Por Norah Hamze Guilart
Atraída por las puestas en escena de teatro La Proa y el título Amelia sueña mariposas de Erduyn Masa Morgado, acudí a la función 13 de la temporada iniciada el primer fin de semana de agosto en su sede del túnel de Carlos III. No imaginaba entonces que el sueño de la niña sacudiría mi alma veterana, acostumbrada a sortear tiempos de crisis donde se laceran las fibras más profundas del ser.
Durante la función, los más pequeños gozaban con las peripecias de los peleles de piso, las máscaras planas y el esperpento que dan vida al texto y lo recrean con la cautivadora gracia y el colorido de un teatro de títeres y figuras animadas para infantes de cualquier edad. Los mayorcitos, además de disfrutar de la vitalidad y atractivos del espectáculo, escuchaban con atención los parlamentos de cada personaje, identificándolos, para expresar su complacencia al final de la función, como lo demuestra las palabras de un niño de diez años: “me ha encantado porque es una obra muy buena y bonita, y nos enseña lo malo que es la ambición y el abuso. Y que hay que luchar para vencerlos y soñar con cosas buenas”.
Ello reafirma que los niños en la actualidad no solo necesitan divertimento y moraleja, pues una historia bien contada desde la escena los estimula a pensar y resulta más educativa que los sermones didácticos repetidos a diario. Y es que La Proa con Amelia sueña mariposas asume la riesgosa responsabilidad de un texto conectado con temas presentes a escala universal -donde no estamos excluidos- centrado en la ambición desmedida, el ego, la alienación por el poder, el abuso, la doble moral, la valentía y astucia ante trastornos que hacen del mundo un lugar más inseguro para el ser humano, que es en última instancia, quien puede transformarlo, destruirlo o salvarlo.
Sin poner al descubierto la fábula, el título nos brinda una información desarrollada consecuentemente en la puesta en escena. Amelia sueña, echa a volar libre su imaginación y sueña mariposas. No es el vuelo hacia las alturas del halcón ni del águila; es el vuelo rasante, cercano, alcanzable, de un ave que con solo aletear, con sus colores y hermosura, embellece la existencia y da la perspectiva de un buen sueño posible.
Una vez más la labor compartida del binomio Erduyn-Arneldi, junto a su equipo creativo, al elenco bien entrenado en las técnicas titiriteras y el arte del actor, convoca a los niños con sus familiares a disfrutar de la magia del teatro en su espacio del Túnel, donde inevitablemente estás obligado a descender hacia una zona alejada de la superficie. Así nos conduce Amelia hacia adentro de nosotros mismos, a través de los sueños cercenados por un villano petulante, malvado y egoísta que mediante el chantaje la pone a su servicio, y la banda de simuladores que se le une, en su afán de someterla e impedir a toda costa la posibilidad de dar riendas sueltas a una fantasía, cuyo límite en el horizonte la estimulará siempre a seguir soñando con todo lo hermoso.
Amelia sueña mariposas es una propuesta escénica donde La Proa eleva su vuelo en consonancia con las apetencias de los niños de hoy. El trabajo creativo garantiza la efectividad de una propuesta, que a partir de la arrogante violencia frente a la defensa del derecho a soñar y al vuelo de la imaginación como acto de libertad, aborda desde la escena, la alerta sobre el peligro de la posible deformación de la personalidad a la que se exponen niños y adolescentes frente a las adversidades, con la consecuente pérdida de valores que afecta el comportamiento cotidiano, y va perpetuando conductas perniciosas en detrimento de las relaciones entre los seres humanos.
El colectivo recrea el texto desde una cuidadosa puesta en escena que destaca por el buen empaque. La selección de colores claros para el espacio de representación y el vestuario de los intérpretes, realza el colorido de los títeres y los escasos elementos utilizados. La entrega del elenco en la defensa de sus personajes, la sonoridad que incluye el canto en vivo, la iluminación, las proyecciones audiovisuales y el uso de técnicas titiriteras diversas, funcionan armónicamente en un montaje que hace de Amelia… una obra necesaria para agradecer y aplaudir.
El teatro y su magia como acto de presencia viva que establece una conexión insustituible con el espectador, permite recrear todo lo soñado en la carne de quienes lo realizan. En Amelia sueña mariposas, los niños, receptores sin prejuicios, participan con todos sus sentidos para ser transportados junto a la protagonista por sus sueños. La fértil creatividad de La Proa no se detiene, sus alas se despliegan para extender el vuelo con la certidumbre de que en los niños de hoy descansa, en gran medida, el futuro de la humanidad.
Foto Sonia Almaguer