Con El mendigo y el perro muerto, de Bertolt Brecht, se despidió de su carrera como director Vicente Revuelta.
Este boletín, perro teatral y vivo, se ha ido a las calles, a los coloquios, a las presentaciones, para dar fe de cómo el director cubano regresa y reaparece en los espacios más disímiles. Y acercándose a la mitad del evento, vuelve a alzar su ladrido para dar fe de lo que inesperado y lo insólito de esta 18 edición del Festival de Teatro de La Habana, en un otoño tropical que es también casi una performance. Adelante los lectores. La puerta del teatro no se cierra nunca.
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