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Danza Espiral Gota a gota En una noche

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Por Roberto Pérez León

Liliam Padrón la incansable coreógrafa, maestra, directora del colectivo Danza Espiral ha puesto dos obras que nutren el repertorio de la compañía, repertorio que entre nosotros es uno de los más sostenidos y activos de la contemporaneidad dancística.

En una noche y Gota a gota son dos obras que formalmente establecen diálogo pese a que en sus propósitos reservan intencionalidades diferentes. Danza Espiral siempre me remite a las disfrutables calidades de lo narrativo, no se entretiene en las sinuosidades de los post, tampoco los desdeña.

Los desafíos de esta agrupación están, o sospecho que estén en la cooperación disciplinar ya sea “inter” o “trans” que fecunda entrecruzamientos de persistencia cuestionadora. Música, reflexión antropológica, concepciones políticas, carácter crítico, literatura, mirada sociológica… conforman un bucle provechoso en las coreografías de Liliam Padrón donde la performatividad, en su fenomenología, no anda por barrabasadas conceptuales de esas que intentan inventar otra agua caliente o desechar la geometría euclidiana para retar la Teoría de la Relatividad. Nada de eso.

Liliam Padrón no se encarama en andamios filosóficos. Sus obras, con síntesis y lucidez dramatúrgica, son claritas y raspadas bajo el sol de los entendimientos. Eso es dramaturgia del movimiento sin encubrimiento del sentido. En la dinámica diversa de la escénica experimental radica la hibridación de la danza contemporánea. La sucesivo de cuerpo, movimiento e imagen define creación, recepción, percepción, comprensión en el espectador. La intensificación del cuerpo como logos spermatikos agustiniano posibilita y singulariza la danza ante el movimiento como habilidad o capacidad enunciativa.

Danza Espiral incita a que los danzantes adquieran un cuerpo pensado y a la vez que piense más allá de las calidades físicas del movimiento. El “pensamiento en movimiento” (Sheet-Johnstones/kinetic bodily logos) permite la expresión y acontecer dancístico desde una operatividad más allá del entrenamiento técnico.

En las obras de Danza Espiral que quiero comentar se va del mero gesto al gesto intencional, concentrado, explorado, perfeccionado técnicamente. Recordemos a la Duncan: “He necesitado años de lucha, de estudio y de duro trabajo para aprender un simple gesto.”

La danza precisa sentir el cuerpo y sentir en el cuerpo ideas. Cuando el cuerpo baila piensa y se produce el adecuado involucramiento dancístico. Escénicamente las estructuras coreográficas imponen un comportamiento corporal donde la dualidad cuerpo-mente tampoco debe existir: Ahora bien, en la improvisación interviene la invención movimental donde lo espontáneo, lo acreditado por las subjetividades de los danzantes son el meollo de la creación.

Desde esta perspectiva, la improvisación, como poética dancística, es expresión del “ser en el mundo” (Merleau-Ponty) y es dadora de originalidad, resistencia y detonación. Lo coreográfico tiene una intención nominada. La improvisación pone al pensamiento en acción con una mecánica de expresión libre. La acción es el pensamiento que física y conceptualmente da fuerza expresiva al movimiento.

Tanto en Gota a gota como En una noche sobresale la inmanencia de lo germinan estético y formal de los jóvenes bailarines a los que la maestra Padrón incita, provoca e involucra en el proceso de creación de puestas en escena despiertas en sus demandas ideoestéticas.

En una noche es una obra que tiene su génesis en un montaje con la holguinera compañía Codanza en ocasión de haber recibido Liliam Padrón el premio Vladimir Malakhov. Danza Espiral ha retomado la obra con bríos. Ahora concibe un estado de concurrencia sonora entre el Sueño de una noche de verano de Félix Mendelssohn y un diamantino collage de la trova tradicional cubana. En un esplendente contrapunteo musical En una noche es una comedia que no tiene otra pretensión que la de no tener pretensiones. Cierto que requiere de un meticuloso trabajo actoral con esmero en la enunciación verbal de los bailarines. Sin embargo, coreográficamente, desde latidos de improvisaciones, los danzantes no reducen el movimiento a la traslación, a espacio recorrido sino a la conformación de una imagen donde la vibración de su visualidad metamorfosea el gesto y su percepción con diversidad expresiva y estética.

Por su parte Gota a gota tiene el lujo, la fineza de construir significados desde la corporalidad. El gesto configura experiencias desde el “logos corporal”. Esta obra nos propone una perspectiva corporeizada de la cognición sobre el género, la violencia, la conformidad, la resiliencia, la inconformidad.

Gota a gota crea un espacio visible de particular estética dentro del sistema binario masculino femenino. Los significados corporeizados no se hacen dramáticos sino plásticos, lo que no disminuye el vital discurso de la significación social de esta obra.

Más allá de que Liliam Padrón habita un esclarecido mundo musical desde su propio contexto familiar, ella hace del sistema sonoro en sus obras una proto-narrativa de fuerte poder representacional. La trova tradicional, Mendelssohn, Debussy, John Cage, Shoshana Michet crean un flujo de energía cohesivo, generan modos de sentir, emociones. En Danza Espiral la música no es acompañante ni ambiental, tiene un flujo temporal que define relajaciones y tensiones en la trama narrativa de las obras.

En una noche y Gota a gota me confirman la calidad de simbolización que tiene la música en Danza Espiral.

Fotos tomadas de la página oficial de la compañía en Facebook.