Mis vecinos octogenarios, que no son especialistas en ballet, ni críticos, ni se las dan de grandes conocedores, adoraron contarme sus experiencias de dos espectadores amantes del ballet cubano que admiraban a Alicia
Por Mercedes Borges Bartutis
Alicia hizo de Cuba un país donde el ballet es venerado. No fue algo que hizo sola, tuvo el apoyo de muchas manos y muchas inteligencias. Su familia en primer lugar, la apuntaló cuando le otorgaron una beca para estudiar en la Escuela de Ballet de Pro Arte Musical de La Habana. Luego el amor de Fernando Alonso y el soporte de su madre, Laura Rayneri, abrieron un camino que, en una primera etapa, encontró su pico más alto en el exitoso desempeño que Alicia Alonso tuvo en el Ballet Theatre de Nueva York, donde abrió un sendero de conquistas con su estreno en el protagónico del ballet Giselle, el 2 de noviembre de 1943.
La historia es bien conocida, Alicia ha dejado tras sí una amplia bibliografía que recoge paso a paso su carrera. Hoy, la prima ballerina assoluta de Cuba cumpliría 102 años. Siempre bromeaba en que llegaría a los 200, entre risas y expresiones jocosas. Alicia era una mujer cubana reyoya, tuvo muchas oportunidades para hacer una carrera fuera del país, pero siempre volvió a impulsar el baile académico, a estimular su estudio como hicieron con ella cuando era una jovencita.
Junto a Fernando y Alberto Alonso, Alicia forma una tríada que es difícil encontrar en otros núcleos de creación. Juntos crearon el Ballet y la Academia Alicia Alonso, dos pilares para el desarrollo de la danza en Cuba.
Sus apariciones en los grandes clásicos del ballet, pero sobre todo en Giselle, enloquecía a los balletómanos cubanos que la veneraron siempre. La asistencia masiva al Gran Teatro de La Habana cuando su fallecimiento fue una muestra de amor. En la transmisión televisiva de su funeral se podía ver cuánta gente de pueblo fue a despedirse de Alicia, un nombre que ha quedado en el imaginario de los cubanos como la gran estrella que colocó a Cuba en los más alto de la élite del ballet internacional.
Las expresiones sinceras de las personas que opinaban sobre Alicia delante de las cámaras de televisión, demostraron cuánto la quieren y respetan los cubanos y cubanas. ¿Cómo una artista se convierte en ser tan popular? Las respuestas las vas encontrando de a poco, en conversaciones con personas que a veces no sospechas que pueden ser seguidores del ballet.
Tengo unos vecinos muy viejitos, un matrimonio octogenario que durante las jornadas del pasado Festival de Ballet de La Habana, me sorprendieron con anécdotas increíbles de cómo les gustaba ir a ver a Alicia en la sala García Lorca. Y en verdad, por sus historias, los dos habían visto muchos estrenos donde Alicia era protagonista. Pero las imágenes que guardaban con más amor era su aparición en Giselle y La Diva.
Mis vecinos octogenarios, que no son especialistas en ballet, ni críticos, ni se las dan de grandes conocedores, adoraron contarme sus experiencias de dos espectadores amantes del ballet cubano, que admiraban a Alicia.
Hoy a su nieto de 22 años también le gusta el ballet, y estuvo en varias funciones del pasado Festival. El joven, que ahora comenzó a estudiar en la Universidad de La Habana, solo conoce a la gran bailarina cubana, Alicia Alonso, por las historias que le han contado sus abuelos. Pero, en las noches de Festival, volvía de la sala Avellaneda con historias para ellos, de cómo vio la Giselle de Anette Delgado, Yolanda Correa, o Viengsay Valdés; de cómo le impresionó la versión de Carmen de la Compañía Nacional de España, con su escenografía despampanante y el virtuosismo de sus bailarines.
Sus abuelos octogenarios, que ya no pueden salir de noche, vivieron el Festival de Ballet a través de los ojos de su nieto. Eso hace la tradición auténtica, pasar de generación en generación, lo más valioso de un país. Eso ha sucedido con el ballet en Cuba, la gente no lo ha dejado morir, la gente ha llenado las salas y ha aplaudido a sus artistas para que el ballet siga vivo en esta Isla y el recuerdo de Alicia Alonso perdure en la memoria de la nación.
Fotodel Archivo/BNC