Por Yelaine Martínez Herrera
“El payaso es el poeta en acción”, dijo Henry Miller. Y ciertamente así es. Ernesto Parra Borroto conoce bien ese camino. Más allá de la técnica, se desdobla en escena, a pesar de cualquier vicisitud, para ofrecernos un espectáculo que nos recuerde la esencia de la vida. Pero, más allá de su realización personal -que nunca cesa-, ha alimentado un camino repleto de na rices rojas; está consciente de cuánto se necesitan en un mundo henchido de banalidad y hojarasca.
Así lo demuestra su libro Cómo encontré mi payaso tuyo, publicado por la Casa Editorial Tablas Alarcos en el actual calendario. Desde un primer instante, las palabras del prólogo, escritas por Rubén Darío Salazar, Premio Nacional de Teatro, invitan a la lectura: “¡Pasen, señores, pasen!”. Porque, como dijo Dora Alonso y recordó en esa ocasión el dramaturgo: “La pobreza mayor es no llevar un circo en la memoria” (Escrito en el verano, 1983).
El líder de la prestigiosa agrupación Teatro de Las Estaciones, del Guiñol Nacional y coordinador en Cuba de la Unión Internacional de La Marioneta (UNIMA), expresó al inicio de este viaje bibliográfico: “Igual que Hamlet, el príncipe danés, Ernesto Parra se pregunta desde las primeras hojas de este ensayo: ¿Clown o payaso? Esa es la cuestión. Las respuestas sobrevienen mediante profundas reflexiones que nos permiten a todos comprender, entender, saber más sobre este arte. Luego se disfrutará con deleite todo lo referente a los graciosos y sus más recónditos misterios. Los tipos de payasos que existen, sus principales características, las externas e internas…
Significativas contribuciones quedan en blanco y negro en este material. Tanto para los interesados en aprender esta singular profesión, como para los curiosos e investigadores (…) el trayecto se pone mejor cuando el autor se atreve con las cuestiones dramatúrgicas, las contraposiciones dentro de la lógica ilógica de un clown, la llamada extraverbalidad, el subtexto, la objetualidad, asuntos comentados y examinados con claridad mediante ejemplos nacidos de su trabajo con Teatro Tuyo.
Parra confiesa que los derroteros que le llevaron a escribir sus “hallazgos y tropiezos”, “alegrías y dudas”, “esperanzas y miedos”, fueron precisamente la necesidad de información y conocimiento teórico- técnico, así como sus años dedicados a dignificar el arte del clown desde el espacio escénico, máxime en un país donde no abunda bibliografía especializada sobre el tema.
“Veo cómo tantos actores (¡o no!) desdeñan, desde su ejercicio irresponsable, un arte milenario y auténtico como el del clown reduciéndolo solo a lo externo, lo epidérmico. Les basta unos colores de satín para el estridente vestuario, unos zapatones de lo que sea, peluca bien despeinada, muchos brillos, lentejuelas y ya para autotitularse payaso”, apunta él en un fragmento del texto.
El líder de “los tuyos” parte de su intranquilidad etimológica sobre si nombrarse payaso sería lo adecuado ante la magnitud del trabajo que iba alcanzando su colectivo sobre tabloncillo, el mismo que inicialmente se llamó Proyecto Piñata y se dedicaba a animar fiestas de cumpleaños. Por esos senderos escuchó el término “clown”, pero este le generó nuevas dudas. Al final, luego de múltiples lecturas e indagaciones, concluyó que su elenco asumía ambas clasificaciones, en dependencia de las características de la puesta en cuestión.
Uno de esos contrastes los descubrió gracias a planteamientos defendidos por el mexicano Aziz Gual: “Un clown no habla; esta es otra diferencia respecto del payaso. Todo lo hacemos con el cuerpo, pero cuenta historias con toda claridad, breves y concretas”. Parra afirma: “Al final, no distinguimos ni hacemos concesiones entre payaso y clown, aunque reconocemos que los recursos técnicos y los propósitos artísticos no son los mismos… Estos primos hermanos son para Teatro Tuyo la misma persona con variados matices de expresión: todos útiles”.
En Cómo encontré… los lectores pueden encontrar desde conceptos, pormenores, ejemplos o comparaciones, hasta cinco categorías de lo que a su entender distingue al quehacer de estos entretenidos inspiradores (lo exagerado, lo ridículo, lo absurdo, lo inesperado y lo cómico) y los tipos de payasos (cara blanca, augusto, contraaugusto, vagabundo…), siempre dejando claro que Teatro Tuyo transita por las diferentes tipologías, «lo que brinda mayor posibilidad y recursos expresivos que enriquecen el estado clown».
«Ser payaso no se aprende, está dentro de cada uno, es tan solo cuestión de dejarlo salir… y dejar aflorar al niño que todos llevamos dentro», afirma Papote, aunque seguidamente aclara que «no todo el mundo puede dedicarse a ello profesionalmente», pues amerita de una especialización, y que «al llegar un nuevo actor a la compañía, lo primero que hacemos es ayudar a descubrir su verdadero temperamento, sus principales cualidades humanas y su propia personalidad. Desde ahí comienza el viaje hacia el interior en busca de ese clown que todos llevamos dentro».
Grandes figuran del arte universal como Charles Chaplin también afloran en las líneas, al calor de personajes ilustrativos como Charlot. Entendemos de su mano las diferencias con el resto de los actores, además de resultar interesante el paneo y autoexamen que realiza a varias puestas en escena de su compañía y hasta a su propio periplo por este universo.
Como -al decir del tricampeón olímpico de boxeo Félix Savón- «la técnica es la técnica», sus asomos a la dramaturgia devienen análisis luminosos relacionados con la historia, el conflicto, los argumentos, la contraposición, el lenguaje extraverbal, la relación clownesca con los objetos y disímiles recursos vitales.
Llama la atención su salvedad de que despertar la risa del público, a pesar de ser estratégico en el quehacer, no es el único objetivo a tenerse en cuenta. «Buscar solo la risa como medio y fin en el arte del clown es desaprovechar el lirismo que emana de su fuerza y sencillez», aclara Parra.
En general, nos encontramos ante un texto (cultivado durante casi dos años) que se sumerge en las características de un arte milenario desde la experiencia del creador, pero -además- desde una capacidad de análisis-síntesis que habla de investigación y, al unísono, de inspiración. Finalmente, ahí está la obra y «ella» habla por sí sola.
Es –sencillamente- otro aporte de Teatro Tuyo, cofradía que en enero de 2024 arribará a sus 25 años, pero -sobre todo- de la pasión de un hombre que, con dos libros más en proceso, apuesta por abonar desde la cotidianidad un frondoso árbol de narices, ese que nos enseña –ya sea aquí o allá- que ser payaso siempre será algo muy serio.
Foto Rey López