Por Omar Valiño
El infatigable Teatro de Las Estaciones, en alianza con el Teatro Coreográfico de Yadiel Durán y la Asociación Hermanos Saíz de Matanzas, trajo a la Sala Llauradó la reposición de Cuatro, de vuelta después de su estreno en 2017; ahora como parte del homenaje que la Casa de las Américas rinde a su fundadora, Haydee Santamaría, por su centenario.
Cada espectáculo marca sus propias claves. Cuatro es de esos que exige, con fuerza y delicadeza redobladas, del contacto entre ejecutantes y espectadores. El circuito eléctrico caliente, entre el trabajo del actor y el público, se manifiesta a través de compartir una energía real. No se trata de una técnica en sí misma, aunque sin el debido basamento técnico nada funciona en arte, pero quiero subrayar que las partes y la totalidad de la urdimbre solo se completan en esa colaborativa participación del receptor.
«Aproximaciones artísticas a personalidades de la cultura cubana», reza una aclaratoria al pie del título y el término aproximación se repetirá en cada crédito de quienes firman los distintos estamentos creativos, bajo la definida como «conceptual escénica» de Rubén Darío Salazar. Se quiere apuntar el carácter libre, ficcional, imaginativo de un encuentro nunca sucedido, pero que activa la memoria cultural del espectador.
La idea tensa la armazón en una interrelación coreográfica (Yadiel Durán), física, de sostenidos desplazamientos espaciales. La «plástica escénica» (Zenén Calero) propone un vestuario casi unitario con toques de azul, rojo y blanco, de trabajo, a la manera de Meyerhold.
La cantante Rita Montaner, el poeta y dramaturgo José Jacinto Milanés, el compositor y pianista Ernesto Lecuona, y la heroína Haydee Santamaría, épocas, tiempos, quehaceres y trayectorias muy diferentes. Son cuatro como pudieron ser ocho o 16. Infinidad de personalidades nacidas en esta tierra merecen acercamientos raigales como este, o como otros.
Estos cuatro cargan sus bártulos, distintos pero iguales. Allí van sus dolores, luchas, secretos, desasosiegos, testimonios, atragantadas palabras que cortan la respiración del alma.
María Laura Germán bordea el repertorio gestual y el fuerte carácter de Rita; Iván García persigue ansioso una partitura perdida de Lecuona y es Cuba lo que busca; Yadiel Durán, desde su condición de bailarín, focaliza la desesperación de Milanés y Leinys Cabrera, sin imitar, es tan real como Haydee, popular y firme, a pesar del pecho sangrante por el asesinato de su hermano Abel.
Como los «tiempos duros» que nuestros personajes mencionan, donde «no ha sido fácil para nadie», se han recrudecido, Cuatro adquiere más valor. Porque el talismán intangible que nos ofrecen, desde sus vidas y sus obras, son el ritual del corazón desde el cual se procuran estas cuatro defensas cardinales de Cuba.
Foto de Portada: Sergio Jesús Martínez