Investigadora y creadora en artes escénicas. Docente universitaria. Máster en artes Vivas y Doctora en Artes, Humanidades y Educación. Editora, gestora cultural.
Por Noel Bonilla-Chongo
Para mí la TÁCTICA ha sido montarme sobre la ficción dominante y desde ahí jugar en su revés, para seguir pactando con lo vivo en medio de un momento donde el pulso de muerte generalizado pareciese paralizarnos. En abril de 2020 articulamos con Andrés Santos, investigador-creador-docente de artes escénicas ecuatoriano, un colectivo llamado RodezAlhampa que trabaja en el cruce de lenguajes diversos. Uno de nuestros primeros proyectos fue “Coreografías efímeras a un metro de distancia”, un dispositivo para espacio público que se construyó arrebatando (usurpando) los elementos que la MACROPOLÍTICA determinó como ESTRATEGIA de bioseguridad (la cuestión del distanciamiento físico, la señalética en el piso para preservar esta distancia, el uso de mascarillas, etc.) para seguir arrebatando (azuzando) nuestra práctica. Se trató de un dispositivo móvil, de activación efímera, que estaba basado en la pregunta ¿cómo volver a estar juntxs?, desde distintos ejes que la atravesaban… evidentemente, desde lo que nos convoca: el movimiento. Pongo este ejemplo en particular como una de las tácticas que más me han sostenido en este proceso, como una manera de PENSAR lo que nos pasa haciendo, o reconociendo –más bien- que solo en ese hacer podemos repensar nuestros modos de habitar la escena y LA VIDA.
Después de la Covid-19: ¿nueva era para la danza, el arte, la cultura?
Si el horizonte vital cambió, sin duda el horizonte para las artes, la cultura, las pedagogías deben cambiar, como una forma de estar a la escucha del presente. Yo creo que el escenario hay que usarlo a nuestro favor: si las nuevas tecnologías están ingresando en nuestras prácticas, pues hay que arrojarse al juego del tecnovivio, pero siempre de manera crítico-poética. Creo que es importante cómo estos escenarios nuevos, precarios, complicados, extraños, ajenos, pueden interrogar nuestra praxis, ensancharla, expandirla, agrietarla, pero también ver cómo desde ella misma interrogamos los escenarios para soplarle vida a la vida. Pareciese que mucho de lo que sucede opera para generar una suerte de aniquilamiento del sector, por eso es importante más que nunca ver otros modos de apropiación de nuestros oficios, imaginar modos distintos de usos de las herramientas que tenemos a disposición, inventarensayar dispositivos que interfieran los dispositivos dominantes. Creo que toca también observar más esos movimientos que se sostienen pese a todo, como el movimiento estruendoso de la naturaleza, o el propio movimiento y mutación del virus que nos aqueja.
La tan admirada Isadora Duncan, en su célebre “La danza del futuro”, de 1903, ya nos invitaba a observar la naturaleza para desde ahí pensar la danza del futuro. Ella refería (solo parafraseo), que el movimiento de las olas, de los vientos, de la tierra, está siempre en la misma duradera armonía y que el movimiento está siempre en correspondencia con su propia naturaleza. Creo que nos toca salir de las lógicas antropocéntricas que ya nos han mostrado su agotamiento, para ir a ver cómo otros modos de vida se sostienen, resisten e insisten en su movimiento.