Por Karla Puente Figueredo / Fotos Nelson Miranda
¿Quién es el hombre insólito? ¿Qué quiere decir? ¿A que le teme? ¿Cómo vive? ¿Qué busca? ¿De dónde viene? ¿Qué lo vuelve insólito? El hombre insólito se presenta ante nosotros para hablarnos de su condición. Nos muestra su mundo salido de la mente de un infante, desestructurado y habitado por seres que parecen arrastrados de una película de Tim Burton.
El teatro es siempre lugar para lo insólito porque allí la convención que se establece, permite que se mire sin el horror de la cotidianidad, porque lo extraño se vuelve común. El hombre insólito: Nostalgia, Las Enseñanzas de Lao Tse, última puesta en escena de Teatro del Espacio Interior, trae a jugar a este hombrecito de muchos cuerpos. El espectáculo es una suerte de varios performances independientes, que se concatenan para mostrar un mensaje común, disciernes pequeños fragmentos de historia, pero no hay un tiempo en escena marcado. El aquí y el ahora en la obra son el aquí y el ahora en la vida. La obra parece una introspección al ser pero como todo lo que verdaderamente particulariza se vuelve universal. Habla nuestra soledad como especie, de la familia, de la muerte, de la búsqueda del amor. Y se vale de la construcción de un mundo con seres de cabezas cuadradas, que tocan música acompañados del hombre gordo. Imágenes proyectadas que escapan, la familia que se ha perdido, las imágenes se desvanecen en el subconsciente.
La música desdes Louis Angstrong, Edhit Piaf, Tom Wait y electrónica, sirven de eje de la puesta en escena, donde la sonoridad estimula un estado de atención que se contrapone a veces con las imágenes. En una entrevista que pude realizarle a Mario Junquera, director de la obra, me dijo: “he construido este espectáculo, no construyendo al espectáculo en sí, sino a la atención del espectador”. Idea que se puede traducir en “pensando lo que siente el espectador”. Es algo raro porque la forma en que lo presentan hace que la empatía se vuelva difícil, pero hacia el final entiendes por qué.
Porque para ver el mundo del hombre insólito debes ir de la extrañeza a la nostalgia. Es un espectáculo que llega no por la historia, o los seres que la forman, sino por la vida que como el hilillo dorado en el laberinto del Minotauro, guía nuestra mirada y al que lo permite también le guía el alma.