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¿ALABA O MALDICE? ESO NO IMPORTA.[1]

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Por Frida A. Lobaina / Fotos Abel Carmenate

Martes en la mañana, nos informan que Mathew con sus vientos y sus lluvias no puede parar el Festival. Martes en la tarde, nos informan que a pesar de permanecer y vencer -siempre vencer- las funciones de la noche están suspendidas como medida de precaución. Dos horas antes del espectáculo, nos informan que los teatros de sala mantienen su programa. Abro la cartelera, me informo que Perla Marina es la única opción.

Entonces me dispongo a llegar al teatro La Avellaneda, único centro teatral y público en todo Camagüey que espera el ciclón con sus puertas abiertas. Las opiniones sobre la obra, uno de los espectáculos más recientes de Teatro El Público, con puesta en escena de Carlos Díaz, Fernando Echevarría y Osvaldo Doimeadiós, han sido de toda índole. Al llegar me sentí presionada por ellas, apuntada por demasiados dedos. Comienza la función.

El Naufragioperla marina 3

Para hablar de Perla Marina ha de saberse ante todo, que es una obra montada como tesis de graduación de los estudiantes de la Escuela Nacional de Arte, por lo tanto se trata de actores jóvenes. Debe entenderse además, que el texto aunque construido sobre la obra homónima de Abilio Estévez, está invadido por pasajes de obras esenciales en la trayectoria de escritores como Virgilio Piñera, Lezama Lima e incluso Dulce Maria Loynaz, por solo mencionar algunos.

Debido a esta referencialidad el texto se convierte en uno de los elementos que más enriquecen una puesta en la que los personajes van desde Cassandra hasta Luis del Casal. A veces parecen náufragos de una isla, muertos llegados al “paradiso”, exiliados. Si se buscara una lógica dentro de la historia, se podría tomar cualquiera de los anteriores personajes, desde la persona que llega a una isla secreta, o el muerto descubriendo el paraíso o el forastero que busca su casa en todas partes. Es precisamente ese margen que propone la construcción de la puesta, enriquecida con vestuarios alusivos a distintas épocas históricas, escenografía sencilla, apoyada por los matices de la iluminación y grabaciones de audio, lo que completa la idea común en el texto: la identidad.

¿Quiénes somos? es la pregunta que nos lacera a lo largo de la obra. ¿Nos olvidaremos de nosotros mismos? ¿Nos volveremos ciegos ante la realidad? ¿Escucharemos a los profetas? ¿Y a los reyes?

perla marina 2Personas naufragando en una isla que es la isla más hermosa del mundo. Lo primero que hacen es bautizarla, darle una bandera, un himno; solo así pasa a ser un país, un hogar: Perla Marina, La perla del Caribe. Luego la elección de cambiar de identidad, de ser quien quieras ser porque todo es nuevo y posible, la elección de elegir.

 País Mío tan joven, no sabes definir.

Entre tanto elegir, se elige también una reina para mantener el orden. La reina, el bufón y la pequeña banqueta trono. La reina está vieja y enferma y reina.

Pueblo mío tan joven no sabes ordenar.

Así se construyen los cimientos de la isla, con la imagen de una virgen vestida de blanco. Una virgen Maria, Obbatala, La Mercedes. Hombre y mujer. Virgen con sus girasoles y su escoba. Virgen que desde un peldaño más arriba lo observa todo y no hace nada, porque no es su labor, porque ella no eligió ser quien es, porque no tiene más poder que el que le es conferido por el creyente, porque, en buen cubano, no le toca. Virgen que pierde su posición de estampilla para exorcizar sus penas, para aclarar su historia y entender el peso de permanecer en su posición para siempre, de no poder tener acceso al descanso eterno, a la muerte. Virgen que desea morir.

Pueblo mío divinamente retórico, no sabes relatar.

El paso del tiempo trae el recuerdo y con él las fabulaciones, las canciones, las visiones. Un árbol, un cabaret, un cuarto de niña.  Eso añoran los personajes. Pero, “¿es sueño o solo el tiempo?” No se sabe porque en realidad nadie sabe nada, solo Cassandra quien lo dice todo y a quien nadie escucha. Cassandra ciega narra la historia desde los versos de La isla en peso. Amanecer, mediodía y noche. Es la encargada de hilvanar los hilos del texto y poner en aviso a los personajes. Escucha, presiente y anuncia, como alguna vez lo hiciera Piñera con ese poema y gran parte de su obra.  De esto se trata también Perla Marina, de los recuerdos y los olvidos. ¿Qué queda después que todo cambia?

Los pueblos y sus historias en la boca de todo un pueblo.

Luego la muerte, presencia de los ausentes, fuente de canalización de angustias pero también símbolo de pertenencia a una tierra. Donde están tus muertos estás tú, incluso sin estarlo. Pero en esta obra hasta la muerte parece un sueño.

Lo único que se mantiene verdadero es el agua. La isla en donde conviven todo tipo de seres estrafalarios es agua y recuerdo, como nuestra Isla. Por eso esta especie de ofrenda poética se hace parte de nosotros. Todos los señalamientos técnicos que pueda hacérsele a esta puesta son resultado del contraste entre la juventud con la que se representa y la consagración de los autores y directores de escena. Dicotomía que aparece en la interpretación de un texto que utiliza las palabras correctas pero no el sentimiento adecuado. El encierro, el dolor, la alegría, el estremecimiento con que están escritos esos textos y cantadas esas canciones es lo que falta en la escena. Es un texto gigante frente a actores todavía incipientes, pero también es una escuela. La obra toda puede verse como una institución donde preparar el futuro, donde vislumbrarlo y entenderlo. Solo así puede llegarse a la compenetración con Perla Marina, desde el entendimiento y la sensibilidad.

El horizonteperla marina 4

Isla, naufragio, ciclón, matas de mango, recuerdos, olvidos, dolor, nostalgia, aprisionamiento, todas estas palabras y más que palabras, conceptos, son los que definen esta obra. Sin ser unos más que otros, todo en su justa medida es defendido y alabado, recordado y olvidado, construido y derrumbado hasta el fin. No se van ni se quieren ir ninguno de los personajes, incluso cuando llega la tormenta final, en contraste con la infantil voz de Dulce María al audio, se protegen porque decidieron quedarse, necesitan quedarse en ese lugar de naufragio que es su lugar. Por eso no importa si es real o falso, el horizonte está ahí, solo es cuestión de alcanzarlo.

Martes, once de la noche, me tomo una taza de café.

[1] Exergo tomado del poema”La isla en Peso” de Virgilio Piñera.