Por Diane Martínez Cobas
Don Quijote desempolvado por Marius Petipa en 1869, es uno de los ballets más completos dentro de los repertorios de las grandes compañías. Destaca la participación masculina en viriles danzas toreras y gitanas; la seducción de los roles femeninos dentro del mundo de las castañuelas.
El Ballet Nacional de Cuba retoma su versión de este clásico en 2016. Sadaise Arencibia y su nuevo partainer, Raúl Abreu, fueron los protagonistas de la noche del viernes, donde los aplausos no se hicieron esperar en la sala García Lorca. Las funciones fueron un homenaje al 90 cumpleaños del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro.
La adaptación cubana de Don Quijote es un enfoque del siglo XIX, en que el famoso Hidalgo de la Mancha no era más que un personaje famoso por sus hazañas y el pueblo español iba a su estatua, en búsqueda de consejos. Rompe con el guión original, pero mantiene la similitud con el fragmento de la famosa novela, en que se menciona las bodas de Camacho.
Estas funciones comenzaron el fin de semana anterior, con el estreno en el personaje de Basilio el barbero, de Rafael Quenedit, junto a la bailarina Gretel Morejón, y de Patricio Revé con la experimentada Viengsay Valdés. Estos muchachos se incorporaron hace poco tiempo a las filas del Ballet Nacional de Cuba y al igual que Abreu, hoy debutan en roles protagónicos haciendo valer labor fundamental de la Escuela Cubana de Ballet.
El joven bailarín Raúl Abreu, con solo 18 años, supo hacer suya la escena. Aunque en el pas de deux del tercer acto no estuvo a la altura de los intérpretes masculinos que estamos acostumbrados a ver, su presentación fue digna durante toda la obra, convirtiéndose en uno de los mejores bailarines con los que cuenta, actualmente, la compañía.
Sadaise Arencibia demostró más seguridad en su papel de Kitri y reafirmó que es una de las favoritas del público. Deslumbró con la suavidad natural que la caracteriza y con la amplitud en sus movimientos, algo a lo nos hemos adaptado a ver en cada uno de sus protagónicos. Pero con esta Kitri se lució en balances y giros.
El cuerpo de baile estuvo a la altura de las primeras figuras e hicieron de los bailables momentos en donde expusieron todas las amplitudes técnicas. Con estas demostraciones, los jóvenes bailarines resaltaron que Don Quijote es una pieza, en que el cuerpo de baile debe tener gran solidez. La danza de las espadas fue uno de los momentos especiales de la noche por el virtuosismo de los muchachos, encabezada por Adrián Masvidal, quien encarnó el torero Espada. Este intérprete estrenó recientemente asumió, por vez primera, el príncipe Sifrido en El lago de los cisnes.
Con esta temporada Don Quijote, el Ballet Nacional de Cuba continúa abriendo el camino hacia la edición 25 del Festival Internacional de Ballet de La Habana, que comenzará el próximo mes de octubre, con sede en varios teatros capitalinos. En este evento como es habitual, se repondrán muchas de las obras clásicas que tanto disfruta el público y no solo sorprenderán estos bailarines como nuevos Basilios, sino que ya se esperará sus debuts en otras piezas.