Estilo, tradición e innovación si (con-ciencia) en la danza se trata (3)

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Por Noel Bonilla-Chongo

Al hablar de Escuela Cubana de Danza Moderna (ECDM), como hemos venido remarcando en esta serie, se impondrá siempre el regreso a la impronta fundante de Ramiro Guerra y su ser bitácora en los nuevos caminos que emprendería esta modalidad danzaria en el país. Sus obras primarias, al tiempo que develaban esencias identitarias de “lo cubano en la danza”, mostraban cómo tramar, in progress, la conquista de nuevos territorios de expresión. De ahí se fue labrando una poética dancística tanto en la técnica como en sus modos coreográficos. Con el Conjunto Nacional de Danza Moderna (hoy Danza Contemporánea de Cuba), radicado desde 1959 en el Teatro Nacional de Cuba, el quehacer de la ECDM ha sido laboratorio de búsqueda, encuentro, fragmentación, estilo, tradición, diáspora e innovación oportunas.

De igual modo, las voces de nuestras mejores maestras y maestros que en ella se mezclan nos permitirán avanzar en la necesaria sistematización de los saberes, distintos y hasta encontrados, donde se ha sustentado la propagada fortaleza de todo lo que en materia de Técnica de la Danza y sus Metodologías para la enseñanza se ha producido entre escuelas y agrupaciones de danza.

Así es para Lourdes Ulacia, quien ha consagrado su vida profesional a la investigación didáctica e instrucción concreta de la Técnica de la Danza, al punto de haber producido como pocas, un reacomodo fundamentado del tránsito que va de lo más conservador e hierático de la técnica, a modulaciones, proceso de desarrollo de habilidades, capacidades expresivas, motoras y creativas menos coercitivas. La diaria confrontación con su trabajo de enseñanza técnica/corporal, el cual le revela sensaciones siempre nuevas, a nivel de percepción de sí mismas, del espacio-tiempo, del manejo energético, etcétera, nos sirve de distinguido pórtico.

Con la maestra Ulacia, ese reclamo de reflexionar sobre nuestro entrenamiento técnico, se expresa al “analizar en teoría lo que realizamos en la práctica”. Y así, sustentar que dicho análisis sobre la técnica, rebasa el objeto en cuestión, pues sería pertinente abrazar el concepto de “Escuela Cubana de Danza Moderna”, estando en él contenido no solo la técnica, sino todos sus presupuestos estéticos, la organización de sus contenidos, la combinación de conocimientos, su sistema de enseñanza y la síntesis de todo esto expresado en el arte coreográfico; hecho que “la hacen peculiar y reconocida en el ámbito danzario universal”.

Defiende Lourdes el criterio de que la Técnica Cubana de Danza Moderna es la asimilación con un carácter creativo de las técnicas universales de danza moderna, con una forma muy peculiar de hacer y con un estilo propio, partiendo de nuestra idiosincrasia, forma de movernos, de gesticular, etc., incluyendo las herencias folklóricas, tanto musicales como de los distintos bailes.

Insiste en que, referirse a las técnicas universales de danza moderna, es advertir el peso decisivo de Martha Graham, de Humphrey, Limón, Merce Cunningham, de Anna Sokolow, por solo mencionar algunos de los más reconocidos creadores que, incluso, definen estructuras, pasos, ejercicios tal cual nombrados (Merce, Sokolow, etc.) dentro de la clase.

Ahora bien, la asimilación del trabajo técnico de estas escuelas y entrenamientos foráneos, no fue de una forma pasiva y reproductiva, sino que se enriqueció con la interpretación que le fueron otorgando algunas experiencias educativas y artísticas desde el diálogo profesor/alumno, maestro/danzante. Hecho que trajo consigo una transformación y recreación de las inter-influencias, sin descuidar la fuente enriquecedora que constituía el folklore danzario afro cubano no solo de sus ritmos percutidos, de igual forma, sus movimientos de torso y caderas, dejando un sello inconfundible de caracterización e identidad de “lo cubano en la danza”.

Un aporte de nuestra escuela al trabajo técnico es la ondulación del torso, movimiento de gran flexión e independización de la columna vertebral, siendo este un elemento distintivo de la escuela cubana y que tiene su máxima expresión en su creador, el maestro, bailarín y coreógrafo Eduardo Rivero.

