Por Frank Padrón
El Festival de Teatro de la Habana tuvo dos notables puestas en sus jornadas iniciales: La casa de Bernarda Alba por Os Sátyros (Brasil) y Cuando el mundo entero dormía por Inmanencia Teatro (Argentina).
La compañía brasileña, que por tercera vez nos visita -antes con ¿Stranger – Estranho?, Cosmogonía – Experimento no 1, y también versionados por Sahily Moreda en el texto Faz de Conta que Tem Sol lá Fora-, nos trajo esta vez una lectura irreverente pero fiel, llena de guiños y subtextos tanto escriturales como escénicos a la historia de Brasil y América Latina toda, a la mujer en tales contextos, sobre la represión y la libertad más allá de la España franquista, lorquiana.
En las presentaciones anteriores, la pieza había tenido todos los personajes asumidos por intérpretes femeninas, mientras que la segunda función fueron masculinos. En la noche que asistí (la tercera y última), fue un elenco mixto de primera, elegido por el propio público en la persona de dos jóvenes espectadores quienes, de espaldas a los actores, iban eligiendo hombre o mujer para cada personaje.
Y así, por ejemplo, la «matrona» protagonista, su madre, Poncia, fueron visceralmente recreados por actores, así como algunas de las hijas; mientras sus colegas femeninas no quedaron detrás en las características de cada actante.
Música y baile no solo enriquecieron la puesta, sino que amplificaron códigos y contextos, como las luces reforzaron atmósferas, exceptuando cierto efectismo a veces gratuito o algo exagerado sobre todo en la banda sonora.
La ocasión fue propicia para hacer entrega al artista Iván Cabral, director de la prestigiosa compañía paulista, de la medalla por el aniversario 65 del Teatro Nacional de Cuba.

Por otro lado, Inmanencia Teatro de Argentina, bajo la dirección de Patricia Veliz, presentó el unipersonal Y cuando el mundo entero dormía, basado en El corazón delator, célebre texto de Edgar Allan Poe sobre una mujer que mata a su consuetudinario violador/tutor y cuenta la historia desde su cama en un hospital psiquiátrico.
La traducción usada es nada menos que de Julio Cortázar, valor agregado a un monólogo que discursa con vehemencia en torno a la violencia de género y a la naturaleza femenina.
La actriz María del Rosario Correa ofrece un desempeño sólido, matizado, lleno de transiciones sutiles y profundas, que junto al inteligente diseño de luces y la atinada banda sonora, redondean una puesta donde sensibilidad y reflexión se dan la mano.
En portada: La casa de Bernarda Alba, Os Sátyros (Brasil). Foto tomada de Prensa Latina.





