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Cultura coreográfica: ¿dónde ubicar la investigación/creación? (2)

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Por Noel Bonilla-Chongo

Trazar múltiples estrategias de investigación nos

permite no ir directamente al resultado…

Trazar una estrategia nos ayuda a evadir clichés y

lugares comunes…

En una estrategia de investigación bien trazada,

el material expresivo debe superar nuestras expectativas,

hablar por sí mismo y sorprendernos…

Marianela Boán

En “Autofagia y proceso de creación”

Hace solo instantes la maestra mexicana Hilda Islas compartía públicamente una reflexión sobre lo que pudiera ser específico de la investigación/creación en la danza. La bailarina, coreógrafa, investigadora, autora de textos fundamentales sobre cuestiones muy propias de la manifestación, sostiene que la investigación/creación (I-C) desborda el terreno de la producción unitaria (la pieza o la obra en sí) para apelar a lo contextual, a la producción, a la colaboración y a la crítica de los acontecimientos. Islas pondera la I-C como operatoria para traspasar límites disciplinarios, capaz de suscitar experiencias vitales, horizontales y compartidas en esta nueva era.

Era de tiempos de máquinas, período donde la provocación creciente de las tecnologías de la información y la comunicación nos desafía para encontrar nuevas formas de relación con la biósfera que no atenten contra la existencia de la humanidad. En era del Antropoceno, corresponde forjar una especie de pacto con el horizonte sindémico y pulsar una perspectiva bioética en el uso del diálogo para rubricar y resolver problemas y contradicciones, en la medida en que estas se puedan definir como relevantes para los seres humanos y su bienestar.

Y ahí la danza y la valía de producir estrategias de investigación/creación en levante de su praxis y pensamiento, en la estructuración de un instrumental analítico propio, lo suficientemente expandido para involucrar la articulación de otros saberes y correlatos que abarquen su complejidad práctica. Trascender el vocabulario especializado de términos técnicos, de definiciones coercitivas, de acciones con sus ecos consabidos de abreviaturas, acrónimos y frases hechas en pos de estrategias de investigación/creación, oportunas, holísticas. De hecho, el proceso a utilizar en la investigación/creación no se puede ceñir a una estrategia única (ni proceso de creación, ni método científico, ni…). Por el contrario, este proceso contiene saberes, experiencia, intuición, creatividad, innovación, y más. Solo que ninguno de estos aspectos es en sí mismo un objetivo, mejor un medio de los tantos posibles para alcanzar los propósitos de la investigación, la generación de nuevo conocimiento y su consustancial puesta en circulación, en relación.

Ahora, en el campo de la danza se suele identificar su concepto identitario con su implicación dinámica a lo corporal con un sentido estético, “una aparición, un develamiento de los sentimientos humanos”. Por último, se desarrollaría el lenguaje de la danza que transita en un antes y un después el hecho “pieza coreográfica”. Entonces, desde una implicación de lo sensible (estético), la danza en su práctica social/comunal/tribal/educativa/artística/escénica, suma recursos muy diversos para materializar su objeto. No olvidemos que en la necesidad de dicha tangibilización matérica está la precisión de exteriorizar el mundo interior a través del cuerpo y su cabal dominio. Y además de los propósitos que persiga el objeto para entrar en su campo más inmediato, el medio de expresión delimitado de la danza será el “paso danzable”. No necesariamente aquel que alude al movimiento usual de las piernas, los pies, las manos, el body entero en función práctica de traslación, sino más bien traslaticia, o sea, significativa, simbólica, donde cada nivel del movimiento se vuelve “valor en sí” de su quehacer danzante, donde una vez realizado, ya no podrá ser trasformado. El famoso aquí y ahora del instante y atrape espacio-temporal de la corporalidad danzante. Sí, de ese body-danza que trasiega entre la evidencia de sus cuerpos y el cuerpo en sus evidencias. Vivir consiste en reducir continuamente el mundo al cuerpo, a través de lo simbólico que este encarna, diría Merleau-Ponty.

De ahí que sea primordial trazar una estrategia coherente de investigación en los procesos creativos, tal como anotara la coreógrafa cubana Marianela Boán. En esa suerte de juego que “se emprende para encontrar algo y, como todo juego, necesita tener límites o reglas que se van estableciendo en el proceso (no hay libertad si el límite que le pertenece no está establecido). Cada proceso debe establecer su propio ritual de descubrimiento y por ende sus propias reglas”. Entonces, ¿cuáles podrían ser las normas de la investigación/creación? ¿serán ellas privativas de la danza escénica? ¿Hasta dónde la investigación/creación puede condicionar “el lenguaje de la danza”, como expresión de artisticidad?

La investigación/creación es el proceso ordenado mediante el cual se desarrolla, se valida y se evalúa un nuevo conocimiento. Eventualmente, se reevalúa conocimiento existente o teorías propuestas, para avanzar en la construcción de nuevo conocimiento (dígase, un producto que no existía y que contribuye al crecimiento, en avance, de la disciplina a la que pertenece). En el terreno de la cultura coreográfica, dijimos en nuestra primera entrega, que es objetivo presentar la evolución, el comportamiento de diversos aspectos de las prácticas coreográficas y así obtener marcos referenciales (teorías, creaciones, aportes científicos, documentos, archivos, etc.) que constituirían llaves de acceso en la comprensión de esta temática, por mucho ignorada o no estimada como debería, por parte de profesionales, estudiantes y públicos de la danza. A priori no solo por alcanzar «mayor cultura», más bien, por intencionar la curiosidad y fomentar el análisis crítico esclarecedor de los hechos.

¿Dónde ubicar la investigación/creación? Sea cual sea el campo donde nuestro objeto se anclará, presupongamos que la I-C se debería concebir como la generación y producción de objetos, experiencias, formas de lectura y relectura que favorezcan el entendimiento de los contextos estéticos, socioculturales y políticos, tanto pasados como de hoy. Volviendo al reclamo de Hilda Islas, en efecto, se trataría de que las modulaciones asociadas a la I-C, a lo contextual, a la producción, a la colaboración y a la crítica de los acontecimientos inherentes a su modus operandi, nos permita la generación de nuevas obras/acontecimientos/marcos teóricos/técnicas y más, a partir del entendimiento de los capitales simbólicos y culturales, tanto nacionales como foráneos; posicionamiento coherente en el ámbito de la formación, de la creación, del análisis y razonamiento crítico en la cultura contemporánea para su recepción y puesta en valor.

La investigación/creación así entendida, facilita el accionar de ciertas prácticas que transfieren el valor de la memoria, la identidad individual y colectiva y, de igual modo, fomentan la valoración del placer y el goce estético, tanto sobre el patrimonio histórico, político, social y cultural de una nación determinada o del mundo, como de las nuevas apuestas que aún no forman parte del mismo y/o del canon, pero que pudieran producir un conocimiento igual de relevante para así y solo así, “hablar por sí mismo y sorprendernos”.

Referencias:

BOÁN, Marianela (2014). “Autofagia y proceso de creación”. Revista Conjunto, No. 170, pp. 26-29. Casa de las Américas, Cuba.

IVELIC K., Radoslav (2008). “El lenguaje de la danza”. AISTHESIS Nº 43, pp. 27-33. Pontificia Universidad Católica de Chile Santiago, Chile.

En portada: Chorus perpetuus, coreografía Marianela Boan con DanzAbierta estrenada en 2001.

Foto cortesía del autor.