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“Arriba el telón”, un texto necesario para conocer la vida escénica en La Habana

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Por Enrique Río Prado

Después de 1935 —año en que ocurre el desplome y cierre del teatro Alhambra y la decisión de los dueños del teatro Martí para convertirlo en sala de cine siguiendo una norma debida a imperativos económicos— La Habana se veía sumida en una crisis teatral nunca antes vista, que hizo cambiar radicalmente la organización de nuestros espectáculos y nuestra manera de percibirlos. La compañía de Lecuona, asentada en el Principal de la Comedia, estrenaba por aquellos meses la pieza de significativo título: La Habana sin teatros.

En los años sucesivos, la mayoría de los artistas cubanos debió adaptar su estilo a fin de poder presentarse en otros espacios que demandaban diversas técnicas expresivas —la radio— o participar en breves apariciones en los llamados shows que ofrecían los cines de estreno entre proyecciones de filmes.

El libro publicado por la editorial Pueblo y Educación en 2019, ¡Arriba el telón! (escenarios habaneros 1938), describe un nostálgico recorrido por aquellos cine-teatros existentes en La Habana de un ayer cada vez más lejano.

Su autora, la doctora Carmen Almodóvar Muñoz, profesora en la Universidad de La Habana, ha dedicado su vida profesional de amplia y reconocida trayectoria al rescate y salvaguarda de lo más preciado de nuestras tradiciones históricas, como queda acreditado en su numerosa bibliografía académica. Algunos de sus libros, incluso, se han visto editados en España. Su intensa labor se ha visto recompensada con numerosos premios y distinciones. Recientemente, recibió el Premio Anual del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso por su sostenida labor como coordinadora del espacio académico Aula de Cultura Iberoamericana en la Sala Lezama Lima del Gran Teatro de La Habana y en el Centro Cultural de España desde 1987 hasta 2003.[1]

En el título que comentamos, Almodóvar —inteligente espectadora de las artes escénicas— abandona el rigor académico, se recrea con la placidez de un divertimento y se deja llevar por los recuerdos de sus primeros años, en que asistía con sus progenitores a estos espectáculos.

Los autores de este tipo de obras acostumbran muchas veces a confiar en la memoria al plasmar sus recuerdos, sin verificar datos puntuales e incurren, en consecuencia, en numerosos errores y omisiones. La autora de ¡Arriba el telón!, en cambio —quizás debido a su formación metodológica—, ha tenido a bien consultar la prensa contemporánea a los hechos que narra y con ello ha salvado su obra, aun cuando no de manera absoluta, de algunos olvidos e imprecisiones.

Cada capítulo de este libro se dedica a uno de los teatros activos durante aquel año en nuestra capital, ya ofrecieran funciones escénicas (dramáticas o musicales) o exhibiciones de cine. Al propio tiempo, ofrece datos de interés histórico sobre estos edificios donde transcurría buena parte —seguramente entre las más agradables— de la vida de nuestros antepasados.

Así, desfilan el entonces Teatro Nacional (hoy devenido Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso), el teatro Martí, el Principal de la Comedia (escenario olvidado en la actualidad, cuya historia merece ser estudiada y divulgada por la presente generación de investigadores), el teatro Payret (en su construcción original, aún sin remozar), el teatro Auditorium, el teatro Alkázar (en el mismo local en que se hallaba el Alhambra), el Campoamor, el Radio-Cine (que luego se llamó Jigüe), el Fausto y el desaparecido Encanto (en la calle Neptuno entre Amistad y Consulado), para concluir con un breve recorrido por aquellos inefables cines de barrio, hoy inexistentes.

Es una suerte de cartelera similar a aquellas extensas listas que reflejaban la programación diaria y ocupaban toda una plana en los principales periódicos, aderezadas con imágenes de los filmes de estreno y textos promocionales denominados “gacetillas y comentarios”.

Pero este recuento abunda también en presentar al lector con amenas referencias numerosos artistas de los más variados géneros, muchos de ellos conocidos personalmente por la autora, quien transmite aquí la impronta testimonial de fugaces encuentros.

En resumen, la editorial Pueblo y Educación pone en manos del lector un libro ameno, escrito en una prosa correcta, sencilla, ágil y elegante al propio tiempo, capaz de interesar y entretener a todo tipo de público y acercarlo a un pedazo de la historia cultural de la nación.

 

[1] http://cubarte.cult.cu/periodico-cubarte/entregan-premio-anual-del-gran-teatro-de-la-habana-alicia-alonso-2021