Por América Medina Hechavarria
Ante la página en blanco me dispongo de nuevo a escribir. Este vacío me obliga a negar los sentidos, a negar lo especial, lo perfecto, lo articulado. Este vacío me señala en silencio y más que a mí, señala a mi cuerpo.
Lo tengo en frente y me dispongo a apuntar las memorias de mi cuerpo, que más que mías están atravesadas, enfrentadas, dispuestas ante otros cuerpos, otras memorias, en cruce con otros tiempos, con otras energías. Entendiendo las memorias de mi cuerpo, como he dicho otras veces, como un espacio de reflexión.
El levantamiento no ha parado, he ido a buscar en el pasado de la danza moderna cubana, a las tablas de la danza folclórica cubana. He seguido de cerca las historias y testimonios de otros bailarines, he rastreado en mis antecedentes femeninos.
Ojos, coronas, batá, bastones, cuerpo, tres, archivo, programa de mano, sudor, hacia la tierra, muelleo, estiramiento, Odudua, bailarín, ritual, caminar en la tarde, vivir, cantos, barra, escribir, intentar, archivar, apuntar, caminar, mirar, escuchar, enfrentar, caderas, memorias, releer, transcribir, bañarme, meditar, conectar, proponer, fechas, premios, jarrón, llamar y despertar.
Los apunto ahora acá y me resultan dispersos, amontonados. Pero en estos deseos de apuntar el cuerpo, me interesa abrir este recorrido, que depara en material de peso para ese proceso eterno que es el rastreo sobre las memorias que alberga mi cuerpo. ¿Cómo volver a ellas?
Estoy en su sala, me recibe con la alegría de hablarme de la danza moderna cubana. Esta vez yo allí, junto a Isidro, con la idea de obtener el máximo de información para mi tesis de grado. Horas y horas, realmente, perdíamos la noción del tiempo. Hablar con él no solo te permite conectar con el pasado de la danza cubana, sino que su voz me lleva de la mano con el ritmo de cada obra, con el motivo, con la energía de sus ojos todavía allí atrapados en ese instante.
Su memoria complementa mis sentidos, se vuelve mía.
¿Qué es un cuerpo atravesado por la danza? ¿Cómo es posible que pueda tener visiones tan claras de todo? Me habla y me envuelve. Estoy con él, viajo junto a su memoria, lo veo de niño, prendiendo la radio para escuchar por primera vez las grabaciones de música folclórica, siento que sudo junto a él. Tras sus espejuelos me mira seguro, siento que baila en ese instante Medea y Los Negreros, lo veo ahí. Lo vivo allí, en su apartamento de la Habana Vieja. Aunque el ruido del vecindario es tremendo, no rompe la energía, la armonía de sentirme atrapada por ese pasado que me fascina.
A Isidro le pregunté por Súlkary, le pregunte por el cuerpo negro, por el cuerpo ritual. Su repuesta fue sacar todas sus memorias a la mesa, todas sus fotos, los programas de manos, fotos de sus colegas, premios. Escribo y es como si estuviera frente a él. ¿Cómo es posible que sus memorias me estimulen a sentir, a descubrir, a entender temas que antes me resultaban lejanos?
Mi cuerpo necesitaba ponerse frente a frente a esta huella. Desde los encuentros con Isidro dejé de ser la misma; y fue otra la trayectoria de mi vida, de mis intereses. Entendí que lo que creemos por tiempo nos obliga a mirar hacia delante, sin entender a veces que el pasado tiene muchas respuestas que dar, muchos caminos que mostrar.
Para apuntar a mi cuerpo pido prestado en el pasado, en un pasado que defiende una energía simbólica que se logra desde lo ritual, esa energía que no había formado parte de la Historia Universal. Complemento mis sentidos desapegados de patrones de la cultura dominante. Desde aquí me decido atravesar la memoria de Isidro, sus recuerdos intervienen en los míos.
El cuerpo cuenta con una historia que se agita a cada instante. Genera huellas muy particulares en su propio andar. Es manipulado desde necesidades, es vulnerable en el sentido que permite que ciertos materiales despierten memorias de su caminar. El andar de un cuerpo puede afectar a otros cuerpos, a otras memorias, a escuchar otras zonas, abrir el diálogo, molestias, necesidades, entre otras acciones posibles.
Por ello decido hoy apuntar al cuerpo, señalarlo, abrir un recorrido, poner el dedo sobre la llaga y definir su sentido. Es un cuerpo que ha partido de la pregunta y ha rastreado el porqué de las huellas de los cuerpos negros, de los cuerpos rituales. Ahí está el deseo de archivo de este cuerpo frente a la historia.
En portada: América Medina Hechavarria en «Chowcito», Concurso Solamente Solos 2019. Foto Buby Bode.