Por Giselle Bello
La compañía titiritera Teatro de Las Estaciones acaba de regresar de una exitosa gira europea, que tuvo paradas en nueve ciudades de Francia y dos de Suecia y a la que llevaron su más reciente estreno: Carnaval.
Meses atrás, la productora gala Artissons les había invitado a repetir la experiencia de 2008, cuando el grupo matancero recorrió los campamentos para niños y jóvenes de todo el país con las presentaciones de El Patico Feo.
En ese momento, Rubén Darío Salazar Taquechel, director de Estaciones, decidió desempolvar un viejo proyecto, frustrado en ocasiones anteriores, que incorporaba la música de El Carnaval de los Animales del compositor romántico Camille Saint Saëns.
Me considero una persona muy tozuda, puede que pasen dos años o seis, pero siempre insisto en algo en lo que tengo fe.
Junté a tres actores afines a mi estética, que podíamos hacer el espectáculo en cuatro meses porque tenemos ese feeling creativo: María Laura Germán, Iván García y Yadiel Durán, quien también es el coreógrafo. Yo volví también a escena, desde hace tiempo no lo hacía y lo disfruté muchísimo, a mares.
Carnaval, descrita como fantasía de amor para actores y figuras en tiempos solitarios, es un musical, sin texto, que reúne a los caracteres arquetípicos de la italiana Comedia del Arte para vivir aventuras desde el espacio interestelar hasta las profundidades del océano.
Anteriormente, utilicé algunos de estos personajes en La Caja de los Juguetes o Pinocho, pero ir hacia la Comedia como tal, con su comportamiento, ese lenguaje extra verbal, el sentido de la improvisación, los colores típicos y el clásico triángulo amoroso entre Colombia, Pierrot y Arlequín, más el avaro Don Pantalón dominando la situación, es algo que no había hecho aún.
Creo que fue bonito combinarlos con una banda sonora que sigue siendo contemporánea y sugerente, sin ilustrar a los animales, sino desarrollando instintos, sentimientos y situaciones humanas. Para eso me apoyé también en temas de Gabriel Fauré, Félix Mendelssohn y Robert Schumann.
La obra, con el inconfundible empaque visual de Zenén Calero Medina, se estrenó el 22 de julio en la Sala Pepe Camejo de Matanzas y partió a Europa el cinco de agosto. Allí se paseó por diferentes zonas de Francia desde Los Alpes hasta las llanuras, poblaciones como Tantonville, Doucier, Poncin, Les Saisies, entre otros.
Siempre, al final de cada función, conversábamos con los niños de una manera muy hermosa. Es un país con una vasta historia cultural y estos intercambios nos resultaban provechosos. Luego pasamos a Suecia, a dos ciudades metrópolis como son Estocolmo y Gotemburgo.
En la nación escandinava, la compañía yumurina actuó en el Alias Teatro, una sala de procedencia latina que funciona desde hace tres décadas, y repitió en el Teatro Sesam, donde ya había estado en 2019 con El irrepresentable paseo de Buster Keaton.
Son espacios que llevan muchos años apostando por la escena y tiene un público seguro. Asistieron gran cantidad de teatristas y de gente del mundo del títere. En Gotemburgo, por ejemplo, había una fila de 40 personas o más que se quedaron sin entrada porque se vendió el aforo enseguida.
Teatro Sesam debe participar en 2024 de la próxima edición del Festitaller Internacional Títeres de Matanzas. Ese toma y daca es para mí lo más importante, que se puede dialogar a nivel artístico con quienes nos acogen y luego uno tiene que recibirlos de la misma manera agradable y enriquecedora.
A la segunda función en la capital sueca asistió la prestigiosa guionista, directora teatral y cinematográfica Suzanne Osten, más tarde publicó en su Instagram una foto de la obra con el mensaje: ‘¡Carnaval cubano en el Alias Teatro! ¡Cuerpos que dejan sobre el escenario la saga de sus movimientos!’
En portada: Carnaval de Teatro de Las Estaciones. Foto Sergio Martínez.