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Circo y Magia en Camagüey, en búsqueda de su dramaturgia

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Por Kenny Ortigas Guerrero

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha tenido la necesidad de otorgarle sentido y organización, como principios básicos de la vida, a todo lo que hace. El hecho de levantarnos cada mañana -como en una gran obra de arte llena de sorpresas- y enfrentar la jornada que se nos plantea por delante, con sus altibajos, luces y sombras, implican una proyección adecuada y la gestión de los elementos que permitan sostenernos en medio de esas dinámicas.

Viéndolo con perspectiva artística, pudiéramos estar hablando de un concepto muy llevado y traído, que requiere de atención y constante estudio para profundizar en sus mecanismos efectivos en la construcción de un espectáculo, esa, es la dramaturgia. En esa dirección parece -como cierta tendencia discriminatoria y excluyente- que se hace referencia a ella solamente enfocada al arte teatral y en una segunda instancia a la danza, sobre todo a la contemporánea, sin percatarnos que como ciencia facilita e ilumina las disímiles formas y sustratos que apuntalan y catapultan una obra a niveles de recepción que seducen el alma del espectador.

La dramaturgia conduce a transitar por caminos teóricos, por discusiones sobre conceptos que trascienden análisis epidérmicos, simplistas y que coadyuvan a instalar los nexos atómicos de determinada acción escénica en búsqueda de un impacto verdaderamente sustancial, que deje vibraciones, emociones, recuerdos e imágenes imperecederas.

En el caso particular de las variedades circenses, con la experiencia de haber podido disfrutar de dos recientes estrenos del Circo Areito (Aplausos) y Teatro Cubano de la Magia (Alicia en el Mundo de Magia-Fantasía), se constata un deseo, una intención de ir más allá de una muestra tradicional de números yuxtapuestos que a modo de escaleta devienen en sucesión de entradas y salidas formales, donde cada intervención muere con su final, para dar paso a otra.

Pero ese deseo al que hago referencia, para que encuentre buen asidero, se debe anclar en un abordaje consciente de su dramaturgia espectacular. Los ejemplos contemporáneos de las expresiones circenses como Fuerza Bruta de Argentina, Cirkus Cirkor de Suecia y Cirque du Soleil (Circo del Sol) de Canadá; por solo mencionar algunos, un tanto alejados del circo clásico, donde incluso se ha ido desestimando el empleo de animales por temas relacionados a su maltrato, incorporan a sus nuevas formas aspectos más teatrales y performáticos que hagan y tornen atractivas las propuestas escénicas, con un diseño de historias variadas que atraen al espectador, aún y cuando siguen mostrándose dentro de ellas, aquellos números que sostienen las compañías a lo largo de los años y que también se presentan bajo un manto diferente en búsqueda de renovación.

En el caso de Teatro Cubano de la Magia, toma como referente la obra literaria Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. En la puesta el personaje de Alicia es interpretado por una niña que unge como hilo conductor del espectáculo atravesando con asombro algunos momentos dentro de la representación. Lo que sucede es que la participación del personaje se diluye con apariciones muy esporádicas y no siempre conexas entre los diversos cuadros, dejando una sensación dentro del espectador, de que es necesario qué algo más suceda, pero esto nunca llega a consumarse.

Este recurso, de un personaje encargado de develar y guiar al público por caminos insospechados de la ficción no es nuevo, pero sí puede resultar efectivo en el momento de tejer la urdimbre de una historia que busca catapultarse con pretensiones más allá de la ilusión mágica que recurre en no pocas ocasiones a ilusiones ya conocidas. La idea, presta a desarrollarse aún por la cantidad de oportunidades narrativas y técnicas que pudiera ofrecer, constituye una iniciativa que devuelve aquellos valores que en los momentos fundacionales hicieron de esta agrupación agramontina un digno ejemplo de cómo vincular y articular, desde su propio nombre, la magia y el teatro.

Bajo la dirección artística y general de Onel Guevara, Teatro Cubano de la Magia indaga y explora en territorios de aires desprejuiciados que los continúen posicionando como una de las compañías de referencia en el arte de la magia en el país, que cuenta en su haber con una prolija carrera que les ha conferido múltiples reconocimientos en festivales dentro y fuera de Cuba.

Por su parte el Circo Areito, con la conducción del siempre inquieto Lisbey Onoski López Galindo (Poty), sigue optando por el riesgo y lo atrevido en cada uno de sus montajes y aunque estos son elementos manifiestos dentro del arte circense, tiene que ver directamente con una profunda obstinación a favor de la existencia y permanencia de esta expresión artística.

El colectivo del Circo Areito ha concentrado sus esfuerzos en sus talleres de formación vocacional, de donde emana un talento que recibe un coherente y dinámico proceso de formación en el cual, gimnastas, bailarines y otros tantos jóvenes que reúnen las actitudes requeridas, en un corto período de tiempo y bajo estrictas medidas de disciplina comienzan a enfrentarse al rigor de una sala o una pista de representación repleta de espectadores.

En Aplausos, no hay interés de contar una historia, pero sí se perfeccionan la concepción del diseño de vestuario, las coreografías que hacen la apertura, el cierre y diferentes enlaces en el espectáculo, así como la bien recibida variedad de números que se alternan con un acertado sentido del ritmo.

Cabría también realizar un análisis más depurado de la musicalización y el sonido que aporten al concepto de unidad dentro de la puesta en escena, así como de las entradas y salidas de los asistentes de pista que, al no formar parte del hecho artístico, su imagen entraría en consonancia con un vestuario único y neutral para favorecer la visualidad y plasticidad generales sin distraer la atención.

En todos los ejemplos, la dramaturgia se erige como un aliado imprescindible para la construcción de los entramados estéticos, conceptuales y técnicos de cualquier espectáculo. La organización de los recursos con que se cuentan para poner en marcha una producción artística ameritan ser ajustados a los tiempos actuales, ir a la par de la expectación que ha creado el mundo virtual en que habitamos donde la atención se disuelve con solo un chasquido de dedos, por lo tanto, la búsqueda de nuevas formas de replantearnos la escena en el arte circense, en su interacción viva y dinámica con el público impone emplear fórmulas acertadas y creativas que superen, además, las carencias de recursos materiales y financieros, para que sigan haciendo de esta manifestación, al menos en Camagüey, una de las que logra convocar a su encuentro a toda la familia.

Fotos José Antonio Cortiñas Friman