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El sol no da de beber

El círculo alrededor del sol, del alemán Roland Schimmelpfennig, llegó a las tablas cubanas en este pasado mes de marzo con puesta en escena de Sahily Moreda para la compañía Teatro del Cuartel.
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Por Frank Padrón

El dramaturgo alemán de mayor representatividad y traducciones alrededor del mundo, Roland Schimmelpfennig ( El dragón de oro; Antes/ Después; Spam…)  vuelve a la escena cubana en versión de su colega cubano Reynaldo Montero, quien versionó su pieza El círculo alrededor del sol para la Compañía Teatro El Cuartel, que dirige Sahily Moreda, ahora en la sede de Ludi Teatro.

Acompañada en la regencia de la puesta por la actriz Ariadna Delgado, el montaje recrea algunas invariantes de la obra de quien obtuviera en 2010 el Premio al Mejor dramaturgo: la incomunicación, las falencias de la sociedad contemporánea-globalizada y excluyente- y la complejidad de las relaciones humanas- con énfasis particular en las eróticas – dentro de tan difícil contexto.

El círculo… es también muestra de sus claves expresivas, que incluyen la difuminación de la unidad aristotélica, abundancia de elementos surrealistas y oníricos, frecuentes flash back y anticipaciones y narración dentro de la narración con implicaciones muchas veces metatextuales.

Esta vez se trata de una fiesta en plena pandemia, donde varias parejas aparentemente consolidadas o «en formación» despliegan sus angustias, dudas y estrategias durante la conformación de nuevos vínculos, sin que falten las diferencias de clase, de género y de cosmovisiones que siempre pueblan el teatro de este autor.

Mas la paradoja de un ambiente festivo y carnavalesco que anuncia y llama constantemente la muerte se avizora desde los diálogos iniciales; un rejuego entre los personajes que protagonizan lo mismo un presente que un pasado cercano, en medio de reiteraciones en la cadena de acciones y parlamentos que comunican no solo la aludida sensación de la figura geométrica sino su carácter vicioso y viciado.

Las directoras han potenciado tal circularidad tanto espacial como conceptual con una escenografía minimalista, pero de gran eficacia: globos, paneles transparentes que emblematizan tanto el ambiente de fiesta como de asfixia y encierro.

También el espacio se alarga proyectado al lunetario o al baño lo cual se extiende igualmente a una sensación de tiempo indefinido, que se detiene, se adelanta o retorna.

Tales peculiaridades cronotópicas, reforzadas por un trabajo exquisito en los diseños lumínico y sonoro, son muy bien entendidas por los actores, quienes se desdoblan, asimilan y proyectan la naturaleza lúdica y tragicómica tanto de sus roles como de las peripecias que los envuelven, dentro de un discurso que empatiza desde los primeros minutos con el público.

Valga entonces este nuevo empeño de El Cuartel y Ludi Teatro por divulgar lo mejor de la dramaturgia contemporánea más allá de nuestras fronteras.

Foto de portada tomada del blog Cubactores