Comunidad Creativa como motor para el desarrollo local

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Por Maya Quiroga

Desde la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se reconoce a la cultura como un motor para alcanzar el desarrollo local a partir de la identificación de los ecosistemas culturales que existen en cada territorio.

En ese contexto se enmarca el concepto de Comunidad Creativa que se reconoce como aquella cuyo fin es lograr el desarrollo de una localidad mediante el uso de las artes, la creatividad y la innovación. La literatura especializada apunta que sus actores sociales pertenecen a diferentes campos y tienen diversas experiencias que ponen en función de descubrir los retos, convertir los problemas en oportunidades y resolverlos de manera novedosa.

Con esos presupuestos nació en 2019 la Comunidad Creativa Nave Oficio de Isla, explicó el crítico, profesor y promotor cultural Eberto García Abreu durante la II Edición del Evento Nacional Conectando Ecosistemas Culturales y Creativos, desarrollado en la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).

El subdirector de la Nave recordó que este singular proyecto tuvo su génesis a raíz del estreno, el 10 de octubre de 2019 en el muelle Juan Manuel Díaz de la Bahía de La Habana, de la obra Oficio de Isla, dirigida por Osvaldo Doimeadiós. Se trató de una versión del texto Tengo una hija en Harvard, del guionista y cineasta Arturo Sotto.

“Gracias al Gobierno de La Habana y de otras personas que se sumaron logramos montar ese espectáculo que, para sorpresa de todos, se convirtió en un suceso no solo para el público sino que impactó desde el punto de vista cultural en ese espacio que es la zona del puerto de La Habana y en los entornos de los barrios de Belén, Jesús María y San Isidro”.

En diciembre de 2020 la sala Polivalente de los Almacenes San José se convirtió en la sede oficial del proyecto Nave Oficio de Isla. El espacio le había sido concedido, generosamente, al actor y director Osvaldo Doimeadiós por el Doctor Eusebio Leal Spengler, en aquel entonces Historiador de la Ciudad de La Habana.

“Sabíamos que no queríamos tener un grupo de teatro convencional. No existe, a nivel legal ni estructural, un diseño que ampare a un proyecto con estas características y ese fue el primer escollo que enfrentamos cuando se lo planteamos al Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE). Todavía esas cuestiones no están del todo resueltas pero el Consejo asume nuestro proyecto”, aclaró Eberto.

Rememora el crítico que cuando llegaron a los Almacenes de San José el edificio se estaba transformando para poder abrir en él un mercado de artesanías. La Empresa de Gestión del Patrimonio de la OHCH se convirtió en uno de los pilares fundamentales de este proyecto.

“Nuestra primera comunidad en la gestión de públicos son las personas que trabajan en la Feria. Y han sido de una generosidad, una colaboración, un entendimiento y una participación real en todo lo que hemos hecho allí. Tenemos con ellos una relación humana, muy fuerte. Eso se debe al prestigio de Osvaldo Doimeadiós, una figura muy querida y admirada y al capital simbólico que representan los artistas que laboran en el proyecto.

“Hemos trabajado creativamente con el CNAE, que paga los salarios al personal que puede, pero tenemos una gran lista de voluntarios y una red de colaboración permanente. Hay un grupo de instituciones que se han unido a nuestro proyecto: la Universidad de las Artes, la Escuela Nacional de Teatro, la Asociación Hermanos Saíz, que han ampliado la posibilidad de nuestro diálogo académico con otros sectores de la vida social, económica y política que habitualmente no interactúan en las escuelas.

“Otros colaboradores han sido las Embajadas de Francia y España, la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) y el Centro Félix Varela pero todavía hay un grupo de instituciones que no han reconocido el valor de la cultura como un motor para el desarrollo de la economía.

“Las alianzas con el Gobierno de La Habana nos ha dado la posibilidad de poder acceder a determinados espacios como instituciones culturales y sociales a las que no teníamos acceso dentro de la OHCH. Hoy prácticamente somos una extensión de Habana. Espacios Creativos. Con ellos tenemos una colaboración fuerte porque estamos generando contenidos que nos pueden beneficiar a todos”.

Nuevas estrategias de desarrollo

En los Almacenes San José el proyecto cuenta con una sala multipropósito que dialoga, desde el teatro, con distintas manifestaciones artísticas y un programa académico, relacionado con la creación colectiva.

La Nave ha sido escenario de presentaciones musicales, danzarias, audiovisuales, encuentros literarios, eventos de carácter teórico e investigativo que han propiciado el debate, la crítica y el pensamiento en torno a las ciencias sociales. Es además un espacio docente de la Escuela Nacional de Teatro y de la Universidad de las Artes. Desde allí se han organizado talleres para la superación de actores profesionales y aficionados, dramaturgos, directores y bailarines.

Según Eberto, la Comunidad Creativa tiene como antecedente el proyecto Traspasos Escénicos, que se gestó hace más de una década en la Universidad de las Artes con su propia dinámica de trabajo y devino en programa para la gestión, promoción y de circulación de las artes escénicas en circuitos tanto nacionales como internacionales.

“Son modelos productivos diferentes a los que habitualmente tenemos en el país. Hemos generado mecanismos para la búsqueda de soluciones y financiamientos, para activar diálogos, prácticas formativas e investigativas y alternativas de gestión. Las alianzas creativas han formado parte de nuestras bases.

“Lo que hicimos fue precisamente ajustar la experiencia de Traspasos Escénicos, no solo como estrategia sino también como filosofía, a esta nueva experiencia que tiene como base la interdisciplinariedad y la multidisciplinariedad”.

¡Y la Nave va…!

En el mes de marzo, como parte de los festejos por el Día Internacional del Teatro, en la sede de esta Comunidad Creativa tuvo lugar la Feria de las Artes Teatrales en la Nave y se presentaron los tres primeros espectáculos del proyecto: Oficio de Isla, Luz y El collar.

“El evento pretendía activar el Corredor Cultural del Puerto, un concepto que nació como resultado de una investigación que estamos desarrollando. Asumimos los personajes mitológicos e historias que perviven en el entorno donde nos estamos moviendo y que habitan en la dramaturgia cubana de todos los tiempos. Entre ellos Alberto Yarini, una figura emblemática del barrio de San Isidro.

“Lo que buscamos es un diálogo con los pobladores. Nuestra integración a esta comunidad tiene que ser desde el respeto. Hemos llegado a las escuelas primarias y la actriz Yaité Ruiz impartió un taller para adultos mayores”.

Con la premier, en el mes de mayo, del espectáculo Asesinato en la mansión Haversham, en coproducción con el Centro Promotor del Humor, se presentaba la primera acción de la plataforma escénica ¡Y la Nave va!, cuyo título se inspira en el filme homónimo de Federico Fellini, estrenado hace 40 años.

“Contamos con un grupo de creadores que han tenido la voluntad de estar con nosotros en la Nave. Sus proyectos de creación están amparados por el magisterio de Doimeadiós y el equipo que estamos tratando de armar con otros maestros. Esta plataforma es nuestra apuesta de desarrollo futuro: nuevos artistas van a aparecer para darle continuidad a un proyecto que no puede depender de una sola figura”, concluye Eberto.

Foto tomada del Facebook de Nave Oficio de Isla