Por Omar F. Mauri
A veces cruenta, la vida humana también está llena de riquezas, por eso se afirma que el teatro crece con las dificultades, y en Mayabeque, intenta ser acompañante sensible y mensajero de optimismo.
En tales complejidades se han movido Tacon, Estro de Montecallado, el septuagenario grupo Blanca Becerra o el recién fundado Terruño (en Aguacate, Madruga), el Ballet Folclórico Orisha Oko y las compañías danzarías Sabor Latino y PastiDance, así como ciertos clowns y narradores orales que paulatinamente van asentando su labor.
Una mirada a la arena teatral en Mayabeque demuestra sus potencialidades para tejer un movimiento, articular sus programas, giras y políticas de desarrollo hacia sus once municipios.
En los últimos años (pandemia por medio) ya se apreciaban algunos cambios en el lenguaje, estrategias e intereses de nuestros colectivos escénicos por fortalecer los sustratos y contenidos sociales en sus puestas.
Obras como Abracémonos en el Jardín de los cerezos, del francés Patrice Pavis, ¿A dónde van los ríos?, de María Laura Germán y Antonieta o el suicidio, de Salvador Lemis, dan cuenta que Teatro Estro de Montecallado aportaba una visión universal a nuestras raíces locales.
Fundado y dirigido por José Miguel Díaz Pérez (Jochy), en 2003, hoy, Estro aborda un diálogo poético y crítico entre teatro y realidad. Antes, logró un importante espacio en el público con obras que van de lo popular, costumbrista y vernáculo (Lagarto Pisabonito) hasta lo lírico (Últimos días de una casa, Así sea, Federico y Edipo) y lo experimental (La muerte de un sueño, Jinetera y Béisbol, entre otras). Con ellas recorrieron la provincia. Importante ha sido su aporte para niños y jóvenes, tanto con su evento anual Alegría, como con su repertorio: La Carpa Azul, Payasos.com, Musicón y Melodía, Fábula de un país se cera y Carrusel de Cuentos, la más premiada y representada.
Con mayor vida teatral, otras regiones del país no lamentarían la disolución de un grupo (Las Olas, de Batabanó); pero no es el caso de una joven provincia, con más de 270 comunidades e incipiente articulación de sus fuerzas culturales. Las Olas nos acercó complejas experiencias e interpretaciones de nuestra realidad a partir de nuevos lenguajes escénicos (por ejemplo, la versión de Auto-da-fe, de Tennesse William).
Una muestra del crecimiento que reclama nuestra vida cultural es Tacon (San José de las Lajas, dirigido por Pedro Coto), centrado en la narración oral, los títeres y los espectáculos comunitarios (como el evento anual Contada Lajera) que resultan muy útiles a nuestro contexto.
¿Qué teatro interesa a Mayabeque? ¿Qué contenidos? ¿Cómo aprovechar nuestras condiciones para estimular el quehacer teatral, sus eventos, el público, la labor comunitaria y la vida toda del territorio? ¿Cómo lograr vasos comunicantes entre los colectivos, la dramaturgia, la promoción y la crítica? Son preocupaciones en extremis.
En Mayabeque, el eje teatro-sociedad ha aportado la Jornada Internacional de Teatro Amateur Blanca Becerra, eficaz articulación entre las direcciones de cultura de la provincia y Bejucal, el Ministerio de Cultura y el veterano grupo Blanca Becerra (segundo colectivo aficionado más antiguo del país). Otro ejemplo de articulación, a escala local, es la guerrilla que organiza Terruño, agrupación de instructores de Arte que laboran en Aguacate (Madruga).
Como generalidad, y no exento de contradicciones, el teatro en Mayabeque ha ido despertando con mayor energía y madurez hacia sí mismo, su público y la sociedad que habita. Una reflexión por el Día Mundial del Teatro (27 de marzo), hace visible su apego a la tradición (los eternos conflictos entre el ser humano y la sociedad), su fidelidad a la historia, la renovación de sus modos de hacer y, sobre todo, el compromiso con nuestra realidad.
En portada: Integrantes del grupo Estro de Montecallado. Foto tomada del perfil de Facebook de su director José Miguel Díaz (Jochy).