Por Noel Bonilla-Chongo
Creería haberlo dicho en otras ocasiones, pero insisto, a Norge Cedeño, líder de OtroLado, le fascina el entrampe, lo enmarañado que es intrínseco del lío que traba y problematiza todo aquello que la danza y su escenificación pudiera requerir en estos tiempos de privaciones. Hablo de lo indiviso que demanda asumir con objetividad, concreción y resolución eficaz una puesta en escena: luces, trastos, escenografías, vestuarios, sonoridad y aquel conjunto de mediaciones que están entre esos nombrados elementos y la danza misma. Danza de cuerpos bailantes, sonantes, presentes, humanos; incluso, hasta las sospechas que pudiera suscitar el “otro-lado”. Ese lado que es otro, especie de agenciamiento del concepto de «no lugares» que el filósofo francés Marc Augé dibujara en el año 1992 en el texto Non-lieux. Introduction a une antropología de la submodernité (aparecido en español como Los No Lugares, espacios de anonimato). Pero, eso es asunto de otro talego, vayamos ahora tras los vítores que el Premio Villanueva de la Crítica 2024 recién adjudicado al espectáculo Dentro que dirigiera Norge Cedeño.
OtroLado estuvo de regreso a la escena de la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba con un programa concierto titulado Dentro. Suerte de “viaje al interior de nosotros mismos, invitación a cuestionar, descubrir y conectar con lo más puro y oculto de nuestra esencia”, nos dice la compañía, al tiempo que se pregunta: ¿qué es lo que realmente llevamos dentro? Creería que más allá de derivas, caprichos y circunstancias del arte en la contemporaneidad, de ese recurrente empeño de re-inventarse dentro de un paradigma aún en construcción; la danza sigue apelando al cuerpo físico y tecnificado del danzante como su recurso inmediato. Cuestión esta que atraviesa las propuestas de Norge con OtroLado y con otras agrupaciones donde ha firmado la autoría de creaciones, de la holguinera Codanza a la habanera Acosta Danza.
Dentro, está integrado por Ritual Garden, pieza grupal donde unas raras criaturas en una especie de trance profundo van y vienen como si la develación de la bestia interior que las habita procurara el viaje transformacional que emprenden; en la versión para dueto de Inside, el coreógrafo traza una narrativa donde espacio físico y espacio ficcional se conjugan como juego de atrape entre el ser y el quehacer del baile, de la soledad y del encierro que generan su propia musicalidad, contexto y factoría expresiva. Mientras que el trabajo en proceso de lo que será Folk Room, pieza que cierra el programa, donde el aparente peso cultural estereotipado de nuestras raíces desdibuja la autoridad posesional del cuerpo danzante, y así proponen un entramado donde “ocho personajes quedan atrapados por una energía invisible, quizás como presa de un impulso visceral que les somete hasta que se desatan en una danza liberadora que los eleva”.
Para Norge y Thais, fundacionales en OtroLado, como para las bailarinas y bailarines que ahora se han unido, pensaría que liberarnos de la atadura entre el cuerpo y su memoria tradicional, el espacio y su “no” límite, constituyen puntos de partida para esa otra danzalidad que nos proponen. Tal vez a modo de sutiles coordenadas, para signar la grafía de OtroLado en el panorama de la danza contemporánea cubana de este minuto. Si bien a Norge le seduce el “complicarse” en asuntos densos que de algún modo encauzan su irrenunciable deseo de conquistar “imposibles” desde la investigación creativa y autosuperación constantes, igualmente sabe que la danza es vehículo de transformación y amor. Hay en sus puestas en escena un sentido móvil, cambiante, progresivo, en la medida que combina el juego corporal con cuanta ocurrencia operativa participe en la recualificación de la escena.
Presumo que, con Dentro, el coreógrafo y OtroLado, en la medida que involucran fisicalidad real, virtualidad, atmosferas humeantes y nieblas, trazos en fuga, corporalidad prolongada, sonoridad e iluminación enmascaradas, etc., no nos permiten caer con facilidad en una enunciación dancística sin mensaje construido. Sospecho que, con Dentro, más allá de lo aparentemente pre-visorio y provisorio del enunciado titular, el redimensionamiento del marco periférico que pudiera rodear al contenido de las piezas aisladas y en su conjunción asociativa, la reformulación de la fábula en el espacio escénico redefinirá por igual, su perspectiva, transformando el habitual modo de inscribir la presencia del cuerpo danzante y la mirada perceptiva del lector-espectador. De hecho, el cuerpo al que Norge, Thais y OtroLado nos han acostumbrado, más allá de lo tecnificado en sus líneas, evoluciones y aptitudes virtuosas, propone trabajar vulnerando su apariencia “tradicional” para transitar con fluidez las nuevas partituras. Como si la condición natural de máxima alerta (tal como la entiende la llamada técnica de la danza moderna cubana y nuestras heredades académicas) estimaran el reposo, la quietud, la reflexión, la pausa en el adentro de sus discursos narrantes.
Presagio que, con Dentro, teniendo o no un tejido literal de los hechos como para permitirnos relatar una historia cuasi lineal o advertir personajes más o menos definidos, su coreógrafo logra clarificar eficazmente la situación espectacular y roles de los intérpretes que conforman la intriga de sus obras. Hecho atendible en la grafía escritural de la danza contemporánea que no siempre se le presta atención. Digo atendible con todo el carácter del término, pues estos elementos posibilitan claridad, coherencia y unidad entre las partes de la investigación creativa. Solo así, la escritura coreográfica resultante se devolverá con certidumbre ante sus actantes y espectadores. Por suerte, hace mucho tiempo ya que la danza contemporánea perdió su condición de mera intuición movimental para ceder lugar a la intencionalidad y el discurso; razones que Norge Cedeño también nos viene exponiendo de un tiempo a esta parte.
Acaso con Dentro, Cedeño y su tropa, tal como lo hiciera Augé, fabula sobre ese sitio (afuera/adentro) que, pidiendo definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, como espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, se erige en un posible “no lugar”. Acaso, OtroLado alejados del lugar común de hablar de los “no lugares”, en auto referencia al término, se consideran un “no lugar” en sí mismo, un espacio de traslación en el cual la identidad del viajante se desfigura, se deforma, se escurre entre la masa. Nótese, cómo las piezas (Ritual Garden, Inside, Folk Room) aisladas y en conjunto, estructuran el todo, al tiempo que lo situacional tempo-espacial de “ese lugar” que no es el lugar mismo, se reinventa incisivo y focal. Acaso, “el no lugar” (ficcional y físico) donde Dentro se resuelve, procura la inmersión en un espacio de temporalidad presente, propia, de hoy que, además, sueña mañanas vibrantes; ¿acaso la organización del espacio y la constitución de lugares son, al interior del espectáculo y del grupo artístico, una de las apuestas y una de las modalidades de las prácticas colectivas e individuales que OtroLado signa en nuestro panorama danzario hoy?
Sigamos atentas y atentos, aún les queda mucha danza por desandar.
Fotos: Frank D. Domínguez