Por Yoamaris Neptuno Domínguez
Entonces vio, a plena luz el rostro aquel,
que en soledad tanto buscó sin encontrar.
Y lágrimas de plata azul brotaban de alegría
en infinita lluvia de estrellas
(Fragmento de la canción final de Momo, autoría de Augusto Blanca)
Con sus 1.96 metros de estatura, Falconerys Escobar resalta desde que entra en escena. Pero detrás de esa figura imponente hay un actor profundamente sensible, entregado a cada proyecto con una intensidad que desborda lo físico.
Este fin de semana serán las últimas funciones de la temporada de la obra Momo que se presenta en la Sala Adolfo Llauradó, a las 11:00 a.m. Falconerys forma parte del elenco de esta puesta en escena dirigida por Yaité Ruiz para Teatro de La Luna, donde interpreta al inquietante Hombre Gris. Es guionista, asesor de televisión, trabaja como director de los Estudios de animación del Canal Cubavisión. También se prepara para Ifigenia, texto de Yerandy Fleites bajo la dirección de Sahyli Moreda en la Compañía del Cuartel. En la televisión continúa con las nuevas temporadas de El show de Falco y Fabricio, junto a la actriz Kenia Rodríguez, y el espacio Cuentos que se cuentan, donde da vida al entrañable abuelo Mate.
En esta entrevista, Falconerys nos invita a mirar más allá del personaje el Hombre Gris y a reflexionar sobre el tiempo, la escucha, el amor y el teatro como acto de fe.
¿Qué fue lo más desafiante de interpretar a un personaje tan negativo como el Hombre Gris?
Creo que para interpretar un personaje, sea el que sea, uno no puede pensar si es negativo o positivo, sino en lo que significa ahora mismo, en la manera en la que ese personaje se va a comunicar con el espectador.
Lo más desafiante de un símbolo como el Hombre Gris, sin lugar a dudas, fue y es su capacidad de manipular, de seducir desde los deseos o sueños del otro. Eso me resulta grotesco, y a la vez excitante.
Me he sentido seductor, manipulador, acosador capaz de desequilibrar el universo de los otros con tan solo hacerles creer que sus sueños conmigo se harán realidad. Es algo que me aterra pero a la vez lo disfruto tremendamente.
¿Cómo trabajaste la gestualidad y el tono para transmitir esa frialdad que caracteriza a los Hombres Grises?
Para construir al Hombre Gris tuve que partir de una no gestualidad y una inexpresividad evidentes, para poder luego fluir en su universo. Su principal gesto es el de fumar y soplar un humo que lo congela todo a su paso, y se apodera del tiempo de las personas.
Soy un actor muy alto, con una voz poderosa, con una determinada presencia por tanto, desde la dirección de Yaité Ruiz se cuidó mucho no subrayar, ser sutil, sinuoso, cuidar la elegancia y un supuesto respeto que desarma al resto de los personajes. Porque sencillamente no escuchan lo que les dice, escuchan a sus pensamientos envueltos en la madeja del Hombre Gris. Solo Momo tiene la capacidad de escuchar.
Esto nos sucede cotidianamente: nos escuchamos a nosotros en el fluir de la comunicación, nuestros pensamientos a chorros, nuestra química cerebral pero no prestamos atención a lo que el otro dice. Y eso nos deja fuera del aquí y el ahora. Todo esto está detrás de esta caracterización.
¿Qué elementos del personaje crees que resuenan con la sociedad actual?
Nuestra sociedad actual va muy de prisa, no disfruta esos pequeños detalles que nos sorprenden día a día, como un atardecer majestuoso, las flores caídas de un árbol, el silencio o la compañía de otro. Desgraciadamente el egoísmo, la vanidad, el engaño, el poseer más cosas, nos mantienen distanciados de la realidad. Y el tiempo de calidad, la capacidad de escuchar, de atender, de estar en silencio, de amar van en picada, están en peligro de extinción.
