Por Yoamaris Neptuno Domínguez
La sección Escena inclusiva dentro del Portal Cubaescena nos ha dado la posibilidad de colocar historias de jóvenes beneficiarios del Proyecto Juntarte. Múltiples experiencias que demuestran la importancia de procesos como este, capaces de contribuir no solo con el desempeño de los artistas; sino también con la elevación del gusto estético visto desde diferentes activistas sociales.
Melisa Cores Padrón tiene 23 años recién cumplidos, comunicadora social y actualmente se desempeña como especialista de comunicación en Plan Maestro. Esta entidad pertenece a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y se encarga de la gestión y planeación de instrumentos que tributan al desarrollo integral de la Zona Priorizada para la Conservación.
Comenzamos esta conversación recordando que a raíz de una invitación a pertenecer a la Articulación Juvenil (AJ) x la Equidad Social del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR); sugerencia de un amigo que vio en ella ciertas cualidades dignas de reconocer, nos conocimos. En mi rol de coordinadora le pedí que se presentara en uno de los encuentros y lo hizo de manera muy particular.
Al presentarme como bisexual hacía un ejercicio de seguridad para mí misma, y fue genial que me hayas tratado como si no fuera algo «no normal». Utilizar palabras, expresiones sin estigmas o prejuicios ayudó a mi confianza en los procesos que se hablaban al interior de la AJ, pues también buscaba coherencia entre la teoría y la práctica.
Los aportes a mi autoestima se reflejaron en mis posteriores presentaciones, entendí que los colectivos en los que me podía encontrar pueden entender que la bisexualidad no es una etapa y otros mitos que erróneamente dicen de ella.
Considero que desde el principio el desenfado y las ansias de mostrarte tal cual te hicieron integrarte al grupo sin dificultades…
Las acciones apoyaban mi proceso de autoconfianza y la confianza en los entornos que frecuento. La retroalimentación que existía con el grupo estaba encaminada a llamar las cosas por su nombre sin que sonara vergonzoso, fue lindo encontrar un lugar seguro en esos espacios.
¿Y Juntarte?
Bueno, he estado en espacios de Juntarte o que han sido resultado de este proyecto. Juntarme con artistas en un intercambio de saberes, participar en el desmontaje de una obra, presenciar procesos de montaje para entender las dinámicas de los grupos desde otras aristas, opinar como comunicadora sobre determinado hecho artístico, escuchar sobre cadena de valor y sus posibles resultados, eso ha sido Juntarte.
Siento que he podido aprender a considerar el conocimiento colectivo más rico que el individual, los encuentros me brindaron esa posibilidad. Aprendí a interactuar desde equipos de trabajo y observar los resultados colectivos; sentía que participaba en la creación del saber grupal. Entiéndase participar en su concepto más amplio, nunca me sentí solamente espectadora.
¿Habías tenido anteriormente alguna relación con el arte?
Mi relación con el arte siempre ha venido por el baile. Me defiendo en diferentes géneros: contemporáneo, salsa, casino, me gusta mucho bailar. Estuve en un grupo que interpreta música urbana, es conocido como TxT, ensayábamos en El Cerro, por el Canal, comunidad compleja, ya sabes. Los integrantes son amistades mías que se esfuerzan mucho por salir adelante en un contexto con pocas oportunidades para quienes poseen menos recursos de producción, pero tienen un talento bello.
Creo que como habilidad danzaria no la mostré en la Articulación Juvenil pero sí, quizás de otra manera, en los espacios de Juntarte a los que hice referencia anteriormente. El proceso fue más abarcador porque allí observaba como las artes de manera general contribuían al aprendizaje de nuevas prácticas sociales. Este tipo de acciones tuvieron relevancia en mis formas de analizar las problemáticas sociales y a sobre todo a establecer empatía con las relacionadas con las infancias y adolescencias.
Para mí el arte hace que la gente cuestione las experiencias de vida de su cotidianidad. Cuando se hace una denuncia a través de una obra de arte, el público empieza a cuestionar y emite su criterio en dependencia de la obra y el conocimiento que tenga del tema tratado. Esto lo percibo de esta manera en mi realidad e intento analizar el por qué cuestionarlo y de qué manera hacerlo. Lo que, por supuesto, si tiene los códigos de esa realidad a la que estás cuestionando, pues mejor todavía. La persona puede hacer conciencia más rápido. Pero no es una sola acción la que tributa a que exista esa conciencia de esas nuevas prácticas sociales, nada que ver con eso. Es que, en ese contexto, época, momento determinado; las obras que se presenten estén mediadas por la misma denuncia y respondan a una agenda que demande lo más justo.
Soy del criterio que eres bien dinámica en redes sociales, pero te muestras sin tapujos, atrevida, rebelde, pasional, intensa y muy crítica en tus análisis de cuanto acontecimiento consideres que deba opinar. A menudo te encontramos generando debates en temas tan polémicos como la sexualidad en todas sus posibles variantes o la racialidad enfocada como signo de discriminación y todo lo que de ello emana…
Pues sí, ya veo que me sigues (jajaja). Las nuevas prácticas sociales aprendidas desde las artes en cualquiera de sus manifestaciones han surgido para hacer rupturas en los patrones de las actuales prácticas y ser el resultado de una nueva práctica. Puede parecer un trabalenguas, pero así es. Y en estos tiempos no podemos dejar fuera las redes sociales.
Yo no me considero una artista tal cual lo conocemos conceptualmente; pero si estoy muy vinculada a personas que hacen arte y he contribuido (así lo creo) a mantener un enfoque antirracista, hablar de equidad, de género con poetas, por ejemplo. Si tuviera que mencionar una acción concreta que he podido hacer, pues esta lo sería.
También he servido como modelo de fotografía con el hecho de revindicar de alguna manera el cuerpo de las mujeres negras o lo negro que puede haber en su cuerpo, lo hago como un acto de concienciación de la sociedad donde lo normal de las personas no sea bien visto por su color de la piel. De ahí parte mi denuncia: de que ese cuerpo también merece respeto y también debe ser amado y venerado.
Ella es Melisa, de una sonrisa que contagia y una transparencia que asusta; pero muy segura de defender lo justo, aunque en ello le vaya la vida. Facebook, Instagram, WhatsApp son testigos de sus “berrinches” y de sus locuras que son de las más cuerdas que he visto. Inunda las redes con su imagen en diferentes espacios que dicen de ese ser aventurero que disfruta viajar entre saberes, poesía y mucha luz. Ahí su estilo, ahí su arte.