Por Frank Padrón
La cita del título, con que inicia el maestro Borges uno de sus más conocidos relatos, pudiera nombrar también la pieza Sistas, de la joven novelista Golda Barton, afro-alemana que ha trabajado en su obra temas relativos a la femineidad, la raza y la emigración, en versión de nuestra coterránea Agnieska Hernández, versada en creativas rescrituras de importantes referentes universales (Ana Frank, Ana Mendieta, Frances Goodrich, Albert Hackett, Daniel Kehlmann, Jack The Ripper, Shirley Temple/ Bill Robinson, Harry Potter…), sobre y a partir de los cuales erige discursos que los trascienden y se proyectan a otras realidades, otros contextos, sobre todo el hic et nunc.
En el caso de Sistas, que constituye el más reciente estreno de Ludi Teatro bajo la dirección de Miguel Abreu, el pastiche abarca otros autores que recuerdan el sentido universal de la biblioteca borgiana, o la interrelación textual de la que habló también Barthes.
La casa donde habitan tres hermanas -aludiendo a la célebre pieza de Chéjov- no solo se sostiene sobre columnas de libros sino que se abre a un jardín donde, además de recordar los conflictos de esas mujeres rusas del siglo XIX (soledad, hastío, frustración…), evocamos Jardín, la novela-poema emblemática de la cubana Dulce María Loynaz (auto confinamiento, refugio, contacto salvador con la naturaleza), mientras se hacen sentir las resonancias sico-sociales, los nuevos conflictos femeninos que Barton ha trabajado con tanta agudeza y conocimiento de causa.
Admira en el hipertexto de Agnieska, la eficaz y sutil manera de mixturar e integrar tales fuentes y, como siempre, de hablar desde nuestras realidades: los conflictos habitacionales, la escasez de agua, la falencia y ruina exteriores, el anhelo de viajar -o emigrar definitivamente- , los encontronazos entre el país y grandes capitales del mundo, o esos universales que entre nos tienen como todo un cariz único: la literatura como válvula, necesidad más que artística, ontológica y a la vez esa recurrente frustración en que con frecuencia deviene.
La puesta de Abreu sigue coherentemente los postulados artísticos, dramáticos, escénicos de la compañía que lidera: la ambigüedad y la androginia (Soo Jin), desde esa plataforma queer que potencia lo humano por encima (o por debajo) del sexo o la orientación.
La música en vivo integrada al tejido dramático (Amanda Ramos asesorada por Lillena Barrientos y ejecutada por valiosas instrumentistas y cantantes: Amanda Ramos Cruz, Ana Carla Delá y Malissa Mendoza); el vestuario de Celia Ledón -confeccionado por Inalvis Moya- que en consonancia con el maquillaje y peluquería de Pavel Marrero, sobre una escenografía tan mínimalista como expresiva (Daniel Rodríguez), se torna un código esencial dentro de los postulados ideoestéticos de la pieza; y las luces confomadoras de peculiares ambientes diegéticos a cargo del propio director, arman un espectáculo tan vistoso como enjundioso, que el público lleno de complicidad y empatía disfruta y descifra desde sus minutos iniciales.
En ello tienen gran responsabilidad los virtuosos desempeños del elenco: Arianna Delgado, Raiza D’Beche, Sindi Rosario y Frank Lloret. Ellos cantan, bailan, se desdoblan e interaccionan con el rigor y la espontaneidad a la que nos tiene acostumbrada la nómina de Ludi Teatro, que también cuenta con la esmerada producción de Rafael Vega.
Sistas es sin dudas otra propuesta inteligente y motivadora de Ludi Teatro.
Fotos © Yasser Expósito