Andantinos, el premio de atraer con arte

Decir Andantinos en Bayamo es como un imán para niños, niñas y familias con inquietudes en las artes escénicas.
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Por Diana Iglesias Aguilar

Más allá del canto, el baile, la actuación, la compañía con más de veinticinco años de fundada, representa un baluarte del teatro cubano, de la cultura cubana insertada en el universo, porque no renuncian a tomar de lo ajeno y mezclarlo, porque prefieren contemporanizar y hacer atractivos los textos dramatúrgicos y no evaden temas, por espinosos y polémicos que sean.

Por estos días en que la Ciudad Monumento Nacional celebra el aniversario 509 de su fundación, Andantinos regala a los moradores de la otrora Villa San Salvador de Bayamo, las obras El guateque inspirada en el obra de teatro Romelio y Juliana de Blanca Felipe, en el Teatro 10 de octubre.

También ponen en calidad de estreno Las Flores Bailarinas de Adis Nuvia Marti Cid, directora fundadora de la agrupación infantil. Las flores… en función doble además en la Barranca de la Lizana, una de las antiguas entradas a la urbe, por donde penetraron las huestes mambisas en octubre de 1868 cuando la hicieron primer territorio libre del coloniaje español.

Las tres obras se enlazan como un espectáculo pleno de coherencia, fluye como un todo único gracias a la magia de la concepción artística y a la confianza en el desempeño escénico que alcanzan los niños y niñas, aunque todos no acumulan la misma experiencia dentro del grupo creativo.
La propuesta de Andantinos trae música cubana, campesina, música instrumental al estilo Shaikosvky, textos sencillos por breves pero con inmenso valor formativo, el de enseñar a través del arte eso que se pretende en las agendas y cónclaves más importantes del orbe: el cuidado del medio ambiente, de la vida, del planeta.

A escena suben y se desempeñan sin distinción de sexo o edad, niños con necesidades educativas especiales que forman parte del elenco como protagonistas, pequeñas y pequeños desde los 5 hasta los 15 años, lo que representa en su conjunto una tarea admirable y un duro trabajo de formación artística y disciplina.

El vestuario distingue por el ingenio, la creatividad al usar materiales reciclables y caracterizar a los personajes flores, lluvia, arcoiris, mariposas, abejas, con belleza y semejanza a la naturaleza, además de caracterizar guajiros, un árbol de mamey que cobra vida y que hace las veces de narrador en la obra Romelio y Juliana. Esta, que tiene como temas el amor y la ambición, transcurre el conflicto a través de espinelas, refranes, lo que acentúa la cubanía. El conflicto dado por la distribución de los frutos de una mata de mamey entre dos familias campesinas, en las que sus hijos pretenden borrar las discrepancias con amistad, amor, solidaridad, cita tropical del clásico Romeo y Julieta, del que ya van conociendo los niños.

Los personajes Tomasa y Amador padres de Romelio, Juliana hija de Salustiano y Esperanza, los que recitan con gracia las controversias, más dos mascotas gatunas sin textos estos últimos, solo con pantomimas y aullidos, hacen que esta joven generación de actores aficionados asuma roles y técnicas complejas y diversas dentro del teatro, haciendo madurar la obra que no llega a una decena de exhibiciones.

El resultado es palpable. Los comentarios favorables entre las familias asistentes al abarrotado teatro o a cielo abierto en la zona de la Lizana bayamesa, confirman el más reciente reconocimiento a Los Andantinos, la condición de Relevante otorgada por el Ministerio de Cultura y El Consejo Nacional de Casas de Cultura en visita por esta urbe alegre y creativa que atrae con el arte de Andantinos.

Fotos cortesía de la autora