Danzar Caribe en el Mes de la Cultura Francesa en Cuba 2025

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Por Noel Bonilla-Chongo

En este caluroso mayo de 2025, cuando la novena edición del Mes de la Cultura Francesa (MCF) en Cuba viene cerrando el rumbo de su brújula hacia las expresiones artísticas y culturales de Martinica, la danza como síntesis de tanto implícito en ella, despierta anteriores alianzas. Me refiero, en principio, a la buena experiencia que significó la realización de la Bienal de Danza del Caribe (2008 y 2010) y los sucesivos talleres Danza en Construcción (entre 2009 y 2018), como vinculación cooperativa entre instituciones francesas, caribeñas y cubanas; además del acompañamiento de la Red Sudamericana de Danza, la Alianza Mundial de la Danza y el Consejo Internacional de la Danza (CID-Unesco). Reparar solo en la participación de tan importantes instancias internacionales, denota la eficaz gestión cultural y organizativa previa, durante y posterior a las fechas de los eventos.

Dentro de la programación de estas acciones, siempre contamos con la presencia de la bailarina, maestra y coreógrafa martiniquesa formada en la Escuela Nacional de Danza de Cuba, Christiane Emmanuel, junto a su compañía. Con ellos, también se asiste en la fractura del aislamiento que imponen las distancias geográficas entre nuestras islas al crear puentes donde los artistas y sus modos de danzar en un Caribe mayor, son una certeza; más allá de lo múltiple y diverso, de la plenitud de similitudes, empadronamientos y convergencias.

La realización de las ediciones cubanas de la Bienal de Danza del Caribe, los talleres Danza en Construcción y las sistemáticas visitas de varios artistas caribeños a nuestro país, donde Christiane Emmanuel ha marcado una recurrencia sostenida, nos habla de esos buenos caminos que van conduciendo a través del cuerpo danzante a un baile provechoso. La ganancia de un espacio de confrontación como puede ser el focus danse de estos días “Al son de Martinica”, permite la exposición, el dialogo y encuentro entre artistas de ambas islas, así como el relacionamiento con profesionales de otras latitudes y especialidades, razón oportuna para la celebración. El encuentro profesional de Christiane con estudiantes y docentes de la ENA Danza y la Facultad Arte Danzario de la Universidad de las Artes; la residencia artística en la compañía Danza-Teatro Retazos; la mesa panel en Fábrica de Arte Cubano en diálogo con varios Premios Nacionales de Danza, y la presentación artística de una de sus creaciones más recientes, interpretada por el bailarín Jean-Félix Zaïre, y en programa compartido con Momentos,  selecciones de Isabel Bustos, en Las Carolinas, sede de la compañía Danza-Teatro Retazos, como cierre del Mes de la Cultura Francesa en Cuba, constituyen francas oportunidades.

Para Christiane Emmanuel, también gestora cultural profundamente comprometida con la cultura caribeña de Martinica. Formada entre Francia y Cuba, la coreografía contemporánea y afrocaribeña se ha nutrido de danzas nacidas de la criollización y la hibridación de influencias propias de la cultura isleña, sus historias y encrucijadas respectivas y comunes. En referencia a su pieza más reciente Signos Particulares, donde confluye baile, oralidad, música y teatro, entre artistas caribeños y africanos, la coreógrafa comenta: “todas estas técnicas, estas danzas, estos pasos codificados son hoy un repertorio inagotable que busco desviar, desbaratar en una especie de entretejido del que la imagen del manglar podría ser el símbolo con sus raíces múltiples, enmarañadas, reconocibles, lugar de vida, de invención, de trampas, pero también refugio de lo imaginario y de lo posible”.

Christiane nació en Fort de France, en el seno de una familia numerosa. Pasó toda su infancia en el barrio de Terres Sainville, donde fue a la escuela y aprendió de las mejores tradiciones del pueblo. Creció en este barrio, que se enfrenta a problemas sociales y urbanos que a menudo son fuente de tópicos y preocupaciones, pero que al mismo tiempo ofrece una riqueza multicultural a la ciudad y a Martinica en su conjunto. Allí mismo, la artista ha fundado el centro cultural La Casa Roja; arquitectura típica que creció a partir de la casa familiar original, desarrollando una cultura local de hospitalidad. Christiane, miembro fundador de la Bienal de Danza Contemporánea de Martinica, condecorada con la orden Caballero de las Artes y las Letras, por el Ministerio de Cultura de Francia, no deja de agradecer lo aprendido en nuestro país junto a maestras y profesores fundamentales de los mejor de la danza moderna y folklórica cubanas. Con su presencia en estos días, la realización de la amplia agenda de actividades alrededor de la danza, es testigo del interés de los artistas caribeños por un espacio que permita vincularse a su colega, incluso con territorios tan cercanos como Cuba Martinica, que no solemos vernos asiduamente.

Por ahí ha estado el interés de los organizadores del Mes de la Cultura Francesa en Cuba, revelar el poder del cuerpo caribeño como posesión de quien nada poseía, y aun cuando las legislaciones pudieran establecer otros caminos, el acto de pertenencia es a un legado cultural de mayor amplitud y alcance en el tiempo presente. Y si bien aquellas marcas anteriores, la Bienal o los talleres, dejaron un saldo positivo, al tiempo que nos exigían a los artistas de la danza en esta región, asumir una investigación más profunda de los procederes y formas de concebir el espectáculo coreográfico, incluso cuando el apego y respeto de la tradición siguieran estructurando el discurso coreográfico y de movimiento; hoy por hoy, seguimos apostando por los buenos puntos de encuentros.

“Al son de Martinica”, ha colocado en las expresiones artísticas y culturales de la isla francesa anclada en un Caribe común, cual puente de vecinazgo condicionado en similitudes y distancias lingüísticas o geográficas, pero fusionadas, reunidas en motivos y resistencias poéticas más allá de balcanizaciones de un caribe fragmentado. Donde también la danza, ensambla y amplifica los posibles fragmentos justo en homenaje al centenario de Frantz Fanon y la “tarea colosal de inventariar lo real”, invitación de uno de los pensadores más potentes de nuestro Caribe, quien vivió con toda intensidad el proceso de descolonización y ofreció útiles que ceden revelar la realidad velada por siglos de colonización y dominación moderna-occidental, en particular por la existencia dada a conocer como “negritud”, sitio donde las danzas de Christiane Emmanuel y su partenaire Jean-Félix Zaïre, anclan su universo poético compartido.