Por Roberto Pérez León
Como mínimo hay que empezar con la sensibilidad corporal.
Maya Deren
El coreocine y el videodanza son territorios donde sucede la edición del cuerpo en movimiento, son expresiones artísticas que desafían las convenciones narrativas y visuales desde la cinematografía experimental.
El coreocine y el videodanza liberan al cuerpo de la visualidad convencional, lo convierten en escenario del movimiento a partir del empleo de diferentes recursos tecnológicos para ver y aprehender la danza a través de transformaciones analógico corporales o de la vinculación entre átomos, bits, pixeles, neuronas (digitalización/inteligencia artificial).
Exploremos la danza como “sujeto”, como “ser de sensación” en el proceso de dotación de “una puesta en sentido”; hagámoslo a partir de las reflexiones de Gilles Deleuze sobre el arte en su capacidad de devenir, de ser-otro que es donde radica la condición de la artisticidad.
Maya Deren (1917-1961) coreógrafa, bailarina, poeta, fotógrafa y cineasta en medio del fervor de las vanguardias artísticas del siglo XX concibe el coreocine donde reconocemos el germen del videodanza que desde los años 2000 es una manifestación de la cultura digital que hoy, con mucho entusiasmo, nuestros estudiantes en la Universidad de las Artes practican de manera ferviente, lo que me motiva reflexionar nuevamente sobre la danza en la pantalla.
En un trabajo anterior en este mismo espacio anotaba que la videodanza era un “objeto-imagen” decidido por el ojo digital que intervenía en el territorio de la danza. Indaguemos en los inicios de esa reterriorialización.
Maya Deren utilizó la danza como medio de expresión artística y como herramienta de exploración de la subjetividad. Así, logró una narrativa visual con la invención de una sintáctica entre los movimientos coreográficos y las técnicas cinematográficas. En sus películas tenemos una sinergia estética entre cuerpo, cámara y movimiento no solo corporal también a partir de los malabares de la cámara y la edición.
En los años cuarenta del siglo pasado, Maya Deren explora la percepción y la experiencia humana desde una lente visual y cinética. Captura y transformar el movimiento corporal que vemos de una manera que sería absolutamente imposible en un escenario convencional.
El videodanza y el coreocine, como objetos imágenes, generan perspectivas multisensoriales que dan origen a experiencias emocionales y sensoriales en bloques de sensaciones que transforman la percepción del tiempo y del espacio.
La naturaleza del objeto-imagen resultante del coreocine o cine danza y del videodanza se constituye en bloques de “movimiento-duración”: reacciones y manipulaciones espacio-temporales del movimiento en imágenes que representan, construyen y transforman el tiempo y el espacio en exploraciones artísticas, estético-filosóficas, existenciales, epistemológicas.
El videodanza y el coreocine son secuencias de imágenes que en una dinámica compleja construye el movimiento, genera ideas y emociones únicas que afectan profundamente la percepción de manera subjetiva y emocional.
Del enroque entre lo físico, la tecnología analógica, lo virtual, lo digital se constituye una poética de la danza donde no son eficaces estériles procedimientos u ocurrencias formales.
La invención de “bloques de movimiento-duración”, “bloques de sensaciones”, afectos y perceptos -conceptos estos extraídos de la filosofía deleuziana- sustenta al objeto-imagen ya sea coreocine o videodanza.
La teoría de Gilles Deleuze plantea la conformación de esos objeto-imagen en entidades autónomas, con existencia independiente, creaciones artísticas dadoras de experiencias que sobrepasan las percepciones y las emociones individuales.
Más allá de las posibilidades técnicas de captura del movimiento en A study in choreography for camera (1945) de Maya Deren, como el reciente videodanza The Ferryman (2020) de Gilles Delmas y coreografía de Damien Jalet, por poner un ejemplo, la danza es un medio para crear experiencias sensoriales en bloques de sensaciones autónomas.
La materialidad del objeto-imagen (coreocine o videodanza) engendra fuerzas sensibles: afectos y perceptos autónomos, suficientes por ellos mismos.
Los perceptos son las percepciones puras que el arte engendra y que van más allá de la experiencia cotidiana, del ver y entender el mundo, tienen una independencia de quienes los experimentan.
Los afectos son emociones y sensaciones que el arte evoca y que no son personales, sino que se establecen como fuerzas que transforman nuestra manera de sentir y relacionarnos con el mundo, fuerzas que se valen por sí mismas y exceden cualquier vivencia individual.
