Por José Omar Arteaga Echevarría
Drink from the leche of sirens
Summon the sailors in town
Strangle the fear of deciding
Which one’s deserving to drown
Milk of the Siren/ Melanie Martinez
Luz tenue y la figura femenina, hiperfemenina, avanza por el pasillo lateral mascullando La vida en Rosa, versión en español. Termina el lipsinc sobre el escenario y ¡Ay locas!, quieta, callada y de perfil, vos sabés, porta mí… entona la sirena desde la escena- pecera para seducir a quienes fueron a ver.
Soy la puta, soy la santa, soy la mujer, soy la Sirena
La Sirena cuenta, con la confianza de estar en su esquina-playa, los avatares de su especie exótica y el ímpetu de nadar libre, técnicas de seducción, tuco. Ser una sirena no es tarea fácil en ningún sitio…ser. La Sirena es linda, es cualquier cosa menos mentirosa, se parece a mamá, la Mula, hace showsitos, hace las calles, hace dinero, apenas llega a los 18 años.
La Sirena es cada vez más sirena, tiene su hechizo sobre los presentes y a la vez va desprendiéndose de sus escamas. Aquella madrugada, el grito a medias por la ventana: Mama, ábrame que me dejó el bus. Pero mama Mula no responde porque el Pichón resonga. Papá el Pichón no sabe de sirenas, no entiende que del cruce de una mula y un pichón puede resultar una criatura fantástica. Luego queda el alcohol y los recuerdos que arrastra el agua turbulenta en marea alta.
A mí Dios me dio el don de rezar en lengua
La Sirena tiene abuelas, las que no dejan chance a nadar, las que sacan dulces del chifolié y curan empachos, las abuelas que no quieren saber de escamas y obligan al William hijo a rezar en lengua.
Abuelas pitonisas, que presienten la fatalidad, que maldijeron el vientre de la Mula, las católicas. Las abuelas harpías que no saben a ciencia cierta que pasó pero que saben del tiempo. Que no entienden porqué una sirena, aunque intenten impedirlo, siempre tira al mar.
Pero una se queda, por los chiquillos, usted sabe…
Llega la Mula a contar. Todas cuentan, clavan el escalpelo más adentro para abrir la historia. La Mula recoge las ropas del Wililla y las hace un ovillo contra el vientre. Yo no voy a quedar loca como la negra.
La Mula sabe que su hijo es bueno, que solo le gusta la calle, como a los chiquillos de esa edad. Por eso le puso en un bolsillo del pantalón un papelito con el número de la casa, por si perdía el bus de vuelta, o por si se quedaba con algún amigo, cosas de los chiquillos a esa edad…
Desemboca el camino nuevamente en la madrugada que la Sirena llegó, en la noche que voceó por la ventana, en la última noche que Mula vio a su Wililla/ Sirena. El Pichón ebrio, pero una se queda, por los muchachos, usted sabe … por la costumbre y por ponerse plástico en el cuerpo porque el Pichón dice que ya no es Sandra, es Mula, es casi Ballena. Y el Pichón anda de bares y mujeres, pero una se queda, usted sabe…Y llega la noticia, Pichón borracho. Sandra, su hijo el Wililla, a su hijo el William lo arrastró el mar.
Pichón
Pichón entra a la autopsia. En este desmembramiento es el órgano que falta. Pichón no sabe otra cosa que beber, que tener a la Mula en casa al cuidado de los chamacos, no sabe otra cosa que no les falte nada. Pichón tampoco sabe de sirenas, o no quiere saber, menos si al más pequeño, al Wililla, se le ve la aleta. Pichón no sabe otra cosa que ser Pichón.
Pichón pone las reglas de llegada a casa, y pasadas las 11 la puerta se cierra. Pero la Sirena se atreve, ¡Ay loca!, una pulsea, más cuando está bebida. La Sirena no tiene permitido entrar y da tres vueltas como la perrilla para echarse cerca de la puerta. Pichón la encuentra y se devela la sospecha.
A puños le intenta quitar las escamas al Wililla, la sirena huye, porque Sirena sabe donde no la ven por lo que es. No vuelve para Navidad ni Semana Santa. No hay taxis ni regalos carísimos y de París. Mama Mula está desesperada, entonces la llamada de la Cruz Roja distorsionada por la borrachera. La Sirena ha encallado, la ironía de ser devorada en su elemento. El mar devuelve el cuerpo envuelto en algas y sal.
Esta obra no tiene aplausos. Esta obra está dedicada a la memoria de William David Gamboa Arguedas (1983-2002)
¿Cómo participar de una autopsia y no sentir la patada del Pichón en el estómago?,¿Cómo accionan los dispositivos del biodrama/ teatro documental/ teatro biográfico familiar? ¿Cómo pasar por el cuerpo la experiencia-dolor desde cada perspectiva/ perosnaje? ¿Cómo no ver las Sirenas que ha arrastrado el mar, que han muerto en parques, plazas, que han sido encontradas en basureros, zanjas, ríos? ¿Cómo no ser cómplices de esas muertes desde la indiferencia?
Escribo esto en las notas del teléfono en lo que hago el trayecto a casa. La playlist en aleatorio dice:
The worst of a woman who fights for our right
To be where we belong at the front of the line
Tired of silence and being polite
Your legs turn to shimmering scales in the night.
Foto Redes Sociales de Andy Gamboa