“El Teatro Es Algo Muy Frágil”
En torno a las conferencias “Líneas del teatro contemporáneo francés” y “El teatro de los extremos: el espacio y el tiempo”, impartidas por Georges Banu, Presidente de honor de la Asociación de Críticos de Teatro, en la Alianza Francesa de La Habana y en Casa de las Américas respectivamente.
Por Edgar Ariel
Georges Banu comenzó diciendo que, a grandes rasgos, la creación contemporánea francesa se sustenta en dos figuras, “importantes”, del siglo XX: Peter Brook y Ariane Mnouchkine.
Él, conocedor como pocos de la obra de estos autores, enfatizó en el hecho de que la emigración perfora, traspasa, sus poéticas. En el caso de Ariane Mnouchkine vinculado a los grandes movimientos de emigración de América Latina; Peter Brook, en cambio, se apasiona por los actores africanos (África como matriz y nimbo seminal, teatral, aunque no sea decisivo), no los africanos residentes en Paris, que es una ciudad tan contaminada, “él va y los busca en África”. En ese contexto los actores son menos narcisistas, más primitivos, quizá.
Ariane Mnouchkine, fundadora en 1964 de la Compañía Théâtre du Soleil, “concibe el ambiente teatral entre la fidelidad del actor y el espectador, en esto consiste su genio”. El teatro como comunidad, teatro de “compañía”, donde el público funciona sobre el modelo de la familia, done “el gusto se transmite por vía sanguínea”. Precisamente, la aventura de Mnouchkine se define en la búsqueda de una nueva relación con el público, en la concepción del teatro como fiesta, y en la construcción de una ética para la creación colectiva.
En Una habitación en India, su último espectáculo, se asoma a las solicitaciones del caos. “Es una autoficción, que es diferente a una autobiografía” puntualiza Banu y recalca de esta obra su discurso híbrido, las referencias presupuestas de, por ejemplo, el teatro japonés. ¿Para qué sirve el teatro? Se pregunta Mnouchkine sin poder darse respuesta. El teatro es un mundo fársico. Son tiempos de impostura.
Por otro lado, Peter Brook presenta El prisionero con africanos de África, “una parábola maravillosa”. Una parábola del hombre, el único misterio que le interesa, quizá, a Peter Brook. El prisionero es “una fábula” sobre el castigo y la redención que utiliza una escena despojada de fuegos de artificios. ¿Cuál es la verdadera naturaleza del hombre?, se interroga Dostoievski en Los hermanos Karamazov, influencia vital para Brook que lo deja penetrar, inevitablemente, en El prisionero.
Fuera de estos dos núcleos Georges Banu posiciona a la Comedia Francesa y al Teatro de La Colina como lugares imprescindibles para el teatro francés contemporáneo.
Otro foco latente son grupos emergentes, “provocantes y subversivos”, “explosivos”, diría después. “Estos grupos exploran formas ligeras y muy políticas. Utilizan la danza-teatro, el circo, el teatro de objetos, la ópera, en un ambiente de interdisciplinariedad. Se basan en la investigación, son laboratorios. Trabajan sobe el ‘presente’ teatral y sobre el concepto de ‘líder efectivo’. Todos ellos tienen una idea muy clara: que el teatro es algo muy frágil”.
El teatro de los extremos tiene carácter excepcional
Dice Georges Banu: “El teatro de los extremos se instaura sobre tres soportes: la creación, la recepción, y los medios económicos”. Enfatiza: “es un teatro caro”.
Es extremo en la medida que su poética sea la del “evento” y no la de la “sucesión”. “Su desmesura radica en el espacio y en el tiempo. Es un teatro de gran formato, y en Europa el gran formato es polémico”.
“Las obras del teatro extremo invitan a hacer narraciones del ‘evento’, a ver los espectáculos de modo excepcional, donde el espectador se vuelve su propio héroe. Estas obras invierten el espacio, lo llevan por caminos desconocidos”.
Banu nos habla de la maleabilidad del espacio. De las ansias por rescatar–reciclar espacios abandonados–basura–memoria. La dimensión espacial no puede separarse de la memorial, precisamente uno de los resortes del teatro de los extremos es crear un efecto alucinante, de pérdida de referencias, de pérdida de memorias. Lo extremo en el espacio, como todos los extremos, produce perturbación en la política de los sentidos.
Suena el IPhone de Georges Banu. Contesta. Estoy en Cuba. Habana. Todos ríen. Se excusa. Amigos, profesores, de la Universidad de San Diego, no muy lejos de aquí, dice y continua la conferencia.
“El teatro de los extremos transgrede los espacios privados. Su relación es perversa entre la censura y la libertad. Es un teatro censurado porque evade el poder. Aquí lo que importa es la experiencia y la experimentación en el curso del tiempo. El tiempo como experiencia, donde el espectador se siente libre”. Especifica: “El extremo del tiempo es percibido de forma diferente por las generaciones. El tiempo extremo es interesante cuando es legítimo”.
Para Gerorges Banu, el espectáculo que se coloca entre ambos extremos, el espacial y el temporal, es Mahabharata, la gran epopeya india, de Peter Brook, colocada en unas canteras en las afueras de Aviñón. “En ese lugar no se veía al espectáculo, si no que se tenía una experiencia con el espectáculo, donde se exploraba el tiempo abstracto y la mixtura de datos era infinita. En este espectáculo la narración tiene una voluntad épica, mítica. Es un acto de coraje en relación a las normas de recepción. Una experiencia memorable”.