Por Mercedes Borges Bartutis / Foto Raciel Sayú
Cuba tiene en la rica historia de su cultura un pedestal enorme para la danza moderna y contemporánea. Ha sido una tribuna hecha a fuerza de insistencia, sacrificio y un mar de talentos sostenidos, fundamentalmente, por el sistema de enseñanza artística sustentado por el Estado.
La danza cubana tiene la misma edad que la Revolución. Para rememorar cómo fueron los inicios de lo que luego fue el gran movimiento danzario, un grupo de personalidades, coreógrafos, bailarines, maestros, especialistas, y público en general, se reunieron este jueves 24 de enero, en el Café Delirio Habanero del Teatro Nacional de Cuba, institución que arropó en 1959 los proyectos más importantes que inició la Revolución, desde el mismo primer año de vida.
Convocado por la teatróloga Marilyn Garbey desde la Sección de Crítica e Investigación Escénica de la Uneac y apoyado por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, como parte de las Jornadas Villanueva, el encuentro abrió con una charla de la doctora Isabel Monal, primera directora del Teatro Nacional de Cuba, quien recordó que si con sus 27 años pudo dirigir una institución de esa magnitud y compromiso, fue gracias a que “hubo una Revolución que abrió múltiples caminos a la cultura, y eso propició una explosión de creatividad con oportunidades para muchos artistas”.
El Teatro Nacional fue la primera institución estatal en el terreno cultural y en sus inicios se crearon los departamentos de Danza, Música, Folclor, Artes Dramáticas, y Administración. La primera convocatoria pública fue para conformar el Conjunto Nacional de Danza Moderna, bajo la dirección del maestro Ramiro Guerra. Isabel Monal recordó que para crear esta formación hubo múltiples oposiciones, pues mucha gente involucrada en el apoyo a la nueva institución reconocía solo al ballet como expresión genuina, y tenían prejuicios con el naciente movimiento de danza y folclor que era sostenido desde el Teatro Nacional.
Monal mencionó que no se puede olvidar a los iniciadores de ese movimiento cultural: Ramiro Guerra, Argeliers León, Carlos Fariñas, Fermín Borges, y Rafael López. Ellos fueron los responsables de poner en práctica incontables ideas para movilizar a un público virgen, pero ávido de conocimiento. “La historia tiene que recordar la dedicación y lealtad que tuvieron esos compañeros con talento”, dijo la doctora y sentenció dirigiéndose a los jóvenes presentes: “Ahí tienen el legado, háganlo más grande, porque Cultura y Revolución son una sola”.
En un segundo momento, continuaron el diálogo la coreógrafa y bailarina Rosario Cárdenas, y el director de Danza Contemporánea de Cuba (DCC), Miguel Iglesias, ambos Premios Nacionales de Danza. Rosario recordó cómo se fue conformando un público para la danza en nuestro país. “A veces solo teníamos cinco espectadores y para ellos se hacía la función”, expresó la directora de la compañía que lleva su nombre. Por su parte, Miguel, visiblemente emocionado, tocó varios puntos importantes de los inicios del Teatro Nacional y las etapas por las que ha pasado la agrupación que dirige, sobre la que agregó: “Mi Patria y mi Vida es esa Compañía”.
Otras figuras de la danza estuvieron presentes en el encuentro, entre las que destacan las bailarinas Luz María Collazo, Clara Luz Rodríguez, Lourdes Cajigal, el coreógrafo Alberto Méndez, Premio Nacional de Danza, y Liliam Chacón, decana de la Facultad de Arte Danzario del ISA, quien entregó un cuadro de reconocimiento a Miguel Iglesias, por los 60 años de DCC.
En representación de la generación más joven de bailarines y maestros, dieron sus testimonios Yoerlis Brunet (DCC) y Thais Doimeadiós (Los hijos del director). Yoerlis recordó que para la danza también fue muy difícil el período especial, momento en que él se desarrolló como bailarín y en el que hubo que enfrentar muchas carencias que afectaron directamente a esta manifestación del arte. Thais, por otro lado, dialogó sobre la importancia que ha tenido la enseñanza artística en su formación, y resaltó que su paso por la Escuela Nacional de Danza, la Universidad de las Artes, y su propia compañía, Los hijos del director, encabezada por el coreógrafo George Céspedes, le han proporcionado una formación de continuidad que implica, sobre todo, entender lo importante que es tener disciplina y rigor en la danza.
Durante esta jornada, la Sección de Crítica e Investigación Escénica despidió públicamente a Norge Espinosa, quien ha fungido como presidente de esta sección por varios años. En lo adelante ese cargo será asumido por el crítico y periodista Yuris Nórido.
Finalmente, el espacio sirvió de plataforma ideal para mostrar el apoyo que el gremio de la danza ha mostrado a la primera bailarina Viengsay Valdés, nombrada esta semana subdirectora artística del Ballet Nacional de Cuba. Viengsay fue ovacionada por los presentes y recibió una flor de manos de Miguel Iglesias en nombre de todos los presentes, quienes de una forma u otra le manifestaron respaldo en esta nueva etapa de su carrera artística.