Como Clowncierto

Son famosos en el mundo, pero prefieren no creerlo, porque entonces se irían apagando los elogios y todo se volvería más triste.
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Por Aries Cañellas Cabrera

Un vendaval de aplausos persigue a Teatro Tuyo por toda Cuba. Las ovaciones los alcanzan en parques, salas, coliseos… Pero ellos no las escuchan.

Reinventan el viejo arte del clown en cada obra. Son famosos en el mundo, pero prefieren no creerlo, porque entonces se irían apagando los elogios y todo se volvería más triste.

El estreno en Matanzas de su obra Clowncierto fue un suceso que ni la lluvia pudo impedir. Detrás de ellos, en tropel, se desplazaron públicos, actores, escenografías y ganas hasta la sede de El Mirón Cubano. Y se formó la risa.

Teatro Tuyo –el único grupo de teatro que ha ganado un Premio Aquelarre con una obra donde no se dice una palabra—, lleva 24 años haciendo arte desde Las Tunas. Demostrando que el talento no es solo capitalino y que hacer reír es un asunto muy serio para enmarcarlo en una ciudad.

Ellos son responsables de emigraciones a la inversa. Actores de todo el país han hecho las maletas, cual peregrinaje artístico, hasta El Balcón del Oriente Cubano. Movidos solo por la necesidad visceral de alimentarse de talento.

Clowncierto, uno de los sucesos más importantes de la XII Jornada Nacional de Teatro Callejero de Matanzas, es una puesta “hecha a mano”, como las joyas de los artesanos renacentistas. Donde se integran, de manera hilarante, las enseñanzas de grandes como Keaton, Chaplin, Marceau, Trompoloco…, con el virtuosismo musical de cualquier grupo afamado.

Sí, porque si algún día el teatro deja de moverles las alas, estos creadores bien pudieran dedicarse a la música. O alternarlo, como solían hacer en la antigua Grecia aquellos actores de Thespis.

La pequeña sala de El Mirón Cubano les quedó chiquita. Al filo de las 11:00 pm nadie se había movido del lugar, no sería algo tan nimio como la lluvia lo que les impediría reír. Y Teatro Tuyo no decepcionó.

No hubo en la sala un minuto sin risa, ni atenciones dispersas. Desde el escenario dosis de hipnótico talento crearon una atmósfera donde nada más existía. Solo ese lugar, en ese instante mágico.

Fotos Félix González Pérez

Equipo de prensa / XII Jornada Nacional de Teatro Callejero