De fiesta el Teatro de La Villa con su estreno: El conejo y su mago

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Por Esther Suárez Durán
El Teatro de la Villa, agrupación teatral que tiene su sede en Guanabacoa, está de plácemes con su más reciente estreno: El conejo y su mago, y su sala repleta de público en cada función.
Como parte de su nómina es esta la primera ocasión en que reseño alguno de sus espectáculos, no creo que sea posible ser juez y parte, pero la tradicional ausencia de mis colegas críticos y periodistas culturales en las presentaciones de la entidad me impulsa a dejar, al menos constancia, del hecho valioso que resulta lograr un estreno en las actuales circunstancias, sobre todo en un municipio ubicado en la periferia de los territorios donde se concentran los centros de presentación de espectáculos, en una ciudad capital que por varios años padece una sensible carencia de transporte público.
El espectáculo teatral toma como punto de partida el cuento homónimo del narrador y guionista cubano Alberto Serret (1947- 2000) que la directora artística, Elena Tomás, versionó para el teatro de figuras, una de las variantes que trabaja esta institución escénica.
En efecto, La Villa (como le conocen los colegas a través de estos más de sesenta años de vida, desde su fundación en diciembre de 1964), desarrolla fundamentalmente dos vertientes de trabajo: una dedicada al público infante y su familia y otra dirigida al público adulto y, dentro de la primera, realiza lo mismo obras totalmente titiriteras, obras donde intervienen personajes títeres y personajes actores y obras donde solamente encontramos actores sobre el escenario, como fue el caso del espectáculo anterior: Tengo a mi abuelo en el escaparate, una deliciosa entrega realizada por tres intérpretes.
En el caso que nos ocupa se trata de la variante mixta: en la escena hallamos esta vez a Reynier Ramos, que interpreta a El Mago, y a Lidia Rosa Sanfiel, quien se ocupa de animar a El Conejo.
Ambos actores cuentan ya con una trayectoria sólida, desarrollada la mayor parte dentro del grupo. Lidia Rosa, en particular, atesora ocho años de trabajo en La Villa; aquí espigó, aprendió todas las técnicas de animación de figuras y gracias a ello y a su talento y dedicación esta vez nos regala la actuación de un delicioso conejo; sensible a la vez que pícaro, quien urde un simpático plan para conseguir una relación de verdadera amistad con El Mago con el cual trabaja hace mucho.


Como es habitual, Reynier Ramos despliega su carisma sobre las tablas. Actor dúctil, creativo y simpático nos permite asistir al proceso de evolución de El Mago en su relación con El Conejo, su compañero de escena, mientras descubre en cada representación nuevos matices que enriquecen su personaje.
La versión para teatro creada por Elena Tomás muestra la gracia propia de la actriz y directora, su vasta experiencia y dominio del oficio y su especial sensibilidad. Su puesta en escena habla de una artista experimentada, atenta a los detalles, que sabe cómo conseguir lo que quiere de parte de los actores y los conduce con precisión y certeza. Hay, además, en dicha versión, belleza, ternura y humor.
La banda sonora la debemos a la músico y profesora Laura Hernández Tomás, asesora musical de la institución. Colabora en apoyar los giros y atmósferas de la puesta y se destaca por su calidad y balance, además de la cuidada edición.
Una vez más la institución, fundada y conducida por el actor, profesor y director Tomás Hernández Guerrero, la cual se ha ganado el reconocimiento del gremio y del público por la constancia de su presencia durante más de seis décadas en los espacios de representación y la variedad y calidad de su repertorio, consigue sumar a su ya extenso y diverso catálogo un nuevo espectáculo para el disfrute de los pequeños y sus familias; esta vez en medio de circunstancias sumamente difíciles pues, a la ausencia de materiales idóneos para realizar la producción de las obras y la reducción de los elencos artísticos se suman –a nivel nacional– las agudas dificultades con el transporte y la energía eléctrica.
Tales obstáculos hicieron un tanto más largo el proceso de montaje y ensayos, pero nuevamente artistas, técnicos y personal de sala del Teatro de La Villa unieron con firmeza sus voluntades para realizar este nuevo sueño y poder brindarle a su público otro encuentro con la belleza, los valores éticos y la alegría.
La mayor recompensa es la satisfacción y acogida del público, su presencia entusiasta y puntual en cada función. Que el Teatro de la Villa vuelva –como siempre antes– a abrir sus puertas cada fin de semana.