Para poder estudiar a profundidad esta forma de entrenamiento, ir a Ramiro es capital, como también es importante ir a la bailarina y profesora mexicana Elena Noriega, quienes diseñaron una guía y coordenadas en el naciente proceso de tecnificación de nuestro primer Conjunto de Danza Moderna, como también lo hiciera desde otra perspectiva la bailarina y coreógrafa estadounidense Lorna Burdsall. Todos, desde sus experiencias anteriores y sus visiones proyectivas, tienen un lugar protagónico ganado en la creación hacia una metodología para la enseñanza de la técnica de la danza moderna en nuestro país. Ellas y él, allanarían el camino que, muy pronto, sus mejores discípulos lograrían ir apertrechando desde el día a día en el salón, la observación, el estudio, la interpretación y la creación misma. Arnaldo Patterson: en su etapa fue el maestro principal de la compañía, coreógrafo de la mítica y dibujada Elaboración Técnica; Eduardo Rivero, Gerardo Lastra, Isidro Rolando, entre otros.

Estas modalidades de entrenamiento y maneras de ser útil en la creación coreográfica, lo tomarán como herencia las posteriores generaciones, siendo el bailarín y maestro Manolo Vázquez, egresado de la primera promoción de la Escuela Nacional de Danza (ENA), un nombre imprescindible en el asunto de la enseñanza técnica de la danza. Manolo, quien después de recorrer mundo y ser un divulgador excepcional de la ECDM, hoy comparte sus saberes en la escuela de arte de su Pinar del Río natal.

Vázquez realizó notorios aportes técnicos y metodológicos que al presente tienen vigencia y representatividad oportunas. Y, en visión de Lourdes Ulacia, de cierta forma, relacionado con la técnica, la figura de Manolo Vázquez constituye la conexión más evidente entre los maestros de la generación fundadora y las que siguieron después.

Cierto es que Manolo dejará su huella en los modos de combinar los ejercicios y en esos acentos y llamados muy de su intrépida energía. Su paso por Danza Contemporánea de Cuba regulariza una metódica que, ya en la ENA también venía estableciéndose como “la clase”. Para los jóvenes docentes de aquel entonces, el manual, “Una Metodología para la Danza Moderna”, de Ramiro Guerra, sería el núcleo donde germinaría la necesaria actualización y amplificación de una actividad docente principal en la danza “tan desatendida y poco estudiada que son los métodos de enseñanza”. Trabajar con los postulados didácticos y metodológicos, teniendo en cuenta no solo el desarrollo artístico-técnico, asimismo el desarrollo científico con sus correspondientes materias de anatomía, kinesiología y el aporte constante de otros entrenamientos técnicos que son afines, sería de primordial atención en lo sucesivo.

Lourdes Ulacia continúa trabajando en el libro Por una Escuela Cubana de Danza Moderna. Un método en desarrollo, texto que sin duda alguna se tornará memoria necesaria y fijación de aquello que se piensa veloz e inatrapable que se retiene rápido y furioso en la clase de danza: la formación técnica progresiva del danzante. Nos cuenta la maestra que el objetivo fundamental de su investigación es acercarnos de forma más consciente al trabajo pedagógico, atender los diferentes métodos a seguir con un enfoque más científico de la enseñanza de la Técnica de la Danza Moderna, no con una visión arcaica ni anecdótica, sino desde el valor de uso que puede tener ese saber en la construcción corporal expresiva de la bailarina y el bailarín de nuestro presente.

Obvio, sin pretender que el texto se vuelva “el manual”, la profesora no puede renunciar abordar los diferentes aspectos que debe contener una clase de técnica de la danza, explicar los objetivos específicos de cada una de las partes que la conforman, así como la descripción de los ejercicios fundamentales, enfatizando en la explicación teórica de la ejecución de los mismos y el valor práctico de su puesta en tiempo, espacio y cualidades.

Para Lourdes, maestra de casi todas las generaciones de danzantes egresados de la ENA, del ISA, del Grupo Artístico Docente de Lizt Alfonso Dance Cuba y más, es de vital importancia contar con la experiencia del educando como bailarina o bailarín, hecho que le permitiría en un futuro, trasmitir con mayor claridad los conocimientos a quienes le sucederán; y tener una plataforma argumentada, fundamentada desde presupuestos científicos y artísticos, con un claro enfoque metodológico, nos hará mejores artistas y maestros, pues, más allá de los tiempos cambiantes, la Escuela Cubana de Danza Moderna es depositaria de un estilo y una tradición que, por igual, invitan a la constante innovación.