de mayo. Nacido en 1927, en La Habana, Ramiro fue la principal figura de un movimiento que colocó a Cuba en la élite de la danza mundial.
Graduado de Derecho en la Universidad de La Habana, en 1949, Ramiro Guerra cambió el rumbo de su camino hacia la danza y se convirtió en maestro, bailarín, coreógrafo, investigador y crítico.
Tras sus estudios, primero con Nina Berchinina, luego en Pro Arte Musical de La Habana con Alberto Alonso, y finalmente en los Estados Unidos, con Martha Graham, Doris Humphrey, Charles Weidman, y José Limón, Ramiro regresó a Cuba y realizó presentaciones en solitario y algunas coreografías para las salitas teatrales de La Habana, en los años 50 del siglo pasado.
Su liderazgo fue decisivo para la fundación del Conjunto Nacional de Danza Moderna, en 1959. Pero el éxito de su labor tuvo el respaldo, colaboración, y experiencia, de figuras provenientes de Estados Unidos y México, que ayudaron en la formación técnica de los primeros bailarines de la danza moderna cubana. Lorna Burdsall, Elfrieda Malher, Elena Noriega, y Manuel Hiram, son nombres claves para la consolidación de los primeros diez años del Conjunto.
Los espectáculos inaugurales de la compañía, con la firma de Ramiro Guerra, reflejaban el pasado histórico de nuestro país. Para la primera función del 18 de febrero de 1960, en el Teatro Nacional, Guerra mostró dos títulos definitivamente cubanos: Mulato, con música de Amadeo Roldán, y Mambí, con partitura de Juan Blanco.
Algunos consideraban que su mérito fue haber usado elementos estilísticos con imaginación, sin concesiones, en busca de un arte grande, más allá de lo meramente pintoresco y anecdótico.
Su rica obra creadora incluye títulos paradigmáticos como Suite Yoruba (1960), La Rebambaramba (1961), Orfeo Antillano (1964), Medea y los negreros (1968), en una primera etapa; y luego Improntu Galante (1970), una pieza que apuntaba hacia el experimento; pero sobre todo Decálogo del Apocalipsis, (1971), le dieron un sello original a Ramiro como creador.
En su extensa lista de investigaciones se destacan títulos como Apreciación de la danza (1968), Teatralización del folklore y otros ensayos (1988), Calibán danzante. Procesos etno-culturales de la danza en Latinoamérica y el Caribe (1993), Coordenadas danzarias (2000), Eros baila, danza y sexualidad (2000), y De la narratividad al abstraccionismo en la danza (2003); estos últimos Premio Alejo Carpentier de Ensayo, y Premio de Investigación del Instituto Juan Marinello, respectivamente.
Durante su rica vida profesional mereció el Premio Nacional de Danza en 1999, y fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de las Artes (ISA), entre una larga lista de condecoraciones y lauros
Tras su muerte deja un enorme legado que ha servido de ejemplo a cientos de bailarines cubanos y de muchas latitudes del mundo.
Atendiendo a su última voluntad sus restos serán cremados. El Consejo Nacional de las Artes Escénicas informará en las próximas horas sobre el homenaje que se le tributará a esta gran figura de la Cultura Cubana.
Redacción Mercedes Borges Bartutis
Foto Archivo Cubaescena