Momo propone una reflexión profunda sobre el tiempo. ¿Cómo conectas tú, personalmente, con ese mensaje?
Se vive bien en el pasado o ideando un futuro incierto, pero nos olvidamos del aquí y el ahora así vamos, por una única vida que se nos escapa con el tiempo.
Falconerys es un hombre que se entrega profundamente a lo que hace yo amo desde la intensidad todo lo que hago y TODO lo que tenga que amar.
Momo ha sido un regalo, porque uno se da cuenta que después de vivirla no eres el mismo, no se es la misma persona. Momo nos enseña que muchas veces no somos capaces de ver lo que tenemos delante, no somos capaces de ver con el alma, y nos vamos detrás de lo superficial, lo banal, lo inmediato y luego, nos percatamos que se nos fue el tiempo de nuestra vida, lo regalamos, lo entregamos, pero ese no regresa.
Falconerys es un hombre muy feliz en Momo, y con cada uno de los integrantes que Momo me ha regalado. Poder entrenar con ellos, respirar con ellos, entender los procesos juntos hacer común ese espacio/tiempo que resulta Momo eso es un privilegio. Admirar a cada ser humano que da su vida para construir la comunión de Momo. Esta obra me ha devuelto el espíritu artesanal del teatro, del hacer juntos, de cuidar al compañero que está contigo en escena, de entregar, de salvar al otro como única forma de salvación individual.
Y sencillamente de servir desde el arte, que es un elemento fundamental para Falconerys: servir. Encontrar mi capacidad de servicio desde lo que soy.
¿Crees que el público se identifica fácilmente con los Hombres Grises?
Para mí ha sido una grata sorpresa ver cómo el público, y sobre todo los infantes, conectan con el Hombre Gris. Es un regalo que me llevo y que voy a agradecer siempre a Yaité, que me haya regalado a este personaje.
Es un personaje que se siente muy solo, y cuando se percata de que un abrazo es importante, o mirar la luna entiende que eso te transforma desde los cimientos, te cambia. No hay nada como un abrazo verdadero para transformar.
El Hombre Gris es un ente rodeado de espectacularidad, magia, música, encanto, elegancia, y sobre todo, cosas materiales. Creo que todos hemos sido alguna vez un poquito hombres grises: hemos robado tiempo, lo hemos perdido, nos hemos aferrado a lo material, hemos olvidado el valor de una sonrisa, nos hemos quedado en la superficie, y hemos preferido no conocer, no ser profundos y cada quien se reconoce un poquito de hombre gris.
He visto a las personas tocarse mirando la obra, acariciarse, reír, llorar, estremecerse, besar a sus hijos, a quien tienen al lado eso es que han sido tirados por la magia de Momo, y han notado que están ahí, en la comunión del teatro, para dejar a su hombre gris de lado y empezar a vivir.
Muchas veces queremos que los infantes valoren todo lo material que somos capaces de gestionar para ellos, para acomodarlos y nos olvidamos de dar amor. Eso es el Hombre Gris: el que no da amor, el que solo da objetos, regalos, COSAS.
¿Existe alguna conexión entre Falconerys y el Hombre Gris?
Falconerys ama al Hombre Gris él me ha seducido o yo a él coexistimos, nos prestamos la voz y el cuerpo. Falconerys es alguien que sabe el daño que puede provocar la soledad, el no saber vivir con uno mismo como mejor compañía eso es el Hombre Gris.
En un momento de la obra, este personaje ve la Luna, y es capaz de abrazar a otros, o se maravilla con una flor que le entregan ese es, sin lugar a dudas, el Falconerys que conozco.
El Hombre Gris es un pretexto para decirle al público, a mis compañeros, y a mí mismo que la vida, nuestra vida, solo se mide con Amor. Solo cuenta en el amor, en todo lo que seamos capaces de entregar a los otros. Eso es lo que queda, lo que cuenta, lo que vale la pena atesorar.
