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BABUL: MÁS DE DOS DÉCADAS DE CARIBE EN GUANTÁNAMO

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Por Alexander Londres

En el panorama de la danza profesional guantanamera, destaca entre sus pares el Ballet Folklórico Babul, una agrupación que deslumbra a sus públicos en cada presentación con el ritmo, el colorido, la calidad y concepción escénica de sus espectáculos.

El que en 1994 -año fundacional- fuera un pequeño proyecto integrado por «soñadores» que pretendían llevar visos de contemporaneidad al cultivo del folklor danzario, ha mantenido como impulsor principal al avezado maestro Ernesto Llewellyn De Lahera, ya con más de 35 años de experiencia en el arte.

Isaías Rojas, Luis Valverde, Judith Góngora, Wilmer Sanregre, Ariel Daudinot, Juan Carlos Correoso, Arquímedes Salas y Naida Rubio –varios de ellos aún en activo- junto a un nutrido grupo de dispuestos aficionados, estuvieron entre los principales iniciadores de la que es hoy una prestigiosa agrupación guantanamera, con reconocimiento en el país.

Pasadas las dos décadas de sus orígenes, el Ballet Folklórico Babul, ya en su mayoría de edad, asume una nómina de 40 artistas entre bailarines, cantantes y músicos que defienden un repertorio de alrededor de 70 piezas músico-danzarias, y se han ganado el reconocimiento de los públicos a través del cultivo de valores identitarios y tradiciones dancísticas patrimoniales.

Desde sus mismos inicios en los ámbitos profesionales de la danza folklórica, Babul ha perfilado su representación escénica desde las influencias de “lo caribeño”, el folklor franco – haitiano y anglo –  caribeño, las manifestaciones afro – cubanas, los bailes populares cubanos y las más enraizadas tradiciones danzarias locales: changüí, nengón y kiribá.

Lo legítimo de su alineación estética, se ha forjado en la potenciación de su identidad como colectivo artístico otro ante sus homólogos, con la particularización de una visión del folklor que explora vertientes poco comunes en el repertorio del resto de las compañías cubanas cultoras de expresiones danzarias ancestrales.

Un singular concepto de “lo espectacular” se evidencia en cada creación de Llewellyn, su principal coreógrafo y director general, quien apuesta desde siempre por una marcada teatralidad y por la constante presencia de música original en vivo como apoyatura esencial -y en ocasiones como protagonista de la puesta en escena-. Este atinado empaste, sin dejar de lado lo contagioso de la rítmica caribeña y la rica visualidad de los vestuarios y otros elementos escenográficos, ha favorecido y asegurado en buena medida ese impacto que logra causar Babul en su auditorio.

En sus veintidós años, numerosos espacios nacionales han servido de escenario para atestiguar la calidad artística y estética del conjunto folklórico radicado en la populosa barriada guantanamera de San Justo; pero trascendiendo las fronteras cubanas, han llegado hasta Guadalupe, Martinica, Francia e Italia, para participar en eventos y festivales internacionales. Asimismo, muchos de sus actuales integrantes han paseado el talento cultivado en el seno de Babul, por disímiles parajes de la geografía venezolana, como parte del Convenio Integral de Colaboración.

El grupo ha sido merecedor de una profusa lista de premios y reconocimientos, obtenidos tanto desde lo individual, como desde lo colectivo. Entre ellos destacan los múltiples galardones conquistados en diversas ediciones de Trinifolk, fiesta de la danza en Trinidad; la distinción Colectivo Vanguardia Nacional; el Reconocimiento por su Compromiso con el Proyecto Caribeño de Integración Sociocultural y el Premio Internacional Tubal Uriah Butler, ambos concedidos por la Embajada de Trinidad – Tobago en Cuba y el Ministerio de Cultura; así como una relevante cantidad de lauros otorgados por el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, la Dirección Provincial de Cultura, el Consejo de la Administración, el Buró Provincial del PCC, la Asociación Hermanos Saíz y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, todas instituciones y organizaciones de su ciudad sede.

El compromiso con sus seguidores, hace que contra vientos y marea, mantenga vitales en el tiempo espacios de presentación habituales donde estrecha sus lazos con la comunidad que los acoge. Entre estos sobresale el emblemático Bajo la Ceiba, realizado cada mes en el Parque José Martí; mientras que Kumbite y La Descarga del Patio, que tienen lugar en su sede, juegan junto al itinerante La Kimbámbula, un importante papel en la mantención de propuestas culturales de calidad que tributan al desarrollo estético de los espectadores comunitarios.

El apego a sus raíces, a la herencia cultural legada por los ancestros que aportaron parte de la idiosincrasia y las prácticas culturales de esta región de la isla, y la importancia que le confiere a la impronta del Caribe en Cuba, le han granjeado a Babul excelentes relaciones con varios países miembros de la Comunidad del Caribe CARICOM, cuyos representantes diplomáticos han visitado sus predios en reiteradas ocasiones durante la celebración de temporadas y eventos, lo cual es  muestra insoslayable del alto reconocimiento de que es objeto la segunda más joven entre las agrupaciones pertenecientes al catálogo de la danza profesional en las Artes Escénicas de Guantánamo.

En este particular caso del Ballet Folklórico Babul, las huellas marcadas a través de su quehacer vital, se empeñan en contradecir la afirmación de Carlos Gardel de que 20 años no son nada. Resumir tanto tiempo transcurrido en pocas palabras resulta casi imposible. Sin embargo el desaparecido Premio Nacional de Danza Eduardo Rivero, hace gala de su maestría con una afirmación que hoy mantiene plena vigencia: “Babul se caracteriza por la vitalidad, la calidad de sus músicos, bailarines y cantantes. No solo porque el guantanamero vibra por la danza y la siente como suya, sino por el riguroso y sistemático trabajo de entrenamiento, y el estudio indispensable de cada obra.”

Foto Leonel Escalona Furones. Tomada del Periódico Venceremos, Guantánamo.