El grupo Los hijos del director, que dirige el coreógrafo cubano George Céspedes, realizó su primera temporada en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana con Innermost, su espectáculo más reciente. Cubaescena publica aquí dos miradas sobre esta puesta en escena.
VIAJE AL CENTRO DEL UNIVERSO
Mayté Madruga Hernández
Fotos Buby
La segunda pieza estrenada por la compañía Los hijos del director, dirigida por George Céspedes, aterrizó en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, como un regalo para los seguidores de este coreógrafo cubano. Innermost se desarrolla en una permanente relación de contrarios. Su propio título hace referencia a círculos y relaciones internas, mientras los bailarines parecen embarcarse en una especie de viaje espacial. En ese sentido, cuando el movimiento debería ser aparentemente disperso, Céspedes opta por mantener a los bailarines unidos a través del contacto perenne con las manos; elemento fundamental en la evolución del ser humano a partir de la independización del pulgar prensil. Con esta simple sugerencia se desata todo un universo de metáforas, entre lo externo y lo interno. Entre el planeta Tierra y el cosmos.
PROFUNDO O SUBJETIVO
Por Dayana Stable
Las luces matizan la escena que se sumerge en la interioridad subjetiva y creadora de todos los que interpretan y observan la obra. Todos creamos, nosotros, ellos. Lo suelta todo y en el espacio se sumergen sus cuerpos. Su sentido del movimiento y su energía, son diferentes. La escena cambia y se traslada quizás a la profundidad. ¿Reflexión o un viaje real? Es el asomo con miedo al vacío. Es aceptado, ya está dentro, descubrirlo es la nueva tarea. Llega la catarsis no en el espectador sino en sus propios seres, para purificarse y recibir la realidad con un nuevo significado. La convivencia empieza, eliges quedarte o regresar después. Se inicia un proceso de reconocimiento a uno mismo y a los otros, con calma, con mucha calma. Es un misterio y a la vez algo tan sano que comprime el alma. Fue la aparición de ella la que los hizo volver a cambiar. Solo se queda él, pero más tarde vuelven para intentarlo. La música se ensarta con el movimiento y resurgen en complicidad total. Es como estar viendo sin que se den cuenta, ese espacio donde solo ellos habitan y coexisten.