Falconerys es el Hombre Gris y el Hombre Gris es Falconerys. Es un personaje que evoluciona dentro de la obra, encuentra un camino de iluminación y Falconerys tiene una meta: parecerse al ser humano que ha soñado ser, transformarse, crecer empezar de cero, una y otra vez. Y si eso no es la vida es lo más parecido que conozco a vivir.
¿Qué esperas que se lleve el espectador después de ver esta puesta en escena?
El espectador que asiste a ver Momo entra a la sala de teatro y, creo, sale tocado, transformado. Incluso los infantes.
El otro día una mamá me hablaba de que su hija salió muy silenciosa de la obra hasta llegar a la casa que le dijo: Esta obra era muy diferente a otras que había visto.
Yo siento que es una obra para ver en familia, recuperar ese diálogo de amor, respeto, cofradía. Siempre digo que si somos capaces de tocar un solo corazón con nuestra magia, ha valido la pena.
Momo nos devuelve la alegría, el poner a los otros primero, la humildad, la admiración la utilidad de la virtud y el regalo que es la vida y nuestro tiempo de vida. Todo eso está en Momo. Y el amor. Creo que el público debe llevarse el amor como actitud de vida.
¿Te gustaría interpretar en el futuro otros personajes que también inviten a la reflexión? ¿Por qué?
Hacer teatro es ya una reflexión. Todos mis personajes tienen detrás un basamento real, profundo; todos invitan a pensar, a reflexionar yo reflexiono con ellos en escena. Vivir en el teatro, para mí, es la única realidad posible, y Falconerys VIVE en el teatro como si fuera la última vez me lanzo al vacío, una y otra vez.
En estos tiempos, hacer teatro es un regalo personal y grupal. Se existe en ese lugar, a una determinada hora, con un grupo determinado de personas y se muere con cada función. Y uno es, en ese espacio/tiempo, lo que ha querido o ha podido ser. No hay escapatoria. Se vive a todo o nada, se es o no y eso queda para ti y para los otros. Has podido vivir otra vida posible, en esta única vida que tenemos. Yo soy y siempre seré un poquito de teatro porque el teatro me ha salvado, me ha regalado la libertad, y le ha dado sentido a mi vida.
Mis personajes son Falconerys. Falconerys es cada uno de los personajes que se enfrentan ante un espectador como acto de fe. Mi mayor reflexión es esa: ser teatro es también estar vivo ser vida.
Después de interpretar al Hombre Gris en Momo, Falconerys Escobar continúa su camino creativo con la misma entrega que lo caracteriza. Su estatura puede imponer, pero es su sensibilidad lo que realmente transforma. En cada personaje, Falconerys se lanza al vacío, como si fuera la última vez. Y en ese salto, nos invita a mirar la vida con más amor, más escucha, más presencia.
Hay personas que piensan que cuando uno se presenta, no solo deberías decir que eres actor, porque uno no es solo actor. Sino, que ser actor me ha dado la posibilidad de hacer muchos otros trabajos… que para mí son lo mismo que actuar. Lo que en distintas esferas, son pequeños personajes que uno asume para, ser locutor, profesor universitario, para atender a artistas frente a un grupo creativo… incluso para escribir, creo que nunca dejas de ser actor… cuándo escribes pasas por ti, todos los personajes, los vives, los actúas, terminas profundamente agotado… pero eso es parte de la actuación… siempre digo mi formación base es actor y de ahí han devenido pluralidad de lenguajes… o quizás posibilidades del Falconerys o de la persona que soy… no existe una separación de la persona, el actor o todas lo que uno pueda desarrollar…Esto es lo que hay de mí en Momo y de Momo en Falconerys.
Y fue feliz, estaba allí su realidad.
El corazón agigantó su palpitar de manantial, de cascabel,
y comprendió que estuvo ciego,
que había encontrado al fin el verdadero amor.
(Fragmento de la canción final
de Momo)
Foto de portada: Buby Bode





