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“Ansío que mi arte conecte con las personas”

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Por Yoamaris Neptuno Domínguez

Transcurre una nueva presentación de la puesta Réquiem por Yarini en el capitalino Teatro Trianón. Su elenco distingue por contar con reconocidas figuras en el ámbito teatral y otras más noveles que también reciben la aprobación del público asistente, sus ovaciones así lo confirman.

Uno de los muchachos resalta en cada intervención por su interpretación particular. Su presencia en escena es poca pero contundente. Descubro que es Luis Alejandro Calzadilla Hechevarría, a quien hace un tiempo vimos a en la escena como parte de los resultados de Juntarte, La cadena creativa que hace la escena inclusiva, Proyecto de Colaboración Internacional coordinado por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo COSPE, la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), en alianza con otras instituciones.

¿Quién es esta persona que una vez es niño y otra es parte del prostíbulo? Lo cierto es que en ambas circunstancias demuestra nuevamente sus potencialidades para el canto, aprovechadas sin lugar a dudas por el Premio Nacional de Teatro Carlos Díaz que tiene ese ″ojo para descubrir talentos″. Me le acerco para proponerle una conversación …

Soy un joven negro, santiaguero, no olvido que soy santiaguero; esos dos elementos son mi orgullo y definen muchísimo mi personalidad y mi credo. Deseoso de compartir mi arte, ese que existe para que otros puedan contemplarlo, para que las personas puedan interpelarse, para que puedan imaginar… yo ansío que mi arte conecte con las personas y les sea útil. Creo que ese es el deseo de todo artista en ciernes o de aquel que pueda contar con una trayectoria destacada.

Hablas de Santiago y noto cierta nostalgia …

Nostalgia… el nacer en una barriada desde la que se accede al mar, rodeado de sonoridades típicas de mi Isla, permeado por esa cultura popular que forma parte de nuestras raíces y recordarlo desde acá; siempre traerá nostalgia. Es un gran privilegio nacer en una ciudad con profundo arraigo teatral y que ha sido cuna de grandes de la escena: Fátima Patterson, Dagoberto Gainza, Nancy Campos, la historia ineludible del Conjunto Dramático de Oriente, la génesis de ese teatro de relaciones… a todo eso le debo los rasgos típicos que han sido indispensables en mi construcción como actor. La musicalidad y el ritmo característicos de mi urbe van conmigo a donde quiera que more. Y aunque Santiago ante mis ojos haya perdido ese brillo, aunque sienta que cada día se desperdician tradiciones culturales, que se apagan las luces de arterias tan importantes y aunque la fatalidad geográfica sea tan fulminante y yo no consiga verme más en esa ciudad que parece mirar al mar, me siento orgulloso de pertenecerle. Ese es mi pedacito de tierra, es mi patria chica.

Luis también es un hombre que se deconstruye todos los días, que aspira a crecer en sensibilidad y empatía, que cree en las redes de apoyo y en el activismo justo por los derechos sexuales de los grupos históricamente preferido. Luis aborrece los prejuicios y los convencionalismos, los dogmas y los lemas contrarios al sentido común. Entonces todo eso forma parte de mí.

¿Qué recuerdos tienes de JUNTARTE?

Llegué al proyecto por mi trabajo como activista social por los derechos humanos y de las personas LGBTQ+, a través de la Articulación Juvenil x la Equidad Social de OAR y la Plataforma de Hombres Cubanos por la Equidad.

Fui en su momento el más joven que participó en este empeño, pero posibilidades de este tipo me satisfacen mucho porque nos permiten mostrar nuestro arte desde el posicionamiento contra todas las formas de discriminación y violencia. Confieso que tuve mucho miedo al principio porque no provengo de academia alguna, y Juntarte se convirtió en esa primera escuela en la que aprendí mucho durante tres meses.

Pero JUNTARTE te trajo algunas alegrías… Era Ofelia la obra, ¿no?

Por supuesto, llegó Ofelia, donde tuve la responsabilidad de protagonizar junto a muy experimentados actores santiagueros y compartir escenario con talleristas de otras provincias. No olvido que tuvo su estreno en el Centro Cultural Bertolt Brecht, una plaza importante para el teatro nacional. Eso fue muy bonito y a la vez fue uno de los momentos en los que más miedo sentí.

No serían suficientes los agradecimientos a todos los realizadores, a los profesores, a la vanguardia artística joven que es la AHS por la oportunidad de sentirme y desdoblarme como artista. Las primeras veces siempre serán recordadas con cariño.

Luego seguí atrapado por la escena y decidí continuar incursionando en montajes en Santiago de Cuba, con La Caja Negra, Grupo de Experimentación Escénica, compañía a la que le debo mucho.

Y pasó el tiempo y pasó…

Pasó el tiempo y mis aspiraciones artísticas crecieron.  Llegó la oportunidad de venir a La capital, y se cumple un gran sueño: trabajar con Teatro El Público. Para muchas generaciones de actores, especialmente las más jóvenes, Carlos Díaz es un referente, un maestro y hace magia con las puestas. Tiene una manera única de conectar con el auditorio, desafía los sentidos, conmueve y convence. El sello de El público es esa cercanía que logra alcanzar con la gente, con los que llegan hasta El Trianón para ver y disfrutar de un arte auténtico y contestatario.

Réquiem por Yarini ha sido una bendición en mi vida. Agradezco infinitamente a su director por haberme escogido, por haber confiado en mí. Esto confirma una verdad como un templo: Carlos Díaz cree e impulsa a los jóvenes.

Contar una historia que es familiar para el público, revivir una leyenda desde otros códigos, volver sobre piezas clásicas y hacerlas con relecturas valiosas… es bastante útil en la actualidad. Creo que el Yarini que se presenta esta vez viene de un texto bien escrito y como obra dramatúrgica está muy bien concebida para envolver a los espectadores en esa atmósfera que rodea a “El gallo de San Isidro”.

¿Qué es lo próximo de Luis Alejandro?

¿Lo próximo? Lo inmediato: hacer mucho más teatro. Me encanta esa energía que se percibe desde las tablas. En el futuro quisiera que, ya fuese en teatro, cine o televisión, no faltaran los proyectos que me permitan crecer como artista y como ser humano.

Foto de portada: Stanislav Solovkin