En A study in choreography for camera, en sus aproximadamente cuatro minutos de duración, Maya Deren crea imágenes. A partir de la invención cinematográfica sobre el movimiento coreográfico forja perceptos y afectos transformadores de la percepción.
Escojo esta pieza por tratarse de un diálogo entre la técnica cinematográfica de Deren y la danza de Talley Beatty, bailarín y uno de los grandes coreógrafos afroamericanos con un estilo muy particular que precisaba de mucha exigencia física y grandes desafíos técnicos.
Observemos como la teoría de Gilles Deleuze nos permiten adentrarnos en la “puesta en sentido” que tiene lugar en A study in choreography for camera.
Al ser los perceptos percepciones puras emanadas de la obra, independientemente del sujeto que las reciba, tenemos que las imágenes y movimientos del bailarín en diferentes entornos tienen una existencia por sí misma más allá de ser interpretadas por los espectadores.
Los afectos, las intensidades emocionales y sensaciones evocadas, independientemente de la recepción, se logran con movimientos precisos y fluidos técnicamente combinados con cortes y transiciones decididos por la intuición creadora de la Deren: impactan directamente, sin depender de interpretación consciente alguna, creando intensidades y sensaciones puras.
Los perceptos (imágenes y movimientos) junto a los afectos (intensidades emocionales) estructuran bloques de sensaciones como entidades independientes que deciden la experiencia estética del espectador.
En A study in choreography for camera tenemos una experiencia sensorial emocionalmente impactante en la conjunción significativa de perceptos y afectos. Se captura no solo la pericia del bailarín sino la energía y la emoción de los movimientos desde una cinematografía que libera al cuerpo, para crear un territorio visual inédito, de las restricciones espacio temporales.
A study in choreography for camera explora experiencias emocionales complejas. Maya Deren recrea cinematográficamente su concepción del ritual del movimiento a través de la mostración del accionar corporal de Beatly. Los bloques de movimientos, cuidadosamente coreografiados, interactúan con diferentes espacios: una sala de estar, un bosque, esculturas.
La cámara lenta, la repetición de acciones permite experimentar el tiempo de una manera más emocional y subjetiva, añadiendo una dimensión estética al transformarse los movimientos corporales en rituales significantes.
La narrativa sensorial y no lineal que Maya Deren concibe en bloques de movimiento-duración, transforma y metamorfosea la relación cuerpo-espacio, expande los límites de la expresión convencional de la danza escénica y ofrece otras formas de experimentar la danza desde un objeto-imagen resonante emocionalmente y de sorprendente dramaturgia visual.
Los bloques de duración son conseguidos en la edición: cortes rápidos, cambios de velocidad que alteran la percepción del tiempo. Un salto del bailarín puede iniciarse en un escenario y llegar a otro dando la impresión de continuidad.
La Deren llega a los bloques de sensaciones combinando movimiento y espacio. En la interacción crea atmósferas y emociones. El movimiento del bailarín evoca sensaciones diferentes en el bosque o en la sala de estar: de sensaciones naturales y de libertad al encierro e intimidad.
En el coreocine, también el videodanza, la cámara y la edición no son para documentar la danza ni para registrarla, sino para ampliar y transformar el movimiento.
La magia de la edición, el poderío de la cámara no habita en ingeniosidades formales ni en travesuras visuales. La magia y el poder de un objeto-imagen se logra cuando se constituye en dispositivo ideo-estético con los suficientes y necesarios componentes de enunciación, líneas de fuerzas, rupturas y fisuras que se entrecruzan y mezclan.
Para concluir voy a emplear un término muy en boga en la jerga estudiantil. No se trata de dar “muelas bizcas” audiovisuales. Hay que conseguir una narrativa innovadora que puede desafiar la lógica y la realidad cotidiana pero que no podrá prescindir, al menos desde el rigor de una formación académica, de una plataforma teórica empleada de manera creadora e inteligente, precisa en estos tiempos de tanta heterogeneidad en el arte.
(Textos consultados de G. Deleuze: ¿Qué es la filosofía?; Imagen movimiento. Estudios sobre cine 1; Imagen tiempo. Estudios sobre cine 2)
En portada: A study in choreography for camera de Maya Deren. Imagen tomada de Internet.